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Deportes

Impedir las fugas de atletas: otra misión imposible para el régimen cubano

Los funcionarios del deporte deberían ir comenzando a entrenar para tratar de representar al régimen en los eventos internacionales.

Madrid
Ilustración.
Ilustración. Diario de Cuba

Cuando las autoridades deportivas cubanas debían estar intentando recuperarse del pésimo desempeño de la delegación de la Isla en el Mundial de Atletismo de Oregón 2022, va la discóbola Yaimé Pérez, campeona en Doha 2019 y se les queda en Estados Unidos, justo el 26 de julio.

La también medallista de bronce en las olimpiadas de Tokio 2020 se convirtió en la atleta número 22 que ha abandonado una delegación cubana en el presente año, según indicó el periodista deportivo Francys Romero. 

Lo alarmante no es solo la cifra de 22 fugas en siete meses, a un ritmo de tres por mes —sin detenernos los atletas que han solicitado su baja del deporte estatal— sino que estas se producen justo cuando el régimen cubano ha estado haciendo las cosas "bien". O sea, tan bien cómo su lógica le permite hacerlas.

El régimen hace rato entendió que los estímulos morales resultan insuficientes para convencer a nadie, menos a los atletas, de quedarse en Cuba. Por eso, sin renunciar al garrote, recurre a la zanahoria: mientras por una parte destierra, al menos durante ocho años, a los deportistas que aprovechan competiciones internacionales para "dejársela en la uña", hace años aprobó el pago de estipendios vitalicios para medallistas olímpicos y mundiales, aunque muchos atletas se quejan por las demoras en los pagos y la suspensión de estos ante lo que se consideran "indisciplinas", como le tocó sufrir al multimedallista olímpico y mundial Leonel Suárez

No se sabe cuánto cobraron los medallistas de Tokio 2020, pero es probable que hayan sido sumas similares a las de 2016, cuando recibieron 5.000 dólares por el oro olímpico, 2.500 por la plata y 1.500 por el bronce, aunque esas sumas no les fueron entregadas en efectivo, sino depositadas en cuentas bancarias en pesos cubanos.

Entre los atletas a los que el régimen les pagó montos que para los profesionales de otras ramas dentro de Cuba resultan inalcanzables, además de los mencionados estipendios, estaban el campeón olímpico de Río de Janeiro 2016 y bicampeón mundial (Las Vegas 2015 y Kazajistán 2019) Ismael Borrero y la discóbola Pérez. Ambos fueron elegidos mejores deportistas del país en 2019 y tres años después abandonaron delegaciones en el exterior.
 
Pérez también se convirtió en la tercera atleta premiada con un vehículo este año, a la que ojos que vieron partir con una delegación oficial no vieron volver.

En enero pasado, el estatal Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación (INDER) entregó vehículos a campeones y medallistas olímpicos por sus logros (no solo de artesanías, refresco y pescado vive el boxeador Julio César La Cruz). El campeón de Tokio en canoa, Fernando Dayán Jorge, no esperó dos meses para fugarse en México. Cinco meses más tarde, el campeón olímpico de boxeo en Tokio Andy Cruz, de la lista de premiados, intentó salir del país de manera ilegal, sin éxito. 

Como castigo, el INDER lo expulsó… después que él solicitó la baja. Su intento de salida parece más inexplicable luego de que el INDER anunciara la inserción de los boxeadores cubanos en circuitos profesionales, 61 años después que Fidel Castro eliminara el profesionalismo del deporte en la Isla. 

O sea, que además del carro y el estipendio, Cruz podría boxear como el profesional que ya era, solo que mejor pagado y con el título oficial de púgil profesional, con la mediación de la estatal Federación Cubana de Boxeo, que decidiría dónde, cuándo y con quién pelearía, de acuerdo al contrato que firman los atletas. Dicho contrato también estipula que el boxeador debe retornar a Cuba, tras finalizar las peleas. Los peleadores se quedan con el 80% de lo que cobran. 

