Back to top
Sociedad

¿Cómo sobrevivir con un refrigerador Haier?

Ante el rápido deterioro de los refrigeradores que les vendió el Estado hace diez años, los cubanos inventan soluciones.

La Habana

Entre los años 2006 y 2009 brigadas de trabajadores sociales recogían los refrigeradores antiguos en todo el país y asignaban por cada unidad entregada un ejemplar de la marca Haier. El "beneficiario" recibía estos equipos de fabricación china por concepto de compra al Estado, pagándolos a plazos al Banco Central de Cuba en cuotas mensuales de unos 50 pesos cubanos (dos pesos convertibles, CUC).

Se suponía que los nuevos equipos ahorrarían energía y que su reparación sería más fácil que la de los refrigeradores que conservaban los cubanos desde antes de 1959. Era una trampa.

Dos herencias principales dejó aquella fiebre energética: deudas y dolores de cabeza. Las primeras, están casi totalmente saldadas diez años después, según una funcionaria del Banco Metropolitano en Alamar.

"Gracias a que por fin tomaron la decisión (el Banco Central de Cuba) de impedir cualquier trámite bancario a los morosos, ya no quedan casi deudores", dijo la funcionaria con alivio. Pero para los propietarios los problemas, lejos de acabar, se acrecientan.

La China tiene un Haier HRF-250E, por el que ha pagado 6.019,68 (pesos cubanos, CUP) en diez años (unos 250CUC). Se descompuso hace cuatro semanas, cuando aún le quedan 492 pesos por pagar, equivalentes a ocho mensualidades.

Ella lo reportó al taller estatal correspondiente a Centro Habana, su municipio, y días después se presentó en su casa un mecánico para hacer un diagnóstico.

"Dijo que es el motor. Pero en el taller ahora mismo no hay piezas y hay un listado donde me tengo que anotar para que, en la medida en que vayan entrando las piezas al país, me llamen cuando me toque el turno", explica.

La China, que vive con dos hijos adolescentes y brega con tres empleos para poder mantenerlos, lamenta haber adquirido esa deuda con el Estado.

"Lo que más me duele es que mi antiguo Frigidaire estaba bastante bueno, pero me dijeron que ya no habría piezas de repuesto para su reparación y, claro, tuve miedo y lo cambié", afirma.

El precio que fija el taller estatal para la reparación, que incluiría la venta de un nuevo motor y de una junta para la puerta, es de 950CUP (casi 40CUC), un monto que ella no puede pagar con un salario de un mes.

Los precios mínimos de los equipos refrigeradores en las llamadas Tiendas Recaudadoras de Divisas rondan los 350CUC. Pero los modelos más grandes y sofisticados pueden llegar a superar los 1.000CUC, impensables para la mayoría de los cubanos.

El salario medio mensual en Cuba no supera los 30CUC al mes, según datos oficiales. El Gobierno equipara el CUC al dólar estadounidense.

Otra afectada por la trampa de los Haier es Cristina, vecina de Cojímar, que tiene su refrigerador roto desde hace dos meses.

"El técnico me dijo que debe haber un salidero. Si es en los conductos, cuando haya material lo debo llevar al taller para que lo arreglen. Pero si descubren que es en el armazón será peor, para eso hay una cola que no avanza desde noviembre (de 2017)".

Soluciones desesperadas

Las juntas son un problema común entre los dueños de estos equipos. Y, como era de esperar, en situaciones de aprieto la creatividad produce soluciones asombrosas.

"Pongo una cinta alrededor de la puerta y la amarro, para que el frío no se escape", dice Martica, de Centro Habana.

María Elena resuelve "con una silla pegada a la puerta, porque ni en las tiendas en divisa he podido encontrar la maldita junta".

Otras soluciones son el cierre con candado o incluso la inclinación del equipo unos cuantos grados hacia atrás, para que la puerta caiga por gravedad en su sitio.

Ante la ineficacia del servicio estatal, la alternativa son los talleres de reparación particulares, gran parte de ellos clandestinos. Trabajan con piezas "recuperadas" y, en ocasiones, con material robado de los locales del Gobierno.

"Reparar un motor de ese tipo cuesta 80 dólares por los particulares", dice Juana, cuyo Haier "se quemó por un bajón de voltaje".

"Mi marido todavía no había ni terminado de pagarlo y estuve ocho meses reuniendo el dinero para poder sustituirlo".

Acostumbrada a luchar por sus hijos, La China se ha fabricado una rústica "nevera" de poli espuma. Mantiene frescos los alimentos gracias a la solidaridad de algunos vecinos que le suministran pomos con agua congelada.

"Inventé esa nevera inspirada en los vendedores de helados callejeros", dice mientras sigue esperando su turno en el taller.

"Una tiene que estar llamando todos los días porque, si no, violan el turno. Si viene alguien y les da dinero, lo pasan delante, y si tienen algún amigo en la cola, ni se diga".

Otros propietarios, sin embargo, afirman haberse beneficiado con los Haier pues sus equipos antiguos estaban demasiado deteriorados, tras décadas de uso.

"El de nosotros consumía mucho voltaje. Como las líneas eléctricas están tan malas, es mejor el Haier, que consume poco", dice Mariela.

Para la rotura de los equipos por inestabilidad del voltaje, la Unión Nacional Eléctrica prevé la sustitución o reparación de los mismos bajo su cargo. Pero hay que demostrar que fue esa la causa de la rotura y los afectados se quejan de que es difícil.

"Es una trampa. Nunca les puedes demostrar", dice Juana.

Para las personas que compraron los Haier, estos han significado una enorme deuda que, en la mayoría de los casos, consideran innecesaria. El temor a que no hubiera piezas de repuesto para sus antiguos equipos, se ha materializado de todas formas por la ineficacia de un Gobierno que olvida muy rápido sus "revoluciones".

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.