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Playas

Colas y espera por el transporte: se acerca la temporada de playa en Cuba tras dos años de Covid-19

Si la temperatura ambiente es de 30 grados, dentro de la guagua debe haber unos 32.

La Habana
Cubanos en una playa de La Habana.
Cubanos en una playa de La Habana. Diario de Cuba

Cientos de cubanos esperan por los alrededores de la terminal de trenes. Sudan, miran el reloj y siguen esperado. Algunos andan en shorts, chancletas, pamelas de yarey o gorras, bolsos y pomos de agua congelada. Todos aguardan la A40, la guagua que va para Guanabo, una de las playas más concurridas por los habaneros en verano. 

Hay quienes desisten y retornan a sus casas, otros permanecen a la espera hasta que por fin llega el transporte. En la parada se hacen dos colas: la de los pasajeros que se irán sentados y la de los que se irán de pie. Si la temperatura ambiente es de 30 grados, dentro de la guagua debe haber unos 32. El sudor en los rostros aumenta junto a los pisotones y empujones entre la gente, y el chofer pide que caminen, dice "que la guagua está vacía". La guagua se marcha y en la parada quedan suficientes personas como para llenar otras dos. 

En las siguientes paradas, antes de cruzar el túnel de La Habana, el conductor decidirá si parar o seguir de largo. El viaje dura aproximadamente 30 minutos. En los 11km de playa que hay desde Tarará hasta Guanabo, poco a poco se irán bajando los bañistas, dependiendo de la zona que a la que hayan decidido ir. Hay quienes prefieren El Mégano, después viene Mar Azul, donde hay hoteles y, además de los cubanos, se bañan algunos turistas. Más adelante, rumbo al este, se encuentra Mi Cayito, la porción de la playa a donde prefiere ir la comunidad LGBT, y al final queda Guanabo.

Aún no empieza como tal la temporada de playa; el oleaje está intenso, pero el clima caluroso ya empuja a un chapuzón. Después de dos años sin muchos visitantes, las arenas están bastante limpias. Como de costumbre pasan algunos vendedores que ofertan ron, cigarros, chucherías, tamales. 

A pocos meses del inicio, son escasos los cestos para echar basura y no hay carteles que adviertan sobre el cuidado del medio ambiente. Pocas personas se llevarán sus desechos de vuelta hasta encontrar un latón; la mayoría deja las latas, botellas, hojas de maíz y otros envoltorios en la arena. Hasta una piña, proveniente de algún ritual religioso llega a la orilla impulsada por las olas. Años atrás, sin restricciones de movimiento, todo este litoral se convertía, a medida que comenzaba la temporada de verano, en un gran vertedero.

Al caer el sol, se comienza a marchar la gente. Se forman las mismas colas que en el viaje de ida, los taxis no paran o ya van llenos y vuelve la misma espera. La otra opción que tienen las personas para transportarse son los taxis directos que se contactan mediante grupos de Whatsapp o a través de La Nave, una aplicación parecida a Uber

Estas opciones alternativas cuestan como mínimo 1.000 pesos cubanos, en dependencia de los destinos de los clientes. Son precios que no pueden pagar la mayoría de los cubanos que acceden a las playas y menos los estudiantes que no trabajan aún.                        

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1 comentario

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No habra transporte garantizado para ir a las playas,pero si para los 50.00 jovenes carneros que defilaran en la plazael 1 ro de Mayo "expontaneamente,segun primer ministro "Matrero"...