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Censura

El crítico cubano Raymar Aguado: 'cuando se lucha por la justicia social, no puede haber miedo'

'Vivo tranquilo, mi lucha es legítima, sin rencores ni odios', dice el joven intelectual, que ha sufrido acoso y censura orquestados por la Seguridad del Estado.

La Habana
El crítico de arte cubano Raymar Aguado Hernández.
El crítico de arte cubano Raymar Aguado Hernández.

El primer sitio donde se reunirían los integrantes de La Peor Generación iba a ser La Madriguera, el 13 de octubre de 2022. Raymar Aguado Hernández, en aquel entonces especialista en crítica e investigación, artes visuales y gestión de promoción en la sede provincial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), coordinó el panel literario y recibió aprobación de la dirección de la organización.

Sin embargo, el 10 de octubre, Rafael González y Frank Armando Pérez, presidente y vicepresidente de la AHS, respectivamente, censuraron el evento. Esta fue la primera de muchas negativas: luego sucedió de manera semejante en el Estudio 50 y en el Centro Loyola.

A raíz de estos sucesos, Aguado, un poeta, ensayista y crítico de 22 años de edad, se posicionó bien al centro de la vista pública del arte y la intelectualidad y, por supuesto, de la Seguridad del Estado, a la que considera principal artífice de toda la censura vivida.

¿A qué disyuntivas te enfrentaste cuando te iniciaste en el mundo de la literatura y específicamente de la publicación?

El principal problema que existe en el mercado literario-ensayístico-periodístico cubano radica en la falta de espacios y la precariedad económica en la que se encuentran las personas dadas a las letras y la opinión, salvo si esta va de la mano con la política interna en su sentido más explícito. En mi caso particular, no ha sido fácil encontrar espacios de publicación para la fertilidad creativa que me propongo, tanto que me he visto obligado a estar meses sin publicar por no tener certeza de qué medio me aceptaría los textos. Luego de que mi nombre tomara cierto "vuelo", se me ha hecho más fácil el discurrir por el circuito de publicación. Si antes algunos medios metían en gaveta a mis textos durante meses, ahora ya no es así, pero esto es consecuencia de una serie de fenómenos internos que han propiciado una mejor posición de mi nombre.

Las revistas culturales oficialistas son un asco, con un pésimo rigor editorial y una excesiva mediocridad de contenido, pero qué podemos esperar de un marco cultural donde el "crítico" más mostrado es Yuris Nórido. En cuanto a las revistas independientes, soy de la opinión de que necesitan solidificar una línea editorial y potenciar la crítica como sostén de un capital a la altura de nuestro contexto, exento de falacias de calidad mercantilistas y snobistas. Necesitan velar por la integridad de sus colaboradores y darse a la tarea de buscar nuevas perspectivas discursivas en los diferentes ámbitos de la opinión. Hay mucho por hacer y desmontar en el circuito "elite" de la literatura no institucional cubana, sobre todo desmontar ese mito de "elite" y centrarse en los postulados formales que exige la dinámica actual de las letras y las artes.

Otra de las problemáticas más acuciantes, y de la que más descreen los medios de prensa independiente, es la orfandad económica de las personas que se dedican a la crítica y al periodismo cultural, en contraposición a las que se dedican a la opinión política y otras aristas más "picanticas".

Esto solo logra amedrentar la capacidad de creación de las personas dadas a esta rama y obligarles a reubicarse en otras líneas de escritura, más enfocada en la política y la narración de las dinámicas sociales. Situación que resulta problemática para la salud de la labor crítica en la actualidad. Así, también descreen del factor riesgo que representa escribir para un medio tachado por el poder político estando en Cuba.

¿Cuándo y por qué Raymar Aguado decide que la crítica es el lugar al que debe ir?

Desde mi primera publicación tenía claro que la crítica cultural era lo mío. Hace años no escribo poesía y hace muchísimo más que no escribo narrativa.

La crítica es un puntal de legitimación importantísimo para la creación artística y los procesos estéticos-discursivos de la sociedad. Lamentablemente, la mayoría de la crítica que se hace en Cuba está inundada de sesgos clasistas y excluyentes, esto potenciado por lastres históricos y mercantiles.

