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Reforma Constitucional

Matrimonio igualitario: las iglesias no deberían hacerle el juego al régimen

En Cuba los órganos de inteligencia del régimen trabajan para limitar de antemano el debate constitucional.

Miami

Con sus recientes iniciativas, las iglesias protestantes y las iglesias evangélicas cubanas se han convertido en su propio censor, han entrado en una especie de marginación.

Estos grupos religiosos independientes están limitando su potencial en los debates constitucionales que el régimen de La Habana ha orquestado por estos días. Han centrado sus reclamos y sus manifestaciones en oponerse con toda su fuerza a la aprobación del matrimonio igualitario que, aunque no queda claramente establecido, se deja entrever en el nuevo texto constitucional.

Con ello le está haciendo el juego al Gobierno de Díaz Canel y han caído en la trampa que, sutilmente, les han tendido. Al final están peleando por una posición que el propio régimen les indujo y les preparó para que la tomaran como suya.

Al asumirla, quizás sin darse cuenta, están perdiendo la oportunidad de recuperar su papel trascendental dentro de la sociedad civil cubana.

Hay una total falta de libertades religiosas en el texto de la nueva Constitución propuesta por la Asamblea Nacional, por lo que centrar el reclamo en evitar el matrimonio homosexual es un error injustificable y un respaldo indirecto a que se mantengan las mismas condiciones represivas contra la fe que han imperado en los últimos 59 años.

En estos momentos la represión del régimen se ha centrado en los nuevos templos y pastores independientes que han comenzado a aparecer en la Isla. Hay confiscaciones de viviendas, detenciones, deportaciones de pastores y sus familias y muchas otras violaciones a las que los actuales debates religiosos no han dedicado ni siquiera una línea.

Históricamente, cada vez que se ha presentado la posibilidad de un debate público en Cuba, los órganos de inteligencia del régimen se encargan de "preparar el terreno" con bastante antelación.

Es normal que en estos momentos previos, el régimen deje correr las bolas o comentarios supuestamente populares, en los que filtran sus opiniones y dejan preestablecido hasta donde será permitido el supuesto debate, o el rumbo que impondrán a la discusión. Coincidentemente, en estos preámbulos del debate constitucional surgió, sin "un padre reconocido", la crítica absoluta al matrimonio igualitario.

Cuando los represores oficiales sospechan que el evento público se les puede escapar de las manos, la técnica de los órganos de inteligencia es inundar de variables el espectro, para así desfigurar cualquier reclamo conciso y crear la duda entre la masa popular, que no sabe cómo definirse ante tantas posibilidades de opinión.

Además de estos actos, también acude a la permanente filtración de cualquier grupo, organización o iglesia que no puedan controlar o subordinar directamente, colando agentes en estos grupos con la misión de dividir, tergiversar, corromper y destruir cualquier proyecto independiente.

Las iglesias protestantes y las iglesias evangélicas cubanas tienen suficiente experiencia y han sido víctimas por tantos años de estos manejos y represiones que deberían percatarse de la posibilidad de estar jugando en un escenario impuesto:

Es sospechosa la libertad de manifestación y reuniones que les están permitiendo para oponerse a este matrimonio de nuevo tipo.

Es extraña la velocidad con que se generalizó esta campaña contra el matrimonio igualitario.

Es evidente el rechazo que sus conductas intransigentes están provocando entre la población "no creyente".

Los medios de propaganda del Gobierno y las organizaciones subordinadas al régimen (incluida la de Mariela Castro), ya tienen su propia contracampaña, en la que venden a los grupos religiosos como "retrógrados, restrictivos, divisionistas y en contra de la libertad de derechos de los cubanos".

Los presentan como el "pasado conservador" y a ellos como "el futuro de libertades civiles", cuando se trata precisamente de todo lo contrario.

Es lamentable que proyectos legítimos y abarcadores de todos los reclamos de libertad religiosa para los cubanos, como el presentado inicialmente por la iglesia pentecostal cubana, terminaran apagándose y cediendo espacio a la guerra contra el matrimonio igualitario.

Defender la libertad religiosa de los cubanos ha sido una pelea histórica de los grupos de iglesias independientes que ha dejado decenas de mártires y héroes anónimos en su camino. No es justo simplificar en un solo propósito esta lucha, gastar toda la energía en un solo asalto que no ofrece ninguna garantía para los que creemos que nuestra vida espiritual es un derecho inalienable.

Imponer nuestra independencia religiosa, oponerse al control absoluto del Estado sobre nuestra fe, ayudar al prójimo sin condiciones ni restricciones, son temas tan importantes en nuestras vidas, que deberían estar representados en cualquier debate que se presente en Cuba.

Algunos defienden esta lucha contra el matrimonio igualitario con la teoría del primer paso, un supuesto acto inicial dentro de una futura cadena de reclamos y defensas.

Esto se contradice cuando el primer paso lo das con zapatos ajenos o cuando es nuevamente el régimen el que les guía los pies. Es como renunciar a una marcha a cambio de un solo golpe de tacón.

La buena noticia es que aún están a tiempo de revertir y encauzar su poder de convocatoria para luchar por la libertad religiosa de todos los cubanos. Un reclamo general, sin cortapisas, que no se limite a un solo grito, a un solo renglón.

Recuerden siempre que esos cubanos que no practican la fe son víctimas de la represión histórica del sistema, pero no por ello han perdido su espiritualidad, están ávidos de su propio credo. No los alejen del "rebaño", no les hagan el juego a los censores.

Sigamos defendiendo a la iglesia como la casa común que abre las puertas a todos los cubanos, sin importar como piensen, como vivan o como sientan.

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