Sin embargo, Cruz optó por desligarse del deporte estatal, algo que el régimen no puede explicarse y a lo que debe estarle dando vueltas.

Desde 2013, el Gobierno abrió las puertas a la contratación de atletas cubanos en el extranjero, a través de las entidades estatales. Ni esto ha funcionado como muro de contención para las fugas. Evidencia de ello es el pelotero Andy Rodríguez, quien en 2021 (año también marcado por los abandonos y en el que se estableció la cifra récord de 12 peloteros fugados durante el Campeonato Mundial Sub-23 de Béisbol) prefirió quedarse en Estados Unidos al finalizar el torneo Preolímpico de las Américas —en el que Cuba fue eliminada y por primera vez quedó fuera de la competencia de béisbol en unas olimpiadas— pese a que tenía un contrato a través de la estatal Federación Cubana de Béisbol (FCB) en la liga japonesa. 

Rodríguez prefirió romper el contrato y los vínculos con la FCB, pese a las consecuencias negativas que ello implicaba. La peor: no poder pisar su tierra natal en ocho años, como mínimo. Ese castigo, que equivale al destierro, no logra disuadir a los atletas.

En el caso del béisbol, el régimen cubano culpa de las constantes huidas al Gobierno del ex presidente estadounidense Donald Trump, quien echó atrás el histórico —y lucrativo para el régimen— acuerdo firmado por la FCB y Grandes Ligas.

El argumento de que el acuerdo contribuye a proteger a los peloteros de traficantes de atletas y de peligrosas travesías ya ha sido desmentido. Con dinero suficiente para comprar un pasaje a República Dominicana y sin restricciones para viajar fuera de Cuba ningún pelotero necesita de la FCB para firmar un contrato en las Mayores.

Por otro lado, la Administración Trump no sirve como pretexto para justificar las fugas en otras disciplinas e incluso de paratletas.

En este panorama, no debería extrañarnos que el Gobierno anuncie recorridos e intercambios con la población, tipo los realizados en 2019 para desarrollar el béisbol, con el objetivo de "pensar como país" —como dice la propaganda oficial— en cómo evitar las escapadas de deportistas, que no ha logrado contener ni con la autorización de contratos en el exterior, ni con prebendas, ni con castigos.

Como se hizo entonces con los criterios de la población, según el actual presidente de la FCB, esos hipotéticos "intercambios" desacharían las opiniones no "acordes con los principios de la Revolución", que consisten en la subordinación de los atletas a la ideología y a los intereses del régimen y la concepción del deporte como un arma para demostrar la superioridad del socialismo y de los deportistas como soldados.

Mientras el Gobierno no renuncie a esa concepción, habrá "continuidad"… en la pérdida de deportistas, por una vía u otra. Los funcionarios deberían ir comenzando a entrenar para tratar de representar al régimen en los eventos internacionales.

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6 comentarios

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La decadencia total del deporte cubano es el espejo del agotamiento y fracaso de la revolucióm. Después de más de 60 años la oligarquia militar no tienen nada más ofrecer que consignas y falsas promesas y ya esa milonga no la cantan las jóvenes generaciones que saben que el primo que vive en algún lugar allende los mares, vive mejor que él saltando vallas. Esas es la realidad que la gerontocracia castrista no quiere aceptar.

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Estamos ahora casi corriendo en dirección opuesta

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Y firmar a distancia de los bienes.

Profile picture for user Pedro Benitez

Yo te estoy esperando para primero firmar;

Sueldo medio de pelotero en el imperio 3.2 millones de $.
Sueldo medio en Cuba: ¿3200 $?

¿Y aún se preguntan por qué se van?

Sangre sudor y lagrimas les tocara regresar a los primeros planos en atletismo pues mundialmente todo ha cambiado,desde velocistas japoneses y africanos que siempre este ultimo dominaba las largas distancias ya veremos cuando en los Centro Americanos y del Caribe con Bahama,Trinidad Tobago,Surinam,Bermudas,Republica Dominicana,Puerto Rico y toda Centro America.