La cultura popular está, dentro del marco elite, marginada y/o instrumentalizada para fines lucrativos. Se ha vuelto un business excelente el tema de la crítica, por eso nos encontramos postulados sin ningún rigor contextual, emisiones de juicios concluyentes e ingenuos en materia de análisis epocal, y una meritocracia vomitiva en la que se escudan personas que generan líneas de opinión harto nocivas para las dinámicas socio-culturales de la actualidad.

Hay mucha opinión y poca argumentación, muchos adjetivos y poca concreción, demasiados opinadores y poco rigor crítico. Es tiempo de ir desjerarquizando la "muela bizca" que no concluye sino en panfletos coloridos y retórica. Estos tiempos exigen una crítica estricta y exenta de las pretensiones elitistas y dogmas academicistas.

A eso quiero dedicarme, a una crítica enfocada en la desjerarquización de la "elite", que promueva y valide la totalidad de saberes y postulados estéticos de la cultura popular, que transite por la línea decolonial y, sobre todo, que ponga fin a la tradición clasista, esnobista y mercantilista en que se halla sumergida la crítica.

¿Cómo llega Raymar Aguado a La Peor Generación? ¿Cuál era tu rol inicial en este proyecto y en qué devino todo esto?

La Peor Generación llega a mí como una antología. Luego Alejandro Mainegra, a nombre de La Tertulia, me propone realizar un panel donde las personas antologadas en el volumen, así como otros nombres de interés en el patio, pudieran estar de frente a un público y que este último les pusiera cara, voz, que pudiera acceder a ellos de manera directa y saberse de frente a la persona tras los textos.

Mi rol inicial era el de productor del evento. Hace tres años hago trabajos de producción y para mí era un placer tremendo poder apoyar esa idea. Luego de la primera censura, quedo al frente de la organización general del evento y, bueno, me tocó batirme con la dura. Después vinieron más censuras, amenazas, acoso a los panelistas, intentos de descrédito en redes sociales, ofensas, atropellos y etc., aunque conmigo no se metieron directamente.

Sabemos qué nombres, por su entereza ética y altura intelectual, hacen temblar de miedo al poder político cubano, particularmente el mío no figura en esa lista.

Luego La Peor Generación se convirtió en un latir generacional, marcado principalmente en redes sociales. Consecuencia de eso es un dossier publicado en La Joven Cuba, donde varias de las personas involucradas comparten realidades en torno a este fenómeno. Adelanto que saldrán más textos... es la única opción que deja el orden represivo que impone la élite de poder en Cuba.

Algún día se materializará el panel, y podré abrazar a todas esas personas.

Seguridad del Estado vs. Raymar Aguado: ¿qué no se sabe de la represión que has sufrido?

He tenido varios encuentros con la SE, aunque hacerlo público nunca me ha sido atractivo.

Las advertencias que he recibido, en dos encuentros formales, otras tantas indirectas y otras vía WhatsApp han sido paternalistas. Ejemplos: "No te metas en candela, mi sobrino, tú eres un muchacho bueno". "Hemos visto a muchos intelectuales como tú caer en el juego del enemigo". " Jóvenes como tú son los que se necesitan aquí, no te dejes engañar". "Estás siendo víctima de la propaganda del enemigo". "Esa posición no te ayuda ni a ti ni al país". "Nosotros podemos ayudarte a conseguir espacios. El trabajo que haces tú, siendo tan joven, es muy valioso". "Cuidado con lo que hablas, te puedes buscar problemas en el trabajo o la escuela". "Tus padres son personas intachables y revolucionarias, no les busques problemas".

Ellos lo que no saben, o no quieren saberlo, es que revolucionario soy, aunque no desde la usurpación conceptual que ellos hicieron de esa palabra.

En las semanas en que se intentó hacer el panel de La Peor Generación fue cuando más tensión sentí, ya que vi como presionaron a muchas de las personas involucradas de modos muy bajos.

