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Opinión

Anamely Ramos, Cuba, American Airlines y el origen del mal

¿Qué hacer para que no se repitan situaciones tan lamentables como la ocurrida a la activista en el aeropuerto de Miami?

Ciudad de México
Anamely Ramos ante el mostrador de American Airlines en el aeropuerto de Miami.
Anamely Ramos ante el mostrador de American Airlines en el aeropuerto de Miami. Twitter

La imagen de la curadora de arte y activista Anamely Ramos siendo maltratada por un funcionario de American Airlines en el aeropuerto de Miami —mientras se le negaba su derecho inalienable de regresar a Cuba, refrendado por el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos— ha sido una constatación del poderío totalitario del régimen cubano, presente una vez más de manera tangible incluso en el corazón del exilio.

Una Anamely Ramos desesperada, exigiendo su derecho a regresar a su patria, mientras compatriotas cargados de maletas con destino a Cuba circulaban por su lado, muestra la apatía de una parte del exilio ante la dictadura, y la complicidad de empresas de toda índole que desde territorio norteamericano ganan mucho dinero —y se lo hacen ganar a La Habana— haciendo negocios con la dictadura.

La ilegalidad cometida por American Airlines al impedir el abordaje de Anamely Ramos, y la actitud de las autoridades aeroportuarias exigiéndole a una pasajera con boleto y documentación en regla abandonar las instalaciones del aeropuerto, imponen una pregunta: ¿cómo es posible que esto suceda, no solo en Miami, sino en cualquier aeropuerto del mundo?

En el caso de las aerolíneas norteamericanas que operan vuelos a Cuba, el afán de obtener ganancias se ha impuesto sobre consideraciones éticas y morales que no solo entran en conflicto con la responsabilidad empresarial de operar sin afectar los derechos humanos de sus clientes, sino también con consideraciones legales, al acatar —como parte de cláusulas sin transparencia firmadas con la dictadura cubana— medidas claramente violatorias de las legislaciones locales e internacionales en materia de derechos humanos, aplicadas de manera extraterritorial en territorio norteamericano.

Estas prácticas, como la de impedir el abordaje a pasajeros con todos los requisitos legales para hacerlo —imitadas por muchas aerolíneas que operan en mercados controlados por gobiernos totalitarios o autoritarios—, se justifican como inevitables debido a la existencia de las cláusulas impuestas por Cuba. El incumplimiento de las mismas implica, por lo general, una penalización monetaria. Así, han sido en última instancia consideraciones financieras las que han prevalecido sobre las éticas y legales, en operaciones que además generan ganancias para las compañías aéreas y sus contrapartes cubanas.

La guía oficial de las Naciones Unidas que rige los principios definidos universalmente para el actuar de empresas o corporaciones con respecto a la defensa y respeto de los derechos humanos definidos en la convención internacional en la materia, de los cuales Estados Unidos es signatario, en su capítulo II, sección A, inciso 11, plantea que las empresas de negocios "deben evitar afectar los derechos humanos de otros y deben mitigar cualquier impacto negativo en materia de derechos humanos en la que se hayan involucrado".

En su inciso 12, la guía va mas allá, planteando que "la responsabilidad de las empresas de negocios a respetar los derechos humanos se refiere a las responsabilidades internacionales de derechos humanos reconocidas universalmente, como aquellas expresadas en la Carta de Derechos Humanos". Como parte de esta responsabilidad empresarial, el inciso 13 menciona que esta "debe evitar causar o contribuir a generar un impacto adverso en los derechos humanos por medio de sus actividades propias, y solucionar estos impactos cuando ocurran"; mientras buscan prevenir o mitigar —y esto es crucial— "estos impactos negativos en derechos humanos que estén directamente relacionados con sus operaciones, productos o servicios".

American Airlines y todas las compañías aéreas que operan vuelos a Cuba han violado repetidamente estos principios de Naciones Unidas. Sin embargo, la justificación de las aerolíneas es simple: para operar vuelos a la Isla tienen que acatar las medidas impuestas por La Habana.

Se trata de una disyuntiva con una implicación mayúscula. Pues de suspender operaciones, generarían un gran perjuicio para viajeros en general, y para cubanos en particular. En lo empresarial, implicaría una renuncia a un mercado que les ofrece enormes utilidades, y que siempre podría ser ocupado por compañías foráneas.

