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Educación

La otra cara de la enseñanza en Cuba: la Batalla de Ideas

'La enajenación, el voluntarismo, el mesianismo y el verticalismo hicieron creer que los problemas de la humanidad se resolverían extendiendo ese método al resto del planeta.'

La Habana
Fidel Castro y Elián González.
Fidel Castro y Elián González. Radio Rebelde

El 5 de diciembre de 2004, en el discurso de clausura el VIII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), Fidel Castro ponderó el concepto "batalla de ideas" en un escenario de empeoramiento de las condiciones de vida, como consecuencia de la desaparición de la Unión Soviética. Los síntomas más visibles de tales circunstancias para Cuba se reflejaron en las manifestaciones del 5 de agosto de 1994 conocidas como "El Maleconazo", y en la fuga de 33.000 cubanos. La crisis, denominada con el eufemismo "Periodo Especial en Tiempos de Paz" puso al desnudo la inviabilidad de los proyectos revolucionarios dependientes de las subvenciones externas.

En ese contexto, en lugar de rectificar el rumbo equivocado, el Gobierno implementó un paquete de medidas coyunturales para esperar "mejores tiempos", los cuales llegaron en 1998, cuando Hugo Chávez se impuso en las elecciones presidenciales de Venezuela. Ello permitió al régimen cubano financiar planes monumentales sin sustento económico propio, obviando la reforma estructural que el país requería.

El término batalla, de origen militar, designa el combate entre dos ejércitos, donde el fin de cada uno es vencer al otro. Trasladado al campo de las ideas, su función ya no es el combate, sino el convencimiento y la búsqueda de verdades, proceso en el que aún las ideas erróneas desempeñan un papel. Sus premisas: la libertad de expresión, la igualdad de oportunidades y el respeto al diferente —antípodas de la guerra—. El vocabulario más adecuado no sería, pues, el de batalla, sino el de debate de ideas.

El empleo del concepto por Fidel Castro no fue una novedad. Karl Marx, el autor del Manifiesto Comunista, lo utilizó en la década de 1840 en su crítica a la filosofía alemana; Antonio Gramsci, uno de los fundadores del Partido Comunista de Italia, consideraba que ganar la batalla de las ideas era tan importante como controlar los medios de producción. Incluso figuras políticas de signo contrario a los anteriores, como la británica Margaret Thatcher, también usó la expresión.

En Cuba, la Batalla de Ideas emergió al calor del litigio por la paternidad del niño balsero Elián González Brotons, sacado de la Isla por su madre en noviembre de 1999, quien junto a su hijo huyó en una frágil embarcación y pereció en el mar. Elián, asido a un neumático, fue rescatado, entregado al servicio de guardacostas. Posteriormente le fue concedida la custodia legal a su tío abuelo.

Reclamado Elián por su padre desde Cuba, y fracasadas las negociaciones del Gobierno norteamericano con sus familiares en Miami para su devolución, el Departamento de Justicia ordenó su rescate con el propósito de entregarlo a su padre. Este hecho, si bien pudo resolverse por la vía jurídica y diplomática, debido a las relaciones conflictivas entre los gobiernos de Cuba y EEUU, fue utilizado por el Gobierno de la Isla para fines políticos.

Los antecedentes cubanos de la Batalla de Ideas se hallan en otras tantas "batallas" libradas contra el analfabetismo, el dengue, las conductas delictivas, por el sexto y el noveno grado, la producción lechera y ganadera, la universalización de la enseñanza y la Zafra de los Diez Millones de toneladas de azúcar, por solo citar algunas de ellas.

Marchas combatientes, "debates" televisivos, consignas y actos públicos en todos los municipios del país —conocidos como Tribunas abiertas— conformaron la Batalla de Ideas, que generó una movilización permanente para revertir el desaliento provocado por el derrumbe de la Unión Soviética, y a la vez preparar un "ejército" que posibilitara extender esas ideas al resto del mundo.

Ese fue el tema central de las palabras de Fidel Castro en el VIII Congreso de la UJC, donde, citando discursos anteriores, manifestó: "Esta lucha de la que estamos hablando va a ser fundamentalmente una lucha de ideas (…) Las ideas, que son la materia prima con la que se forman conciencias, son la materia prima por excelencia de la ideología (…) En esta lucha de tipo ideológico, las armas fundamentales son las ideas, las municiones fundamentales son las ideas, y nosotros tenemos que pertrechar de ideas a nuestros cuadros, para que ellos, a su vez, las vayan trasmitiendo a toda la juventud y a todo el pueblo (…) Sin las tareas que ustedes tienen que cumplir, sin el trabajo que ustedes van a realizar —y lo van a realizar, no tengo la menor duda, de forma absolutamente exitosa—, no se podría hablar de lo que soñamos, no solo para nuestros compatriotas sino para todos los habitantes de este planeta".

