Back to top
Poesía

Yo inventé el Disco

'Yo encerré un electrón en el vivo/ de oro de un pantalón. En el corduroy/ había un brillo de gliter.'

Hollywood

 

De estas confusiones debe salir algo,
de estas confusiones debe salir
un orden. Y, ¿no era el orden
lo mismo reflejado en lo mismo?

Al tuntún se crea sola
la supersimetría. La fuerza magnética
manda olas concéntricas
que imantan las palabras.
Todo ondea en la tela primordial.

Renunciaré al ritmo, a lo que
me predisponga. Cortaré aquí
y empataré allá. El alfabeto elemental
de veintidós letras, más un quark
extraño, doblado, bocabajo, rojo,
excretado en la Nada.

De estas confusiones debe salir ese algo
como un becerro de oro. Con elementos
simples, la construcción compleja
de mi visión catastrófica.

Una vez, en un antro, me pasé
dos dedos, el índice y el medio,
por los ojos: inventé el Disco.

Inventé el estampado de escenas
de cacería en el Ártico. Un trineo
en una camisa Manhattan. Todo
lo insólito en la tela, grabado
en gabardina sintética. Decreté
que el coturno volviera al pie,
que las luces giratorias, que
la guitarra eléctrica, que la pianola
etcétera. . . Evité religiosamente
el rock y el yé-yé. De estas
confusiones debió salir un orden
nuevo. El modelo estándar del
ultrasufrimiento.

Yo inventé el Disco.
Con veintidós letras hablé a
los bailadores. Un bosón de materia,
un fermión de alegría. Sacro,
complejo y excéntrico, el Disco.

Yo encerré un electrón en el vivo
de oro de un pantalón. En el corduroy
había un brillo de gliter.
Dije: ¡Haya una estrella de neutrones
debajo de un reflector, girando!
Dije: ¡Que la confusión sea
el orden! Las guitarras lloraron
con un temblequeo. Sonó un gong
de pura insatisfacción. Muzak
y teocracia. La masa dividida,
la indeterminación...

De estas crisis debió nacer algo.
Una plaga, ¿por qué no? Una gran
mortandad. Yo también inventé la Plaga
que nos llevará a todos al más allá.
A los bravos, a los más bellos y
a los más justos. La música atronadora
ya tiene olor a éter. El sexo baila
dentro de los retretes.
Rendimos culto al toilette.

Con veintidós letras, cinco fuerzas,
nueve partículas, cuatro elementos,
dos Naturalezas y siete planetas,
yo inventé el Disco, y le di vueltas.

En mi laboratorio, hasta altas horas,
perseguía un modelo del cuerpo
retórico total. Enfermedad mortal
es el conocimiento. El Disco, el cero
y el entretenimiento, todo revuelto,
porque la confusión nace de los
reflejos. La salvación nació
también en un huevo de espejos.

 


Néstor Díaz de Villegas nació en Cumanayagua, en 1956. Sus últimos libros de poemas publicados son Che en Miami (Aduana Vieja, Valencia, 2012) y Palavras à tribo/Palabras a la tribu (Lumme Editor, Sao Paulo, 2014). Este poema pertenece a un libro inédito.

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.