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Economía

Un mundo para GAESA (II y final)

¿Cuál es el verdadero alcance del Grupo de Administración Empresarial S. A., el consorcio de los militares cubanos? ¿Hasta qué punto se ha adueñado de Cuba? Este reportaje de investigación vierte luz sobre el tema.

La Habana

En abril de 2016, Raúl Castro afirmó que "el discreto desempeño de la economía no ha permitido avanzar sustancialmente en la implementación de los Lineamientos vinculados a la eliminación paulatina de las gratuidades indebidas y los subsidios excesivos".

Durante el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), en 2011, Castro insistía en erradicar las gratuidades, una política de recompensas materiales que eran otorgadas a los trabajadores según se desempeñaran. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), por el contrario, han mantenido la estimulación a sus efectivos: invitaciones a centros gastronómicos y recreativos, casas de descanso en las playas, alimentos, muebles y electrodomésticos subsidiados a precios en moneda CUP que, comparados con los del mercado interior en divisa, son una nota discordante.

Cuanta más jerarquía, mejores dádivas. Los capitanes no veranean al nivel de los generales.

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En el sitio web de Cubadefensa puede leersse: "[El MINFAR] Hoy acomete nuevas tareas. Esto se debe, en primer lugar, al desvelo y las enseñanzas recibidas del Comandante en Jefe y el ministro de las FAR desde 1959 hasta 2008. Ellos han sido maestros y educadores de varias generaciones de combatientes revolucionarios".

La actividad económica actual de Cuba se centra en el sector del turismo, en el que se emplea a fondo la empresa Gaviota SA de las FAR, creada hacia 1988. Demostrando prácticamente poderes ministeriales, la empresa ha crecido hasta recién fundar una escuela de formación en el polo de la enseñanza media al oeste de La Habana, por la seductora, pero apenas iluminada, Quinta Avenida de Miramar.

En septiembre se inició el tercer año lectivo de esa escuela para carpinteros, elaboradores de alimentos y carpeteros. Esto, que es un factor de la cantera de Gaviota, se les oferta a los estudiantes de secundaria. Que ellos accedan no depende de su rendimiento académico, sino de los resultados que arroje un test psicométrico y un proceso de verificaciones, el cual analiza si la familia es o no "integrada". Es decir, si de la familia del adolescente y del adolescente mismo, y con quiénes se relacionan dentro y fuera del país, existe una buena opinión en el Comité de Defensa de la Revolución (CDR) del barrio.

El investigador sueco Claes Brundenius declaraba en un artículo que, con 27 hoteles en 2001 (cuatro de ellos cinco estrellas y 12, de cuatro), Gaviota ya era la compañía turística o corporación que más rápido se expandía en Cuba: "Gaviota tenía el 10% de participación en el mercado".

La copiosa llegada de turistas ocurrida después del restablecimiento de relaciones entre Cuba y EEUU fue la señal esperada para proyectar alojamientos a destajo: funciones que cumpliría pronto la empresa constructora e inversionista inmobiliaria Almest, un acrónimo que resulta de la fusión del nombre de Juan Almeida Bosque y Armando Mestre, expedicionarios del yate Granma.

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El Informe Central al VII Congreso del Partido Comunista de Cuba comentaba: "cada hotel que se inaugura es una fábrica (…) más que genera dentro de nuestras fronteras ingresos de exportación muy necesarios para el país"

Al fundarse, la empresa Gaviota contaba 164 habitaciones. Actualmente explota 62 instalaciones hoteleras con 26.752 habitaciones, que significan más de un tercio de la capacidad del país, según Frank País Oltuski, vicepresidente de Mercadotecnia del grupo, quien agregaba que el plan era que La Habana figurara entre los principales destinos urbanos del Caribe. En 30 años, Gaviota creció 158 veces.

Carlos M. Latuff, presidente ejecutivo del grupo, declaraba que la empresa trataba con diez cadenas hoteleras foráneas. Son las españolas Iberostar y Meliá; Sheraton (primera norteamericana asentada en el archipiélago luego de 1959); el grupo Pestana; y Dhawa, entre otras. Solo una séptima parte de sus instalaciones funcionan bajo gestión cubana exclusiva.

Gaviota se reafirma como la organización con la mayor dinámica de crecimiento en el mundo de la industria turística doméstica, según el mismo Latuff.

Una edición de 2014 de la revista Hotels la situaba en el lugar 55 del ranking de las 300 mayores cadenas hoteleras a nivel universal.

Del diario online Reportur, la Agencia Cubana de Noticias (ACN) replicó una lista enumerando las 25 cadenas más grandes en capacidades de la región latinoamericana. Gaviota la encabezaba. Sus 21.665 habitaciones prevalecían sobre las 18.000 del Grupo Posadas, de México. En esa lista, las coterráneas Cubanacán (7.678) y Hoteles Islazul (5.546), asumían el séptimo y duodécimo puestos.

