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Sociedad

Eusebio Leal admite el 'costo innegable' de que La Habana quedara 'detenida en el tiempo'

'Cuando uno la recorre observa la ciudad muy dañada y cubierta por un velo decadente', lamenta el historiador.

La Habana

El Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, lamentó que La Habana ha sufrido el "deterioro de la espera" y admitió que hoy la capital de Cuba está "muy dañada" y hasta en "decadencia".

"La Habana quedó como detenida en el tiempo. La voluntad de la revolución fue ocuparse del país", dijo a la AFP en una entrevista a propósito de los 500 años de la ciudad en 2019

Para Leal, este hecho "ha tenido su costo innegable" y señaló que "cuando uno la recorre observa la ciudad muy dañada y cubierta por un velo decadente".

Sin embargo, consideró que "paradójicamente, esto ha servido para que esté intacta urbanísticamente. No se han construido en la ciudad nuevos puentes, nuevas avenidas colgantes, no hay presión de tránsito, no hay demoliciones masivas como ha ocurrido en otras ciudades latinoamericanas", consideró.

Lo cierto es que el Estado, así como no ha levantado tales estructuras, tampoco se ha encargado de dar mantenimiento a la mayor parte de los inmuebles con muchos años de explotación. El 39% de las viviendas en toda la Isla se encuentra en regular o mal estado, según datos oficiales.

La escasez y el deterioro de edificios y casas es uno de los principales problemas que afectan a los cubanos y se agrava con cada ciclón o temporal que azota el país. La Habana y sus zonas céntricas no escapan a esta situación.

Leal pide no quedarse en la superficialidad

"La Habana no es solamente una ruina romántica ni es tampoco una ciudad solo de automóviles viejos americanos, ni una ciudad de rumberas y palmeras. Es una ciudad de una cultura intensa", señaló.

"Lo que sorprende es que no hay tiempo para asistir a una vida cultural que va del festival del ballet al del libro, al de ciudades patrimoniales y al del jazz. Y en las artes plásticas, es una de la más apetecidas por el coleccionismo mundial", celebró.

Tras la apertura a la inversión extranjera en la última década, tiendas de lujo de marcas "capitalistas" o restaurantes y hoteles edificados dentro de construcciones antiguas son parte del paisaje, compartiendo espacio con vetustos y humedecidos predios de techos altos y balcones coloniales, y también con inmuebles familiares a punto de derrumbe.

Leal apuntó que "La Habana ha sido escenario en los últimos diez años de una inyección poderosa dada por la acción individual (...) que ha permitido la resurrección de la arquitectura doméstica y una creación de puestos de trabajo".

Gran responsable de ello ha sido la apertura de los negocios por cuenta propia, que hoy representan el 13% de la fuerza laboral del país. Hospedajes privados y restaurantes atienden la demanda turística, en medio de una apertura económica, pero también enfrentando el control y las restricciones que impone el Gobierno.

La Habana fue una moderna urbe a principios del siglo XX, pero también un paraíso de organizaciones mafiosas. Tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959 se erradicaron los prostíbulos y casinos que inundaban la Isla, pero la ciudad fue desatendida.

A sus calles, poco iluminadas y con baches, llegaron 4,5 millones de turistas en 2017.

"La Habana es una ciudad alegre, divertida y con un pueblo solícito y hospitalario. Un lugar donde me sentí segura al andar por sus calles", dijo a la agencia francesa Debora Naves, una funcionaria judicial brasileña de 41 años, de vacaciones en la ciudad.

"Aunque creo que para poder reflejar toda la riqueza cultural que posee, necesita de inversión", consideró.

Leal dijo que "esa visión que tenemos de una ciudad viva pero tranquila, de un país en paz, sin crímenes colosales, es un atractivo interesante" y añadió que la gente quiere conocer La Habana "antes de que todo cambie".

En 2016, cuando la capital cubana recibió formalmente el título de Ciudad Maravilla concedido dos años antes, Leal dijo que La Habana estaba "intacta", lo que había "que tener ojos para ver la maravilla".

Leal es el fundador del conglomerado comercial Habaguanex SA, que fue absorbido por las corporaciones CIMEX y TRD Caribe, ambas pertenecientes al consorcio militar Grupo de Administración Empresarial (GAESA), perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y encabezado por Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, exyerno de Raúl Castro.

Junto a la inmobiliaria Fénix y la constructora Puerto Carena, Habaguanex formaba parte de un modelo de autogestión destinado a captar divisas para la reconstrucción del Centro Histórico, una iniciativa que transitó y salvó exitosamente el cruento "Periodo Especial" y que comenzaría a declinar con los estallidos de escándalos de corrupción en 2012.

Después de la labor de Leal durante décadas en La Habana Vieja, ya el barrio que reconstruyó y restauró no está bajo su jurisdicción ni la de su Oficina, sino en manos de las FAR.

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