Back to top
empresas

Vericuetos de la esclavitud en Cuba: ¿por qué las empresas estatales mantienen pérdidas durante décadas?

El castrismo obliga al pueblo a sostener una estructura productiva empobrecedora, transfiriendo recursos desde la sociedad hacia las empresas del Gobierno, cuando debería ser lo contrario.

La Habana
Ruinas de una fábrica en Cuba.
Ruinas de una fábrica en Cuba. Diario de Cuba

El dato reiterado de que en Cuba muchas empresas trabajan con pérdida nos ha esterilizado la capacidad de asombro. Cada vez que sale la noticia, solo atinamos a decirnos con sorna "¿cómo iba a ser diferente?". Es un pensamiento superficial, pero acertado, que no llega a descubrir el drama real que, bajo la fría estadística, refleja la inoperancia consustancial del castrismo.

Para profundizar hay que ponerle números a "la cosa". Por suerte, Alejandro Gil, titular de Economía, recientemente facilitó un dato que, grosso modo, permite esbozar el significado de estas pérdidas empresariales. Dijo Gil que para 2022 su ministerio había previsto que 87 empresas estatales acumularían pérdidas de 12.657 millones de pesos (527 millones de dólares).

Es la primera vez que tenemos una cuantificación monetaria de lo que supone esta situación y, usándola como base, podemos aproximarnos a lo que realmente está pasando, pues lejos de las 87 que preveía Gil, han sido 446 las empresas que en enero de 2022 tuvieron resultados contables negativos.

Usando una simple regla de tres —método burdo al que nos obliga la opacidad estadística del Gobierno cubano—, obtenemos que 446 empresas supondrían una pérdida anual de 65.000 millones de pesos (2.700 millones de dólares). Puede no parecer una cifra exagerada, pero piénsese que supera largamente la importación de alimentos o de combustibles que hace anualmente Cuba y se entenderá cuán pesado es el lastre de la sempiterna ineficiencia castrista.

Estas 446 empresas son poco menos del 25% del total de empresas estatales, con lo que contendrían un cuarto de la plantilla del sector productivo, 250.000 trabajadores. Esa cantidad de personas recibiendo el salario medio, que ronda los 4.000 pesos, compondrían una demanda anual de 12.000 millones de pesos sin contraparte suficiente en bienes y servicios. Inflación pura y dura.

¿Y por qué se asume que habrá tantas empresas con pérdidas durante todo el periodo y no que disminuirá su cantidad hasta las 87 que planificaba el ministro Gil? Pues porque la media de empresas estatales operando en números rojos durante los últimos años supera las 500, y nada hace indicar que 2022, especialmente complicado para la economía mundial, sea mejor para la Isla.

¿Pero qué significa "empresa en pérdida"? En contabilidad existen varios tipos de pérdidas empresariales; el caso del que hablamos se refiere a pérdidas de explotación, un acápite que indica que en un periodo dado los gastos superan a los ingresos.

Una empresa puede sostenerse y salir de números rojos si tiene patrimonio propio suficiente en cantidad y liquidez, o si un tercero la financia. En ambos casos, dueños y prestamistas estarían especulando que la situación negativa es circunstancial y que, eventualmente, el proyecto empresarial es factible.

Pasado un tiempo, puede que la empresa prospere y se demuestre acertada la apuesta; o puede que haya que cerrar el negocio, en cuyo caso, quienes arriesgaron tendrán que asumir la quiebra.

Entonces ¿Por qué, para qué y cómo las empresas estatales socialistas mantienen pérdidas durante décadas?

¿Por qué?

En Cuba hay algo más de 2.000 empresas estatales y 2.200 micro, pequeñas y medianas empresas, MIPYME (que macroeconómicamente significan muy poco). Comparando con un país similar, como República Dominicana, que supera el millón y medio de empresas en activo, se nota la inexistente diversificación del tejido empresarial cubano.