Tomando en cuenta las experiencias de varias de mis amistades, quienes sí han sido atropelladas y abusadas por el orden represivo y abusivo del totalitarismo militar cubano, mis encuentros con la Seguridad del Estado han sido paseos, eso lo tengo claro. Aunque acoto, como diría un tema de Kamankola, "que venga la fiera, que la estoy esperando". Cuando se lucha por la justicia social, la prosperidad y los derechos de las personas, no puede haber miedo, más si es desde el patriotismo, el respeto a la integridad ajena y la democracia. Por eso vivo tranquilo, mi lucha es legítima, legal y sin rencores ni odios. Allá ellos con su conciencia.

¿Cómo ves el arte en Cuba, en cuanto a su calidad y valor social? ¿A qué destino de conciencia y labor social crees que deba arribar el arte y la literatura cubanas para convertirnos en la sociedad con que sueña Raymar Aguado?

La creación en Cuba está dividida en un sinfín de facciones, que se diferencian en sus rasgos más acentuados y pretensiones ideoestéticas. Lamentablemente, las facciones más saludables se encuentran fuera de Cuba y las que aún quedan están muy desamparadas económicamente, o muy viciadas o instrumentalizadas en modo superlativo.

Esto ha traído consigo el aflore de la mediocridad, potenciado principalmente por las políticas culturales por las que se rige el esquema institucionalista nacional. Aunque en el otro extremo nos encontramos con un padrinazgo a todo discurso que se plante frontal al sistema de Gobierno, del cual se obvia su entereza y calidad, acentuando principalmente su intención final, que en muchos casos carece de savia estética y narrativa. Ambas son terribles.

Es muy relativo el valor social del arte y la literatura que se hace en Cuba, ya que estos conceptos (arte y literatura) están secuestrados por una élite clasista y excluyente que margina todo lo que huya de su pretensión pudorosa e higienista. Por eso no creo exista un valor social de lo concebido como arte por esa elite; es una estructura que necesita ser desmontada urgentemente.

Es menester descentralizar las dramaturgias creativas y los postulados estéticos de valor para la realidad social, que por demás es la contextual, histórica e inmediata, la real, lo demás es construcción y esnobismo, tan siniestro y excluyente como la censura. Esta última es otra de las que no deja establecer el nexo entre los creadores y la sociedad, dado que el constructo narrativo de la clase élite de la cultura institucional es completamente desfasado, puesto a dedo y mediocre.

Elementos como el reparto y otras prácticas más cercanas a la identidad popular siguen bajo el estigma de marginal, inmoral, etc., aunque en los últimos años se les ha intentado instrumentalizar de modo aberrante. Esa inclusión del reparto en el esquema institucional solo será aceptada por mí cuando exista una empresa que los respalde, premios que reconozcan la trayectoria y creación de sus exponentes y se les otorgue el valor cultural que poseen; el resto es simplemente pan y circo, una estrategia viejísima de las élites en Cuba para ganar adeptos o provocar enajenación en la población del país, que en su mayoría, disfruta este género. Walterio Carbonell, en Crítica: Cómo surgió la cultura nacional, de 1961, explica cómo en el período republicano la élite hurtó el capital cultural de los sectores populares con finalidad política. Temo que esto se trata de hacer con el reparto y otros géneros cercanos.

Por otra parte, el arte necesita ser descolonizada en su totalidad. Los sesgos excluyentes de esta son leitmotiv en los principales escenarios del mundo, y por supuesto, Cuba no está, ni remotamente, exenta de esta condición.

Aquí entra a colación la crítica y su papel transformador y revolucionario en los principios culturales por los que se rija el país. Hay mucho machete por dar todavía.

Si te soy sincero, no sueño con ninguna sociedad, no sé qué sociedad quiero, no la tengo estructurada. Pero algo sí tengo claro, y es qué sociedad no quiero: trabajo y escribo para poder escaparle a esta.

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2 comentarios

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Pronto lo veremos por acá, pues no aguantó la presión, la nueva generación intelectual nada más le muestran un carné del G-2 salen a pedir visa...

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23 años de edad con valores, intelecto y perspicacia.