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Apagones

Reverberos de alcohol, motorinas funcionado como lámparas: así soportan los cubanos los apagones

Campos sin regar, trabajadores que no pueden realizar sus oficios y ven afectados sus ya míseros ingresos: estos son algunos de los dramas que provoca la falta de electricidad en Cuba.

Mayarí
La sala de una casa cubana alumbrada por una motorina.
La sala de una casa cubana alumbrada por una motorina. Diario de Cuba

Leonardo, un cubano de 24 años residente en Mayarí, Holguín, se estaba cortando el cabello cuando llegó un apagón. "Tenía una parte de la cabeza rapada y la otra seguía con el pelo abundante", relata. "El barbero me dijo que si quería me terminaba el corte a tijeras, pero no quise porque mi pelado es moderno, con estilo, y no quería pasarme un par de semanas con un corte diferente".

"Eso, después de mentarle la madre varias veces a los gobernantes porque no lo dejan trabajar. Dice que a cada rato le pasa lo mismo, y ya le corta el pelo a los clientes nervioso, esperando quedarse a medias", añade. "Decidí esperar, pero era de mañana y salí de allí a las 6:00 de la tarde. Perdí el día en eso y el barbero rabiando porque no podía ganarse su dinero".

Yasmany es agricultor y, por el incremento de los robos en el campo, no puede dejar el sistema de regadío en los sembrados, debe cargarlo diariamente hasta la casa, aunque al otro día lo tenga que instalar de nuevo, una tarea titánica que obliga a regar solo cuando es estrictamente necesario.

"Llevo dos días seguidos arrastrando esas mangueras tan pesadas hasta la parcela y, cuando comienzo a regar, al ratico se llevan la corriente (eléctrica), y después te metes el día entero esperando y no llega. Tampoco podemos regar de noche porque también la quitan cuando más emocionado estás. Por otro lado, está el peligro de que estando lejos de la casa, de noche, los ladrones nos roben los animales de la corraleta. Es una 'cabeza de caballo' esto. Ni trabajar se puede".

El caso de Iliana también es difícil, pero buscó una alternativa: "tengo una niña pequeña y, para que pueda dormir con los apagones nocturnos, mi hijo mayor, que es aficionado a la electrónica, le ha inventado un ventilador con baterías de teléfonos que son de uso, y tres ventiladores de computadora. Todo un invento".

"Lo que menos parece es un ventilador, pero funciona. Gracias a eso la niña dejó de ponerse majadera con el calor sofocante y el zumbido de los mosquitos", agrega.

Más del 95% de los hogares de Mayarí usa la electricidad para la elaboración de sus alimentos, pues el servicio de gas es muy restringido y el uso de leña y carbón se mantiene solo en algunas zonas sin servicio eléctrico, o entre gente muy humilde y tradicional del campo. Las vicisitudes de las últimas semanas se han multiplicado porque ya no se trata solo de qué comes, sino también de dónde preparas lo que comes.

"En mi casa no nos gusta comer recalentado, pero ahora hay que hacerlo", cuenta Lilianna. "Lo que hago es cocinar siempre al tope de la olla, por si hay un apagón no me coja sin comida preparada. Es que te lo planifican para la noche y, de pronto, se va por la mañana, uno nunca sabe cuándo será".

"En un reverbero de alcohol caliento arroz o potaje o lo que tenga, y así comemos algo. ¡Cuántas veces se me ha quedado la comida a medio cocinar! El otro día se me pasmaron los frijoles porque la electricidad se fue y vino, luego se fue y no vino hasta siete horas después. Así no se puede. Un país sin corriente es una mierda".

El drama tiene tantas aristas como la sociedad misma: José, un trabajador de la empresa Materiales de la Construcción, ve afectado su salario por los apagones. "Sin electricidad no podemos trabajar y, si no trabajamos, entonces lo que cobramos es una bobería", explica.

"¿De qué vamos a vivir? ¡Y como está la vida de cara! Eso no le preocupa a nadie. Ahora se gana por resultados, todo lo que hagas incrementa el salario, pero, si no se puede trabajar, no hay pago. ¿Cómo vamos a producir si aparte de que siempre falta algo o hay roturas, ahora casi nunca hay electricidad?", pregunta.

Ante la falta de lámparas emergentes o linternas, que no se ofertan ni en Moneda Libremente Convertible (MLC), las motorinas han servido para que algunas familias no vivan en total penumbra, pero la mayoría no puede contar con tan caro bien, muy distante del poder adquisitivo del ciudadano promedio.

Así se vive en Cuba la profunda crisis, ahora con vicisitudes agregadas por los apagones. En medio del calvario, surgen paliativos para sobrellevar el día a día, que no parece tener una solución inmediata, pues el estado técnico de las plantas termoeléctricas está tan obsoleto y disfuncional como el propio sistema.

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