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Agricultura

La solución a los problemas de la agricultura en Cuba no son las '63 medidas'

Lo que necesita el productor para sacar más provecho a la tierra no tiene que ver con esas políticas

Valencia
Cultivo de plátanos en Cuba.
Cultivo de plátanos en Cuba. Juventud Rebelde

Los análisis del impacto de las célebres 63 medidas de la agricultura son cada vez más precarios. A falta de una evaluación de políticas públicas de rigor, el régimen castrista se entretiene con difundir informaciones que tratan de justificar lo que no se sostiene. Mientras tanto, el sector agropecuario de Cuba se encuentra inmerso en una grave crisis de oferta, y por ello, las 63 medidas no han logrado sus objetivos.

Conviene recordar que estas medidas entraron en vigor en abril de 2021, y el objetivo planteado de incrementar la producción de alimentos y satisfacer demandas no cubiertas de productos agrícolas, acabó siendo un fiasco, con un balance a final de año demoledor, en el que solo los tomates experimentaron aumentos de producción.

Transcurrido más de un año desde la entrada en vigor de las medidas en la agricultura de Cuba, ninguna de las transformaciones ha servido de nada. Un artículo en Granma titulado "Del surco a la mesa: ¿qué impacto han tenido las 63 medidas para estimular la producción agropecuaria?", se plantea estas cuestiones, y pregunta: ¿qué ha cambiado?, ¿realmente han aumentado los abastecimientos en plazas y mercados?, ¿cómo lo percibe nuestro pueblo cuando está frente a la balanza del puesto del agro?

En realidad, la alimentación de los cubanos sigue siendo un agujero negro, y los desabastecimientos, el racionamiento, los precios topados y regulados, se combinan con una permanente escasez que ha disparado al alza los precios, en un proceso de inflación desconocido para los cubanos. En 2021 la inflación interanual llegó al 77,3%, de las más altas de América Latina y Caribe, pero los precios de los alimentos crecieron mucho más, un 113,95% en un solo año.

Los cubanos saben lo difícil que es llevar comida a la mesa, pero el régimen no es capaz de adoptar decisiones que sirvan para resolver esta situación. Pensando que los problemas están en el ámbito de la distribución, las 63 medidas se concentran en los procesos de contratación con la base productiva, o los impagos y precios no adecuados para comprar las cosechas a los campesinos y cooperativas, olvidando que lo importante es aumentar la productividad y mejorar los rendimientos de las explotaciones. No puede haber productos en los mercados si previamente las cosechas son perdedoras. La ecuación es muy clara.

Las 63 medidas no han dado los resultados a causa de ello. Y la escasez sigue golpeando a las familias con el agravante de que los precios son mucho más altos, con notables diferencias para un mismo producto según se compre, del mercado agropecuario estatal a los puntos de venta puede haber diferencias de hasta un 100%.

Al final, la gente tiene que recurrir a los mercados informales, donde se puede encontrar más productos, pero pagando precios muy superiores, y en ocasiones se exige que sea en dólares. Se trata de un escenario angustioso que aumenta el malestar de la población, como los apagones, y que confirma que el régimen por motivos ideológicos sigue enrocado en posiciones difíciles de asumir.  

Si realmente se trata de dar protagonismo al productor ha llegado el momento de pensar en la tierra y su titularidad. El campesino cubano que sabe que nunca será dueño de la tierra entregada en arrendamiento por los comunistas locales, no tiene el menor incentivo para producir más, y por ello, la comercialización pasa a un segundo plano, sobre todo cuando sabe que la gestión comercial de Acopio suele ser bastante desastrosa. La cuestión no es arrendar a privados para llevar los productos a los mercados, sino conseguir semillas de calidad, insumos, abonos, insecticidas y plaguicidas eficientes y aperos e insumos que no se tengan que pagar en MLC. Por aquí hay que empezar.

