Back to top
Cine

La cara oculta de la guerra en África

Un documental de la joven realizadora Carla Valdés León y un momento de la última película de Fernando Pérez se centran en las secuelas de la guerra en la población cubana.

La Habana

En una escena del largometraje de ficción Últimos días de La Habana (Fernando Pérez, 2016), uno de los protagonistas de la historia, Miguel (Patricio Wood) aborda un almendrón bajo la lluvia en pleno aguacero vespertino de un día cualquiera en la capital cubana. Su chofer es un exveterano de la guerra en Angola (Pedro Fernández), de esos tantos que lograron regresar después de varios años de lucha contra la invasión sudafricana, colaborando con las tropas del MPLA que comandaba el entonces presidente José Eduardo do Santos.

Durante el trayecto en el carro, Miguel escucha las hazañas del exmilitar en tierras angolanas, y comprueba que, efectivamente, una mina le ha dejado inutilizada prácticamente una pierna. Aun así, tiene que batallar en el diario bregar de la supervivencia cubana. Una realidad penosa que el realizador del filme consigue insertar en su historia, casi a manera de crítica y denuncia social.

El tema, que parece ser un lado oculto de la epopeya que duró más de tres lustros, desde 1975, cuando las primeras tropas internacionalistas fueron enviadas para luchar contra el apartheid sudafricano, es abordado con mayor profundidad por el documental Días de diciembre de la realizadora Carla Valdés León, un filme que lamentablemente ha sido silenciado de algún modo, pero que, para suerte de los que tuvimos la oportunidad de verlo, al menos ya fue exhibido en el circuito de la Muestra de Cine Joven concluido en La Habana el pasado mes de abril.

En aquel momento pasó sin penas ni glorias. Ahora circula ya en el Paquete, junto a otras propuestas, como forma de romper el cerco de silencio que se ha cerrado sobre este interesante material, además de otros.

No es noticia que los más jóvenes realizadores del país pretenden acercarse de una forma u otra a esas esencias polémicas de nuestra cotidianeidad que no son abordados por el discurso periodístico oficial. Si bien estos materiales no tienen la difusión que ameritan, y raras veces reciben el respaldo de la industria cinematográfica nacional (ICAIC), al menos consiguen colarse con denodado esfuerzo en el circuito de festivales o proyectarse en espacios reducidos que les permitan su interacción y conocimiento por parte del público.

Días de diciembre es esa contracara de los días gloriosos de Angola que nadie quiere ver, porque duele sobremanera. Sus protagonistas son exveteranos entrevistados que conservan las medallas de sus hazañas que un día mostraron con orgullo y que hoy guardan con el pesar de saber que para nada les sirven. El deber patrio que ha sido blasón, hoy es penuria, vergüenza, desilusión, desesperanza.

Al menos esa es la visión que muestra este documental que se adentra en el dolor familiar que aún persiste cuando una madre anciana, una esposa o una hermana revelan, entre cartas recibidas y fotografías añejas del pasado, el recuerdo perenne del hijo, el hermano o el esposo que ha quedado para siempre atrás.

Pero más que el desgarramiento ante la pérdida persiste ese desgarro otro, tan duro como aquel, que hace retorcer al espectador de impotencia: el del desvalimiento, la desatención, el malestar ante la indiferencia.

Días de diciembre cuestiona la historia y las causas de la participación cubana en la guerra. Es uno de esos filmes que va a perdurar como un valiente ejercicio de indagación periodística en la joven documentalística nacional, no porque sea una obra maestra —pues no lo es, tiene mucho de sintaxis convencional, de didactismo, sin aptitud para la innovación estética—, sino por la valentía de las cosas que dice, que son tan dolorosas como ciertas.

Perdurará por su militancia con la veracidad en el muestrario de las secuelas de esa guerra, cuyos héroes, todavía anónimos y vivos, han sido desatendidos hasta hoy por las organizaciones sociales y políticas encargadas para ello.

También por su calado antropológico. Su realizadora parece decirnos que esa guerra, con sus mártires y sus cuotas de heroísmo, aún no ha terminado. Sigue en los reclamos de quienes no solo padecen sus secuelas, sino también sus carencias.

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.