Por tanto, es la demanda de vuelos a Cuba, vinculada con una flexibilización de los requisitos exigidos por las autoridades federales y estatales de EEUU, lo que se ha impuesto sobre cualquier consideración que priorice los derechos humanos.

Esta demanda de vuelos explica el por qué de la situación ocurrida ayer en el aeropuerto de Miami. Son los exiliados que viajan a Cuba, y los cubanos que viajan a Estados Unidos, los que mayoritariamente usan estos vuelos autorizados por La Habana bajo sus condiciones. Son los cubanos de ambas orillas los que necesitan y exigen estos vuelos operados por aerolíneas afincadas en territorio norteamericano. A su vez, estas compañías se benefician de un mercado cercano y fácil de operar, pero que les impone dos condiciones que implican complicidad con la dictadura: aceptar las reglas totalitarias, y compartir las ganancias de sus operaciones.

Claramente, al atenerse a trabajar bajo las reglas del régimen, estas empresas irrespetan los principios rectores de la responsabilidad empresarial en materia de derechos humanos establecidos en la legislación internacional. Ahora, ¿por qué lo hacen? ¿Son las empresas enteramente responsables de las violaciones de derechos humanos que implican sus operaciones? ¿Existen alternativas?

Algo está claro: estas prácticas son realizadas por todas las aerolíneas que operan vuelos hacia y desde Cuba, ya sean norteamericanas, canadienses, europeas, latinoamericanas, asiáticas o africanas.

Las razones para estas operaciones en complicidad con el régimen son la demanda de vuelos hacia el país, la necesidad de mantener conectada la Isla con el exterior, las ganancias que generan y, por último, la imposibilidad de trabajar en Cuba si no se cumple con las reglas impuestas por la dictadura.

De esta manera, resulta irreal tratar de imponer un consenso internacional que exija a la dictadura las operaciones de estas compañías sin ataduras, bajo amenaza de un boicot. A fin de cuentas, hablamos de prácticas similares a las que se llevan a cabo en países con sistemas políticos parecidos al de la Isla.

Si por ejemplo se boicotea a American Airlines —que se lo merece, por la lamentable situación acaecida con Anamely Ramos, quien además recibió un trato denigrante por parte del personal de la aerolínea y del aeropuerto— ¿no habría que boicotear a todas las aerolíneas que incurren en las mismas prácticas? Si todas estas aerolíneas renunciasen a volar a Cuba —algo improbable—, ¿no serían sus lugares ocupados por otras? Seguramente sí, además de que se encarecerían aún más los ya onerosos boletos.

Quizás la solución para que no se repitan situaciones tan lamentables como la ocurrida a Anamely Ramos no pasa por boicots, pues el aeropuerto de Miami seguirá desbordado de cubanos, muchos seguirán recargando los saldos de los teléfonos de sus seres queridos en la Isla mientras los programas televisivos del sur de la Florida ganan con los anuncios de esas recargas, se seguirán enviando remesas a través de operadoras controladas por La Habana, y las empresas de paquetería seguirán operando a plena capacidad.

La solución podría ser que todos los cubanos se enfoquen en las causas que conducen a esas situaciones: la existencia de una dictadura totalitaria. Son las élites que controlan esa dictadura las que impiden el regreso a compatriotas incomodos para su poder, las que destierran, encarcelan, torturan, secuestran o hacen padecer hambre a quienes viven en la Isla. Son estas élites de las que hay que liberarse, sin que nada nos desvíe de un objetivo único y sencillo: impulsar un proceso viable de resistencia civil, con el apoyo de la diáspora, que conduzca a una democratización. Sin esas élites en el poder, podremos volar a Cuba con cualquier aerolínea, sin que se nos prohíba el derecho humano básico de regresar al país del que somos ciudadanos.

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9 comentarios

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Profile picture for user Plutarco Cuero

No Castros, No Problems ...

