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Política

Díaz-Canel solicita el concurso de sindicalistas oficialistas para superar la crisis energética

Nada dijo de las dificultades que afrontan los trabajadores de ese sector, y que han provocado un gran éxodo hacia otros sectores de la economía.

La Habana
Miguel Díaz-Canel de visita en la termoeléctrica Máximo Gómez.
Miguel Díaz-Canel de visita en la termoeléctrica Máximo Gómez. Prensa Latina

Después de visitar todas las termoeléctricas del país, de reunirse con directivos y especialistas de esas entidades, y de comparecer  varias veces ante las cámaras de la televisión para explicar la situación que afronta el país con la generación de electricidad, el mandatario Miguel Díaz-Canel ha decidido recurrir a la que tal vez sea su última carta en pos de solucionar un problema que agobia al cubano de a pie, y que resquebraja la imagen de su régimen.
 
Se trata del encuentro que el gobernante sostuvo con los delegados al Pleno del Comité Nacional del Sindicato de Trabajadores de Energía y Minas, celebrado recientemente en La Habana. Una reunión calificada como muy importante por Díaz-Canel, quien definió al sector energético como de gran trascendencia para la economía nacional.

Tanto el mandatario como el resto de los participantes en la cita coincidieron en la importancia de las dos vertientes de la labor sindical en la actual sociedad cubana. Por una parte, ser la representación de los trabajadores ante la sociedad y el Estado, y por la otra, viabilizar su movilización práctica en la defensa del socialismo. Es decir, servir de correa de transmisión para que a la masa obrera lleguen las directivas de la cúpula del poder.

Sin embargo, en este encuentro hubo mucho de lo segundo, y casi nada de lo primero. La ocasión fue aprovechada por el heredero de los Castro para recabar el concurso de los trabajadores de este sector en la solución de los agudos problemas que enfrentan todas las termoeléctricas del país. Dijo el mandatario que la estrategia para recuperar la capacidad de generación eléctrica en el país pasa por aumentar los mantenimientos de las unidades generadoras, así como la realización de nuevas inversiones. Y como ya es habitual en sus discursos, clamó por aumentar la innovación científica y tecnológica en el sector.

En otra parte de su intervención en este convite, el señor Díaz-Canel apuntó: "En la empresa estatal debe funcionar la democracia socialista, con la existencia de espacios y ambientes suficientes, propiciados por las administraciones, para que los trabajadores puedan decir lo que piensan, criticar, proponer soluciones que se incorporen a los planes, y luego participar en su implementación y control" (Trabajadores, edición del 19 de septiembre).

Mas, al parecer, la realidad no sintoniza con el planteamiento del mandatario. Porque si de verdad los trabajadores pudieran decir lo que piensan y expresar sus inconformidades, quizás se hubiese podido evitar el gran éxodo de trabajadores energéticos hacia otros sectores de la economía.

Según datos aportados por el secretario general del Sindicato de Energía y Minas ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, durante el año 2021 un total de 6.212 trabajadores abandonaron el sector energético. Y al cierre del primer semestre del actual 2022, lo habían hecho un total de 5.769 trabajadores (Trabajadores, edición del 25 de julio). Es casi seguro que tales salidas de este sector, en muchos casos de trabajadores muy capacitados, haya contribuido a incrementar la crisis de la generación eléctrica en el país.   

En el propio encuentro de Díaz-Canel con los sindicalistas del sector energético se dio a conocer la noticia de que los niveles de exportación planificados no se cumplen, en especial lo relacionado con el níquel. El país no ha podido aprovechar los altos precios del níquel a nivel internacional debido a que se incumple la producción física de ese mineral.

Según datos aportados por Consulting Havana Group, los ingresos que Cuba obtuvo por las exportaciones de níquel en el 2020 (623 millones de dólares) están muy por debajo de los recibidos por la llegada de remesas, las misiones médicas en el exterior y el turismo, los que en todos los casos superan los mil millones de dólares.

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