Back to top
Medioambiente

La presa Mayarí: una obra estratégica para la economía cubana, pero con un enorme costo ambiental

Los estudios de impacto ambiental no se han publicado. El Gobierno tampoco sometió su proyecto a valoración independiente.

Holguín
La presa de Mayarí, Holguín.
La presa de Mayarí, Holguín. ACN

La presa Mayarí es considerada una maravilla de la ingeniería cubana, ya que es la construcción de ese tipo situada a mayor altitud en Cuba y con más profundidad, con una capacidad de 354 millones de metros cúbicos de agua y una cota de coronación de 93 metros.

Ciertamente, es una obra estratégica para el sector agrícola, el abasto de agua a la población, la generación eléctrica y para controlar las crecidas del río Mayarí y sus afluentes en el valle homónimo, que provocaban daños materiales y humanos en épocas lluviosas.

Del valor económico y social no hay dudas; sin embargo, del impacto ambiental de tan colosal obra y del rigor de las medidas tomadas de acuerdo con la ley ambiental vigente, sí las hay, y muchas.

Esta obra tiene además un trasfondo político: se conoce popularmente en la localidad, y entre los trabajadores de las diversas empresas vinculadas a su construcción y administración, como "la obra de Raúl (Castro)". Por ello es supervisada y en parte construida por los militares. Además, no ha parado ni un solo día por falta de recursos, a pesar de la profunda crisis del país.

Está ubicada entre las sierras de Nipe y Cristal, en las partes correspondientes al municipio Mayarí. La división natural de ambos macizos montañosos es el río Mayarí y su antiguo recorrido es el que hace la represa, por lo que es alargada. Cubre una superficie total de 12km2 y ha dejado sumergidos al menos 10km2 de bosques secundarios, con ecosistemas muy frágiles y de un alto nivel de endemismo.

Acumular todo ese volumen de agua era un proceso que los especialistas previeron duraría dos años y sucedió súbitamente en apenas nueve meses. Lo que hizo preguntarse a muchas de las más de 60.000 personas que viven a alturas ubicadas por debajo de la de la represa si otros cálculos estaban también errados. Por suerte, parece que el dique es fuerte. Según los ingenieros, es "tres veces más grueso de lo que debía, como lo exigió Raúl".

Durante su construcción, las montañas aledañas, que no serían sumergidas, fueron desbastadas por maquinaria pesada, y se hicieron numerosos caminos de terraplenes para dar acceso a los túneles y canales de salida del agua. El movimiento de tierra para la construcción de los acueductos de trasvase afectó un área casi igual a la que luego sumergió la propia represa, por lo que el daño ambiental afectó en total alrededor de 20.000 hectáreas.

Sumergir semejante superficie de bosques y operar con maquinarias para su construcción en un territorio similar, representa ineludiblemente un tremendo impacto ambiental. El ecosistema de bosque secundario que fue sepultado bajo el agua albergaba miles de especies vegetales, de reptiles, aves y moluscos, algunas de ellas endémicas y con sus poblaciones contraídas, al borde del peligro de extinción.

Es el caso de la Polymita venusta, una especie de moluscos policromados que son endémicos de las provincias orientales de Cuba, que tiene su habitad restringido a pequeñas poblaciones muy frágiles en el macizo Maniabón (en Banes y Báguanos, en el mismo Holguín), a los matorrales costeros de Sardinero en Santiago de Cuba y a la zona limítrofe entre las sierras Nipe y Cristal, en Mayarí, donde fueron construidos la presa, los canales y túneles.

La población polymitas se consideraba la menos amenazada entre las existentes. Gracias a la represa, terminó siendo la que más peligro corre.

Al alterarse los nichos ecológicos de algunas especies, se interfiere en otras por la interrelación natural en el ecosistema. En otras palabras, se rompe el equilibrio y queda expuesto a cambios bruscos que pueden representar un daño perecedero y a veces irreversible. Es el caso del gavilán caguarero, que se alimenta de pequeños moluscos terrestres, principalmente de polymitas. Y, al contraerse las poblaciones de molusco, disminuye también la del depredador. Pero tampoco hay estudios.

En otro orden, la mudanza en pocos meses de un ecosistema de bosque secundario atravesado por un río de cause medio, a otro completamente distinto, predominantemente acuático, de casi nula circulación, rodeado de bosques, sin dudas alteró la dinámica de las diferentes poblaciones: contrajo algunas y potenció otras.

Es el caso de la fauna acuática del río, que se vio compitiendo con miles de alevines de peces comerciales introducidos que, o son antagonistas o tienen una mayor capacidad de adaptación a las nuevas condiciones de aguas lentas y estancadas, como la tilapia (Oreochromis niloticus), pez gato (Claria batrahus) y la tenca (Tinca tinca).

La construcción de túneles, canales y la canalización de los arroyos afluentes del río Mayarí, para evitar inundaciones a la hora de hacer drenajes bruscos de la represa, ha afectado las poblaciones de cangrejos, camarones y especies de peces autóctonos. Luego, al recuperarse la fauna acuática, no se pueden encontrar como antes esas especies, solo las introducidas, que bajan por los canales de aliviadero desde la represa y se reproducen colonizando todos otros hábitats.

Según la literatura científica, es común que la construcción de un embalse traiga consigo la disminución de las especies ribereñas y de agua dulce, del río en cuestión, porque las condiciones del hábitat cambian. Y por ello es común que se hagan acciones para minimizar esos daños a la biota local. Pero en la Presa Mayarí no hay constancia de ello, ni se ha divulgado nada al respecto.

Por último, la descomposición de toda la biomasa vegetal contribuyó y sigue contribuyendo a la generación de gases de efecto invernadero. Según estudios certificados por organismos internacionales de referencia científica, se calcula que el 1,3% de los gases de efecto invernadero (GEI), principalmente metano, emitidos en el planeta proceden de las represas, por causa de la biomasa en descomposición.

Para agravar a situación, la incapacidad de la empresa estatal forestal de la localidad para aprovechar esos recursos madereros y la prohibición al sector privado y cuentapropista de utilizarlo, ha hecho que sea mucha más la biomasa en putrefacción bajo el agua que lo común en otros países.

Por supuesto, seguramente se hicieron estudios de impacto ambiental y se emitieron licencias ambientales que por ley se exigen, pero la ausencia de divulgación y la nula transparencia hacen dudar de su rigor y sospechar que pudieron haber sido simple formalidad burocrática. Y es que no son organismos independientes, sino vinculados al propio sistema los encargados de tales trámites.

Entonces, ¿qué garantías podemos tener de que hubo un estudio serio de impacto ambiental y de que se tomaron todas las medidas y acciones para minimizar el impacto inevitable de una obra tan invasiva con el medio ambiente? En realidad, ninguna.

Más información

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.