Esa sui géneris situación se debe a que la economía cubana está "cartelizada": pocas y grandes empresas del mismo sector coluden para reducir o eliminar el libre mercado controlando la producción y la distribución. Son monopolios.

En este ecosistema de monopolios, la falta de alternativas hace extremadamente difícil sustituir al ineficiente, pues cesar una empresa implica eliminar casi completamente la oferta de un bien o servicio. Por ejemplo, si Coca-Cola cerrase, su nicho de mercado lo ocuparía cualquiera de las miles de marcas de bebida gaseosa existentes, y el precio del refresco apenas variaría; pero cuando Ciego Montero cierra… casi desaparece el refresco en Cuba y el precio sube un 750%.

¿Para qué?

Que haya extremadamente pocas empresas por sector o región dificulta ver la eficiencia absoluta (ingresos menos gastos) pues los costes están estatalmente intervenidos. Esa dificultad provoca despilfarro de recursos, un precio que el castrismo hace pagar al pueblo para esconder algo vital, la eficiencia relativa, que es la que en un ambiente de libre competencia descubre cuáles organizaciones sirven mejor a los consumidores.

Muchas empresas estatales que hoy son "rentables" desaparecerían por ineficientes si compitieran libremente, están malgastando recursos y empobreciendo a la sociedad aun cuando aparenten beneficios, pero se les mantiene porque son del Gobierno.

La justificación —demostrada falsa hace un siglo— para esta estructura empresarial "socialista", es conseguir economías de escala supuestamente más racionales en el uso de los recursos, pero el objetivo cierto es político: dominar a la sociedad mediante el control de la economía. El ser social determina (controla) la conciencia social.

¿Cómo?

En un sistema de mercado, la libre competencia es la que discrimina cuales empresas son las que mejor sirven al deseo de los consumidores y por ello perduran. La quiebra, es el mecanismo del libre mercado para minimizar el malgasto de recursos, a la vez que permitir la innovación. Pero el castrismo hace imposible la quiebra; en cambio, obliga al pueblo a sostener una estructura productiva empobrecedora, transfiriendo recursos desde la sociedad hacia las empresas del Gobierno, cuando debería ser al contrario.

El régimen no solo impone un sistema demostradamente ineficiente porque esto sirve a sus intereses de dominación, sino que hace que sean los ciudadanos quienes, además de sufrir, tengan que pagar el sistema, imposibilitándoles mediante la fuerza la alternativa disponible probadamente exitosa: la economía de libre mercado.

El castrismo no solo te condena a la esclavitud, te hace pagar los grilletes.

La única solución, sería devolverle al país el engranaje empresarial que Fidel Castro, con premeditación y alevosía, destruyó en la llamada Ofensiva Revolucionaria. Ello requeriría aumentar el número de empresas activas en Cuba, pero al ritmo actual de creación de MIPYMES —314 al mes— se necesitarían 15 años, asumiendo ilusamente que ninguna MIPYME quiebre, solo para restaurar los 57.280 negocios que Castro clausuró.

Más que transformación real del sistema, la "novísima" aprobación de MIPYMES busca ganar tiempo quitándole presión al descontento, fomentando la ilusión de un cambio que ni convence ni ilusiona.

Las empresas estatales en pérdida son solo una de las tiras de cuero del látigo con el que el castrismo azota a su dotación. Ante la imposibilidad de rebelión, escape. Miami: palenque de los huidos de Castro.

Más información

2 comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.

Muy buena explicación, los cubanos son prisioneros de una gran finca

¡Excelente trabajo periodístico de la colega Rafaela Cruz, a quien felicito!

Yo sólo precisaría que el fundador de la dinastía castrista y sus secuaces comenzaron el desmontaje del aparato productivo de nuestro país casi desde el mismo momento de su trepa al poder.

La llamada "Ofensiva Revolucionaria" representó sólo la culminación de ese proceso estúpido y aun criminal.