Back to top
Sociedad

¿Qué pasa en La Puntilla 15 días después del episodio de las manzanas?

'Cuentapropistas' de la zona señalan al Estado cubano como principal causante de los casos de 'acaparamiento' y opinan que son imparables.

La Habana

Quince días después de que se informara la expulsión de siete trabajadores de la tienda en divisas La Puntilla, de la corporación CIMEX, la mayoría los empleados del establecimiento habanero se muestra cauta ante preguntas de curiosos. Los pocos que hablan, sin embargo, coinciden en una convicción: la situación que llevó a las destituciones se repetirá.

Los siete trabajadores y un chofer de la tienda Carlos III fueron expulsados después de que el vocero oficialista Iroel Sánchez se quejara en un texto publicado en su blog de haber presenciado el "acaparamiento" de unas 15.000 manzanas por parte de un grupo de individuos que incluso habría utilizado un vehículo de CIMEX para transportarlas.

Además de las medidas contra los trabajadores, el Gobierno anunció que racionaría la venta de 48 productos.

Preguntados por DIARIO DE CUBA, el nuevo jefe de almacén y los nuevos dependientes de La Puntilla expresaron que se les habían prohibido hablar del tema con periodistas. Solo uno de los parqueadores de la zona, testigo del incidente, accedió a comentar el suceso.

"Ese tipo de compra al por mayor es algo muy normal en esta tienda", dijo. "En Cuba no existe un comercio mayorista y los dueños de negocios tienen que venir a estos sitios a comprar por cantidad".

"Es cierto que eran muchas cajas de manzanas, pero ¿y qué? Negocio es negocio. Ahí lo que realmente sucedió fue que el periodista denunciante del hecho no alcanzó a comprar manzanas y por eso se molestó. Si hubiera comprado, se marchaba con su jabita sin importarle el camión y nada de eso hubiera ocurrido".

Este parqueador lleva 20 años trabajando en los alrededores de La Puntilla y dice que la venta al por mayor allí no es nada inusual.

"Por ejemplo, la cerveza, que aquí en la tienda cuesta un CUC, los dueños de restaurantes y paladares las compran todas, porque en sus establecimientos las venden a dos y hasta tres CUC. Lo mismo sucede con el refresco, la malta, el papel sanitario y los demás productos", detalla.

"El que tiene un negocio particular recibió una licencia del Estado y la paga, además paga los impuestos y se esmera por brindar un buen servicio; así que tiene que venir aquí, comprar para todo el mes y vender más caro para sacar ganancias. El Estado es el mayor acaparador, porque a veces tiene los almacenes llenos de productos que faltan en la tienda, no los distribuye y provoca desabastecimiento", opina.

El chofer de un camión de la tienda, también testigo del caso de las manzanas, coincide con el parqueador.

"Ahora hay un nuevo jefe de almacén, nuevos dependientes, un nuevo comercial y un nuevo gerente, pero ¿que resuelve eso si las condiciones comerciales continúan igual? Además, ¿quién puede controlar eso? Tendrían que situar un policía en cada caja registradora. Aquí a los dependientes les pagan por el volumen de venta. Si venden bastante, al final del mes cobran un poquito más".

Los locales de los alrededores de La Puntilla mostraban un surtido amplio de bebidas y alimentos, pese al anuncio del racionamiento de 48 productos.

"No hemos sufrido afectación alguna, no han racionado nada", dijo Mario, dueño de un restaurante. "La vida sigue igual".

El propietario de una cafetería expresó que tiene sus contactos y que es imposible cerrarle la llave del abastecimiento en las tiendas.

"Por ejemplo, mis productos estrella: la malta, la cerveza y el refresco de lata, los tengo garantizados todo el año", afirmó. "Puede haber escasez en un momento determinado, pero a mí no me faltarán nunca".

"Quizás en La Puntilla y en otras tiendas grandes se pongan en la ridiculez de controlar la cantidad que se puede comprar, pero existen otras formas de mercadeo entre los cuentapropistas, que el mismo Estado provocó y ahora es muy difícil desmontarlas".

El parqueador de la zona de La Puntilla contó que sus padres, antes del triunfo de la Revolución, tenían una cafetería atendida por la familia. Trabajaban desde el amanecer hasta la llegada de la noche y, aunque vivían sin apuros económicos, jamás pudieron enriquecerse.

"Pero dentro de unos años verás que todos estos dueños de restaurantes y negocios de Miramar y otros sitios se habrán vuelto millonarios, porque venden caro, doblan y hasta triplican el precio a los productos. ¡Y fíjate quiénes son! ¡Busca en sus orígenes y procedencias y encontrarás al mismísimo Estado! El principal culpable".

Más información

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.