Si de verdad se quiere que las 63 medidas destraben algunas cuestiones que entorpecen el buen funcionamiento de los actores económicos, que se otorgue la titularidad de la tierra a los productores para que puedan decidir qué producir, cuánto y a qué precios. La tierra para quien la trabaja. Las soluciones del área comercial son relevantes, pero solo cuando se resuelvan antes los problemas técnicos y productivos.

Los campesinos encuentran que tienen que hacer frente a unos costes cada vez más elevados de los insumos y medios de producción, y a la dificultad para producir con sus tierras a una escala técnica eficiente logrando los costes unitarios más bajos. El régimen no lo permite, por la manía obsesiva con la riqueza y el beneficio. Y por ello, se deja de producir miles de toneladas de alimentos en el campo cubano todos los años.

La aprobación e implementación de las 63 medidas dejó al productor sin interés alguno, desde el primer momento. Esas medidas no iban con sus necesidades y el régimen así lo entendió al comprobar la escasa atención mostrada hacia las mismas. Los pasos que se han querido dar para dinamizar la producción agropecuaria no han logrado sus objetivos, viendo el balance de la agricultura y ganadería en 2021, a lo que se añade ahora la situación de los precios, cada vez más altos.

El colmo de todo esto es la insistencia del régimen en que sean las empresas estatales las que interactúen directamente en la comercialización y los productores en un punto de venta, cuando otros actores económicos funcionan mucho mejor. Los llamados a que los productores bajen los precios tropiezan con la evidencia de un descontrol de costes que impide obtener la necesaria rentabilidad a las explotaciones.

El reto de las autoridades es sembrar más, y para ello, hace falta tierra y por supuesto, semillas con mayor rendimiento, nuevas variedades, combinando productos distintos para obtener la máxima rentabilidad de las cosechas, apostando por las minindustrias. Nada que el campesino cubano no sepa hacer y no haya hecho. En algo llevan razón los dirigentes castristas. En Cuba hay "buenos productores y ciencia acumulada, siendo esta una de las fortalezas que se tienen". Además, se reconoce la existencia de una gran cantidad de tierras por explotar. ¿A qué están esperando para dar solución a esto?

No se puede justificar ese desaprovechamiento argumentando "la insuficiente fuerza laboral para dedicarse a las tareas del campo" porque eso es falso, ya que el campo retiene casi un 20% del empleo, y por ello, lo que se impone es una utilización más productiva y competitiva de ese potencial de trabajo. Por ejemplo, uno de los reclamos que refieren los productores, son las demoras en los cumplimientos de los plazos para las entregas de tierra. ¿No hay tierras de sobra? ¿No hay productores? Entonces, ¿a qué vienen estos retrasos solo justificados por el exceso de control comunista de la economía productiva?  

La última referencia es el manido tema de la autonomía de los municipios para concertar precios como estímulo a la producción. Trasladar a la responsabilidad de las autoridades locales la lucha contra el aumento de los precios, que califican de especulativos y abusivos, no va a resolver el problema. Reconocido que la práctica de topar precios ha sido un fracaso, la solución pasa por el mercado y las leyes de la oferta y demanda, para todos. Los comunistas locales no van a realizar el trabajo mejor que el mercado. Eso es imposible.

El régimen quiere impulsar la correcta aplicación de las 63 medidas, pero lo que necesita el productor para sacar más provecho a la tierra no tiene que ver con esas políticas y, la demostración más evidente es que los problemas del sector agropecuario, su improductividad y precios altos, han ido a peor. La solución no son las 63 medidas. 

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1 comentario

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Los topes de precios no sirven. Peor aún en algo que es producto de la Naturaleza. Cómo va a tener un mismo precio un tomate maduro, que al otro día explota por su avanzado estado de madurez, que uno que está aún con vetas verdes y tiene "vida útil" de una semana? El Estado debe permitir que la oferta en los agros aumente y ahí bajarán los precios.