La militarización era el propósito manifiesto; mientras la enajenación, el voluntarismo, el mesianismo y el verticalismo, hicieron creer que los problemas de la humanidad se resolverían extendiendo ese método al resto del planeta.

La relación de la Batalla de Ideas con la enseñanza radica en que esta última, al estar subordinada a una ideología, deviene mecanismo de retroceso. Lo ocurrido en Cuba a partir de 1959 lo confirma. El adoctrinamiento ideológico, iniciado con las Escuelas de Instrucción Revolucionaria y la alfabetización se extendió al sistema educativo.

El 3 de diciembre de 1999, la Batalla de Ideas tuvo su primera manifestación práctica:  la protesta "espontánea" escenificada por los mil miembros de las Brigadas Técnicas Juveniles ante la Oficina de Intereses de EEUU. Acto seguido se pusieron en marcha cientos de programas a los que Fidel Castro —según sus propias palabras— dedicó personalmente "más de 7.000 horas de provechoso e inolvidable esfuerzo".

Los recursos empleados y la dimensión de tal estrategia la misma son medibles: se compró un millón de televisores a China; se inauguraron miles de salas de televisión; se adquirieron dos nuevas y modernas imprentas; se construyeron miles de obras de educación, salud e instituciones culturales; se crearon dos nuevos canales educativos; unos 10.900.000 cubanos participaron en las 161 Tribunas Abiertas y otro tanto en las 18 marchas efectuadas; se realizaron 1.030 mesas redondas y se creó el Ministerio de la Batalla de Ideas, que manejaba más recursos que cualquier otro organismo del Estado: datos demostrativos de que el control totalitario lo puede todo, pero a la vez lo destruye todo.

Para encabezar al Estado Mayor de la Batalla de Ideas se designó a Otto Rivero, entonces secretario general de la UJC. Cinco años después, Otto y sus subordinados fueron defenestrados y el acondicionamiento en marcha de la edificación del  ministerio con más poder y recursos de Cuba, se detuvo.

La Batalla de Ideas ocasionó un daño antropológico generalizado: una elevada cifra de jóvenes talentosos, que por actuar, discrepar, negarse a ser miembro de la UJC o siéndolos, no pudieron ingresar a la enseñanza superior fueron separados o expulsados de las universidades, como lo viene demostrando en sus informes mensuales el Observatorio de Libertad Académica.

Las manifestaciones masivas de miles y miles de cubanos el 11J —en su gran mayoría jóvenes— y las continuadas protestas desde esa fecha hasta el presente confirman el fracaso de la Batalla de Ideas y del intento de exportarlo al resto del planeta.

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4 comentarios

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Profile picture for user Ana J. Faya

Una de las características --para mí la peor-- de esa "batalla de ideas" desatada tras el asunto de Elián, fue la utilización de niños una y otra vez, sacados de las escuelas para participar en tribunas políticas. Fueron decenas de niños y niñas en uniformes escolares convertidos en papagallos del Adulto en Jefe frente a micrófonos por toda Cuba. Niños y niñas utilizados para la política. Decir que no tenían autorización previa de los padres es llover sobre mojado. No se les pide nunca, y de hacerlo y negarse se pagan caro las consecuencias. Esas son las "batallas" de la educación bajo ese régimen.

Profile picture for user Amadeus

Esa foto del artículo es siniestra. Saruman El Tenebroso, con una sonrisa malévola, agarra por el brazo a un niño, que luego se convertirìa en un zombie. Jo! Happy Halloween!

Con el lavado de cerebro que le hicieron (con todos los hierros), escasamente pudo haber salido mejor--y los que lo pusieron en tales manos nunca han expresado ni siquiera preocupación, por no hablar de pena ni remordimiento. Claro, tan pronto "ganaron" la pelea, se desentendieron del asunto. Miserables.

Profile picture for user Plutarco Cuero

¡¡¡ L A __ B A B A T A L L A __ P E R D I D A !!!