Y mientras Gaviota se extendía, en La Habana de 2014 había, según cifras oficiales, más de 132.600 personas viviendo en albergues.

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Se inauguraron luego más de 800 habitaciones de lujo del Premium Gold Bella Vista Varadero y las 246 del Kempinski en la Manzana de Gómez.

La página oficial de Gaviota anuncia la puesta en funcionamiento el próximo año de varios hoteles, los Parcela Oasis 1 y 2, el Parcela Salinas Noreste; así como otros dos en los años 2020 y 2021, en Calle 70 entre 1ra y 3ra, Miramar, Playa, sumando otras 1.000 habitaciones. Estos últimos hoteles estarán divididos por una galería de dos pisos con tiendas, casas de cambio de moneda y telepuntos de ETECSA, según dijera a la Agencia Cubana de Noticias (ACN), Daysi Malvares Moret, directora de Desarrollo de la inmobiliaria Almest, el equipo que se encarga de las obras.

En esta temporada, se esperan cinco millones de vacacionistas.

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Más de 25.000 habitaciones, en los últimos 22 años, tienen la participación de Almest como inversionista, según publicó Cubadebate el 16 de octubre de 2016.

Siendo una de las de mayor experiencia de su tipo, Almest ha estado en diferentes polos turísticos cubanos: Varadero, Cayo Santa María, Cayo Coco, Cayo Guillermo y el norte de Holguín. Está asociada, desde la década de los 90, con la empresa constructora francesa Bouygues. Un artículo publicado por Juventud Rebelde en 2016 afirmaba que tal alianza aceleraría las inversiones turísticas y transmitiría el know-how de métodos novedosos en la organización y sincronización de las fases constructivas, así como que incrementaría la calidad de las terminaciones y ampliaría el mercado potencial internacional.

Almest preparó el terreno del Kempinski de la Manzana de Gómez, que antes del triunfo revolucionario pertenecía a la acaudalada familia Gómez-Mena. El edificio, que acogió escuelas secundarias, de enseñanza media e idiomas extranjeros mientras se pudría por la insolvencia del Ministerio de Educación, ahora es un lujoso hotel hecho por GAESA para ser administrado por Gaviota (en otras palabras, por el mismo GAESA).

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"Cuando se quieren justificar los privilegios de empresas como Gaviota, se escucha que se deben a que son unidades bien gestionadas y de baja corrupción. Bien gestionadas sí son, debido al propio proceso que emprendieron de perfeccionamiento. Los inversionistas extranjeros con los cuales he conversado, comentan que prefieren negociar con Gaviota antes que con otro grupo", reconoce un investigador económico que pidió el anonimato.

"Sus representantes se muestran más enfocados, preparados y conocedores del negocio y saben claramente qué quieren lograr de un acuerdo", agrega. "Las empresas de las FAR han venido operando desde hace más de tres décadas bajo reglas que no se aplican a otros sectores de la economía cubana. En términos de marketing y de otras gestiones presentan técnicas avanzadas con respecto a sus pares que administra el Estado. Además, las superiores ofertas de alimentación, comodidad, transporte y salario les permiten emplear con mayor facilidad a personal más calificado".

Y sostiene: "Si las mismas reglas y principios del perfeccionamiento se hubieran aplicado también en el ámbito civil, muchas de las empresas no militares hubieran sido mejores, y con trabajadores más motivados".

Según el experto, el control social no existe sobre las empresas militares, y esto se opone claramente a un modelo socialista.

"La lógica de la propiedad pública dicta que el pueblo, que sería el dueño de los medios, delega responsabilidades en el Gobierno y los administradores. Sin embargo, dado que nunca se le cede información ni se le rinde cuentas al pueblo, este no ejerce nunca un control real, ni toma decisiones ni se le consulta. Y habría que preguntarse por qué si Raúl Castro o su familia o los altos oficiales no están recogiendo ganancias de esas operaciones (que es la hipótesis que abunda fuera de Cuba), se evita el tema y no se dan explicaciones."

El economista Omar Everleny expresa su contrariedad con que el país siga mostrando bajas tasas de crecimiento económico y, a la vez, implemente un programa de desarrollo a largo plazo, hasta 2030. Mientras tanto, el sector privado no puede importar ni exportar, no cuenta con un mercado mayorista, no tiene acceso a los bienes de capital que necesitan, y, en medio de esto, se plantea que no haya concentración de la riqueza, cuando todavía no se crea el capital que se demanda por todos los agentes económicos.

"Aún no hay evidencia de que el predominio del sector militar empresarial entre en contradicción con el proyecto estatal socialista", sostiene Everleny. "Lo que sí es complicado, para cualquier economía, es sostener la vigencia de dos sistemas con las dimensiones de los que observamos, uno más rígido en la organización del trabajo, orientado por personal del ejército, y otro que abarca también actividades productivas cardinales, dirigido por el orden civil".