La dictadura Castro Canel a convertido a Cuba en su granja particular , solo puede entrar a Cuba los que a la dictadura les de su gana y este de acuerdo con su comunismo asqueroso ya hay miles deportados por la dictadura, y luego criticaban a Batista, la verdad fue un niño de teta comparado con esta desgracia de dictadura Batista duro 7 años, y esta asquerosa dictadura esta matando cubanos hace 64 años Primero empezó a fusilar todo el que no estaba de acuerdo con la dictadura, montones de muertos en el estrecho de Florida ,los muertos del Remolcador tratando de llegar a USA, los muertos en las montañas del Darien y así son miles y miles, asta cuando hay que soportar esta desgracia

Profile picture for user Ana J. Faya

El régimen ha dividido a los cubanos en "verdaderos" e "indeseables" desde hace décadas. Como sumo hacedor del destino de sus ciudadanos, el régimen decidió a quién protegía y a quién no. En su momento, el después defenestrado Pérez Roque dijo de TODOS los nacidos en Cuba quién era cubano y quién no. Sobre esa barrabasada ha operado el régimen; hoy, más calzado aún por leyes migratorias hechas a la medida. AA cuida sus dineros y con ello, viola el derecho de Ramos a montar en un avión con todos sus papeles en regla. Pero el origen de la lamentable situación de Ramos radica --hoy y desde hace décadas-- en el régimen de La Habana. La diferencia entre las arbitrariedades cometidas históricamente por compañías de aviación y por Inmigración de Cuba hacia sus ciudadanos, es que Ramos dijo "conmigo no", como dijeron San Isidro y los cubanos del 11J.

Profile picture for user Weston

Este es (por lo menos) el octavo artículo de DDC sobre el "affair Anamely", y este será mi último comentario sobre el caso, para beneplácito de mis odiadores.
El artículo parece escrito por algún investigador social despeinado y ojeroso, que acaba de descubrir lo que está ocurriendo en Cuba desde hace más de seis décadas. Para quienes desertamos hace mucho tiempo, y hemos estado décadas sin volver a Cuba. Para quienes no pudimos acompañar a nuestros padres en el momento de sus muertes, esta pantomima resulta irritante.
Al autor le molesta que "mientras compatriotas cargados de maletas con destino a Cuba circulaban por su lado", Anamely fuera "maltratada" por AA, que según él, sólo piensa en enriquecerse." Los culpables, son los cubanos apáticos, las empresas de aviación y el gobierno de los Estados Unidos";pero con los abusos de un gobierno dictatorial hemos lidiado por mas de 60 años. Para entrar en USA, los funcionarios de AA siguen las disposiciones de USA. Igual lo hacen con Cuba.

Profile picture for user padre Ignacio

Mameluco Macallan si te esforzaras por ser tan vomitivo no lo lograrias, eres un higado natural.

Mi muy estimado Señor Weston, usted disculpe que le vuelva a responder porque no lo hago con interés alguno de molestarlo. Es que lo que usted dice lo han dicho otros con mas menos las mismas palabras aqui y all over internet. Y yo no entiendo, sinceramente. Porque yo soy uno de esos exiliados a quienes se nos ha prohibido volver a la Patria, y créame, que bastante sufrimiento me han causado. Pero eso me hizo ponerme del lado de Anamely sin pensarlo, la entendí al instante, es mi héroe porque tuvo el valor que yo no tuve y eso que no ha pasado "las de caín" que yo si pasé. Pero entiendo que ella tiene mas derecho de regresar que el derecho que tenía yo cuando deserté. Ella no desertó, no emigró, no salió ilegal del pais, ni ha cometido delito alguno (solo a los ojos del desgobierno cubano). Tiene todos sus papeles en regla, todavia tiene la nacionalidad y la residencia en la isla, donde está además su familia. ¿Por qué la atacamos entonces?

Profile picture for user Amadeus

Shingurato___ Papo cumple su misión de „moderado“, o sea, „una de cal y otra de arena“. Nadie que haya tenido el coraje y la dignidad de enfrentar a la dictadura castrista disfruta de su simpatía, al contrario, los ataca „moderadamente“ como corresponde a alguien que debe incordiar en un foro. Es conocida la campaña que hizo contra San Isidro y Alcántara y ahora con su velado veneno contra esta muchacha. A Papo lo conocemos, así que le aconsejo, que no pretenda un diâlogo sincero, porque él está aquí en „lo suyo“. You know what I mean 😉

Amadeus, estoy de acuerdo con lo que usted dice. Es que a mi tampoco se me han olvidado sus mensajes iniciales en el foro, que a propósito coincidieron con la "desaparición" de Errado Carlés. No tiene credibilidad ni donde dice vivir, pero sé de algunos que no son como el y repiten parecidas diatribas.
Pero voy a seguir su consejo porque usted tiene toda la razón.