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Arte

'7WateryTales' llega como una ola para curar el espíritu de la artista cubana Alejandra Glez 

La artista visual habla con DIARIO DE CUBA de su nuevo proyecto sobre el mar, tras pasar años trabajando con historias de mujeres víctimas de abusos.

Madrid
La artista visual cubana Alejandra Glez. DDC TV
Alejandra González.
Alejandra González.

La artista visual cubana Alejandra Glez, está trabajando en un proyecto que, según dice, podría sanar su espíritu. "Este proyecto surge de la necesidad de un mar en una ciudad como Madrid. Yo siempre he tenido una conexión especial con el mar, cuando vivía en La Habana siempre me acercaba a hablarle, era mi confidente y allí lo soltaba todo", explica la creadora de 7WateryTales en entrevista con DIARIO DE CUBA.

Este proyecto, que según Glez está solo empezando a gatear, se basa en una investigación que "mezcla lo que surgió en África y luego se asentó en Cuba. Siete es el número que representa en la religión yoruba a Yemayá y Olokun, dioses del mar. 7WateryTales pasa por la fotografía, el performance y el videoarte. Estoy como una niña chiquita con ese proyecto".

La presencia del mar llega como ola que arrasa con el desgaste que sufrió la artista en proyectos anteriores, que tenían como centro a la mujer. "Era un trabajo muy desgarrador. 7WateryTales nace para poder sanar mi mente y mi espíritu, porque llevo diez años trabajando con traumas, personas que necesitan contar algo y sacarlo, buscándome primero en ellas y después trabajando con el autorretrato, que fue cuando decidí abrirme y contar sobre lo que he pasado con mis crisis de ansiedad y pánico". 

Glez ha canalizado en su obra historias de violaciones, maltrato doméstico, abusos en la niñez…"En el último proyecto que hice, que no se ha expuesto todavía, trabajé con mujeres que habían sufrido intentos de feminicidios. Cada testimonio era peor; eran mujeres que habían sido quemadas, que les amputaron partes de su cuerpo, que fueron víctimas de trata. Me obsesioné a un punto en el proyecto, que me empecé a hacer daño psicológico, y ahí decidí empezar a hablar de otra mujer, la más grande, el mar, que también está sufriendo muchísimo. No estamos siendo conscientes del daño que le hacemos a la naturaleza".

La artista cuenta que ahora va a terapia y ha conseguido hablar sobre las historias con las que ha tenido que trabajar estos años. "Antes no podía hablarlo con nadie, simplemente soltaba a través de la imagen".

Sobre sus comienzos en la fotografía, Glez cuenta que es la primera artista de su familia. "Al principio me costaba un poco hacerlos entender, pero mi mamá siempre fue muy comprensiva y me incitó a hacer lo que a mí me gustaba; ha sido un apoyo fundamental en mi carrera. Desde que era una niña he tenido mis traumas, entonces me escondía detrás de esa cámara, era la única forma de sentirme libre, de sentirme bien, y fue así, poco a poco, que entré a la escuela de fotografía".

El camino no estuvo exento de púas para la artista, quien lidió con prejuicios que aun existen en Cuba. "Las madres de mis amigas siempre decían 'con las notas que tienes cómo no vas a entrar en la universidad'. En Cuba tienen el pensamiento de que todos tienen que ser universitarios. Entré a la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana (EFCH), privada, y empecé a hacer pasantías en Europa, en estudios de artistas como José María Mellado. La clave en mi carrera es el coleccionista Luciano Méndez, él fue mi mecenas desde el comienzo y es como un padre para mí. Ahora estuve en Cuba y hablamos. Me ayuda mucho en la parte de cómo me proyecto como artista. Él fue quien me dio las herramientas para llegar a donde estoy hoy".

Alejandra Glez viene de una familia matriarcal y esa fuerza la ha usado para abrirse paso en el mundo del arte, donde dice no haberse sentido menospreciada por ser mujer. 

"Desde muy pequeña me quedé sola con mi mamá y mi hermano. Veía a mi madre como una figura completa, esa carencia del hombre la sentía por mi padre, pero no por una cuestión práctica, entonces tengo un carácter fuerte que me permite imponerme, dar a entender lo que quiero y defenderlo de la mejor forma posible".

Como sueño profesional, Glez pide lo fundamental, "la claridad de crear cosas con coherencia, que la gente se pueda identificar con la obra y que el fin de la obra beneficie al espectador, no solo a mí como artista. Quiero llegar a un punto en el que mi carrera esté consolidada, y esa base se da por la existencia de una buena obra detrás, que sea consecuente contigo como persona".

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