Ovidio de Ángelo, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), comenta que el tema le parece contestar a una medida que no se ha clarificado en la sociedad, y que viene respaldada por el hecho de que las empresas militares tengan la potestad legitimada de decidir lo que se haga público o no.

"No sabemos adónde se dirigen los fondos de ingresos, su distribución, cómo esos ingresos se articulan con el PIB o si no lo hacen. No creo que sea muy complicado, al menos en documentos, transferir esa administración militar a lo civil, quitarles la subordinación, y habría una transparencia mayor en el sentido de los fondos", argumenta.

"¿Por qué una militarización de la economía?", pregunta De Ángelo. "Al contrario, debían cederse administraciones a la sociedad en el sentido más amplio e inclusivo. Hoy el sector privado se extiende. El de las cooperativas debería hacerlo y la empresa estatal debería abandonar sus estructuras más rígidas y jerárquicas a cambio de una expresión más autónoma. Todo esto se vería frenado mientras abunde un principio escalonado de ordene y mande. La sociedad necesita de una mayor sintonía con los sistemas económicos mundiales que promueven la difusión social de sus formas de gestión".

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En 2015, Alexis Tubau, director de Recursos Humanos de Almest, reconoció que se estudiaba un nuevo sistema salarial por desempeños para su aplicación. Bladimir Ayra Estrada, vicepresidente de la Asociación Económica Internacional Arcos BBI, había admitido que existían problemas con la retención de la fuerza laboral, porque los salarios todavía no eran competitivos con respecto a los mismos oficios en formas no estatales de gestión (pequeña propiedad privada).

Tubau interpretó que no bastaba subir el pago si no se elevaban también la exigencia y la severidad de la disciplina laboral, sin mencionar robos de materiales, corrupción ni otros lastres.

El diario Juventud Rebelde describió así las condiciones de vida de los obreros: "Se les asegura contenido de trabajo constantemente, cuentan con transportación desde los albergues hasta el sitio donde laboran; la alimentación que se les ofrece es buena, como las condiciones donde pernoctan, pues muchos no residen en el territorio donde se acometen las construcciones".

Almest era prácticamente una desconocida hasta convertirse en noticia por la escandalosa contratación de obreros de la India, a quienes se pagaban salarios que excedían varias veces los de sus homólogos cubanos.

Explicando la presencia de trabajadores indios, Juventud Rebelde alegó "la necesidad de recuperar los atrasos en la ruta crítica del cronograma constructivo", y añadió que eran "operarios de la construcción de alta calificación y destreza, con experiencias en otras latitudes".

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Al filo de la mañana de un domingo, buscamos en Varadero albergues de constructores. Tomamos la Autopista Sur. El puente de calle 17 tiene debajo un río que arrastra un cardumen de peces agujones peleándose contra la corriente y la suciedad. Al fondo, todo se ramifica para conducir a lo que fueran parcelas propiedad de artistas como Enrique Santiesteban, Rosita Fornés y Armando Bianchi, según nos explica un hombre que es vecino de la zona desde hace casi 40 años.

En uno de los albergues, el guardia de seguridad dice que aquí no vienen muchos Geely. Geely es la marca automotriz china asociada a los altos oficiales. El guardia da por descontado que haya obreros extranjeros por estas áreas. De haberlos, los jefes vendrían de visita más a menudo. Los cinco albergues de constructores cubanos que avistamos forman una ciudadela fantasma. Vistas desde fuera, las condiciones son, a mucho dar, regulares. No hay bloques climatizados que amortigüen la brutalidad del calor.

Y, sin embargo, Juventud Rebelde aducía que con la meta de recuperar los recursos humanos emigrados a otros sectores,se había puesto en práctica una "permanente mejora" de la atención a los obreros.

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En Santa Marta, población próxima a Varadero, encontramos técnicos indios en Villa Artística. En apartamentos con balcones y albergues con aire acondicionado. No son los indios que vende Bollywood. Ni altos, ni musculosos con la tableta del abdomen rayada, ni ojos esmeralda, ni occidentalmente bien parecidos. Son de aspecto humilde, camisas de tejido grueso decoloradas, holgadas y largas; calzan sandalias y se sacuden la quisquilla de la arena en los patios. La piel atezada, los bigotes y el pelo azabachados. Con ellos tendremos un primer diálogo, cuando menos, preocupante.

—¿El jefe de ustedes quién es?

—Sí, sí, sí.

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Poco antes de que llegaran los trabajadores indios fue abierto el quiosco Nicaragua en el barrio homónimo, en Santa Marta. La dependiente del local lo corrobora. El establecimiento, de la cadena Panamericana (perteneciente a GAESA), oferta cervezas nacionales e importadas frías, ron, Pellys de Papas&Co, rodajitas de Pringles y chocolates revestidos Chubi. Se recuerda que antes era un puestecito local con bebidas alcohólicas en pesos cubanos.

El quiosco nació justo al haber trabajadores indios cohabitando allí. Con la presencia del puesto, GAESA los provee de aseguramiento complementario o genera ingresos del mismo salario que les pagan.

Otro recinto donde toparse con los técnicos extranjeros es la hamburguesera, el Rápido. La trabajadora de turno dice que ahí los indios compran poco. Piden una media botella de ron Havana Club (que es como llaman a las canecas) y se dan la vuelta sin ordenar hamburguesas de carne condimentadas, que cuestan de un CUC en adelante. La dependiente piensa que no las consumen porque en sus albergues tienen toda la comida que necesitan, al gusto suyo, tal vez llena de curry.

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En Santa Marta logramos hablar con un jefe de grupo de los trabajadores indios.

—¿Cuántos trabajadores son?

— Como 100.

—¿Qué tipo de trabajos hacen?

—Electricidad, plomería, pintura de paredes…

—¿Cuánto le pagan?

— 400.

Escribimos el número en el teléfono.

—¿400 USD?

—Sí, 400.

—Háblenos de sus condiciones aquí.

—Mucho no good.

—¿Problemas?

Eating material problems.

—¿Comida?

—Comida.

—¿De qué partes de la India vienen?

—Delhi, Bombay, Lucknow (de donde es el entrevistado).

—¿Qué empresa les paga?

No entiende.

—¿Cómo se llama usted? ¿Puede escribirnos su nombre?

Siendo de un país con índices tecnológicos superiores a los cubanos, lo cual no es ningún mérito, el jefe del grupo de indios en Santa Marta se tarda excesivamente pulsando en el iPhone.

B... h... b... h... .a... ñ... u.

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Según los directivos de la inversora, los obreros indios, que tienen más de 1.500 dialectos, fueron traídos para eliminar las fluctuaciones de la fuerza de trabajo dentro del sector constructivo y para superar la "baja calificación" y "malos rendimientos" de los cubanos.

Una fuente experimentada en obras desarrolladas a lo largo y ancho de Varadero, dice que los obreros cubanos ganan alrededor de 50 USD mensuales solamente, su equivalente en moneda nacional. Además de injusta, la diferencia de sueldo con la que colabora GAESA viola la vigente Constitución de la República.

El artículo 43 de la Constitución reza: "El Estado consagra el derecho conquistado por la Revolución de que los ciudadanos, sin distinción de raza, color de la piel, sexo, creencias religiosas, origen nacional (…) perciben salario igual por trabajo igual".

Mientras que el Código Penal, en el artículo 295.1 del capítulo VIII del título IX (que se refiere al delito contra la libertad personal) dicta que quien "discrimine a otra persona o promueva o incite a la discriminación sea con manifestaciones de ánimo ofensivo a su sexo, raza, color u origen nacional o con acciones para obstaculizarle o impedirle por motivos de sexo, raza, color u origen nacional el ejercicio o disfrute de los derechos de igualdad establecidos en la Constitución, incurre en sanción de privación de libertad de seis meses a dos años o multa de doscientas a quinientas cuotas o ambas".

Ante el velado atropello pudiera presentarse con tono justificativo el argumento de Juventud Rebelde: "El rendimiento de los trabajadores de la India en las obras es tres o cuatro veces superior al registrado como media en el país".

Pero en los términos vigentes, aun triplicando el esfuerzo, los obreros cubanos cobrarían a duras penas la mitad del salario de Bhbhañu.

"Vinimos a ver el edificio y hablamos con Gaviota, grupo operador cubano, sobre la idea que ellos tenían de hacer la mejor instalación de las Américas y del mundo y creo que eso lo hemos logrado", dijo a la televisión cubana Xavier Destribats, director general del Gran Hotel Manzana Kempinski.

Un trabajador de Emproye con quien tuvimos una charla informal nos comentó que, al pedírsele a un especialista de la francesa Bouygues que contrastara la calidad del trabajo de los indios con los cubanos en la Manzana de Gómez (donde los asiáticos cobran 1.500 USD mensuales, según Reuters), este contestó: "Con honestidad, no les sacan mucha ventaja".

Habría que imaginar si los cubanos hubiesen cobrado su trabajo como los indios, qué resultaba. ¿No robarían materiales como acostumbran? ¿Cumplirían con los calendarios?

Otro proyectista dice que la obra del Kempinski se inauguró con un trabajo de plomería lamentable, como muestra la tienda de cámaras fotógraficas en los bajos del hotel, que abrió al público con una gotera cayendo del techo.

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