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Arte

¿De verdad está transcurriendo una Bienal en La Habana?

Esta edición del más importante evento de las artes visuales en Cuba va a trascender como la peor de la historia.

La Habana
Pieza de la exposición retrospectiva de la obra de Antonia Eiriz parte de la Bienal de La Habana, en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Pieza de la exposición retrospectiva de la obra de Antonia Eiriz parte de la Bienal de La Habana, en el Museo Nacional de Bellas Artes. BIENAL DE LA HABANA / FACEBOOK

En parte por el boicot convocado por artistas del exterior, en parte por la estrategia institucional de alargar el evento hasta el cansancio, esta edición de la Bienal de La Habana va a trascender como la peor de la historia. 

Se supone que el acontecimiento, que antes se consumaba en un mes intenso de exposiciones, mercaderes visitantes, curadores notables y prensa extranjera, ahora ha debido fragmentarse en tres largas estaciones.

La primera, transcurrida en noviembre, devota al contenido teórico, no hizo más que repetir la monserga revolucionaria de la afirmación de una supuesta identidad latinoamericana contra el mundo, con muy poca participación extranjera y mucho menos presencial. Fue, en buena medida, un evento online con estudiantes. 

La segunda etapa —"experiencia" le llaman los funcionarios culturales— discurre en estos momentos y amenaza con durar hasta abril.

La componen, hasta ahora, algunas muestras personales opacas y al menos tres grandes exhibiciones colectivas.

La primera es la exposición inaugural del Centro Wifredo Lam, donde participan artistas extranjeros y cubanos. Es la exhibición insigne de la Bienal, intitulada "Caminos que no conducen a Roma". Se planea que cambie a medida que avance el evento, pero de ella solo puede desearse que esa transformación ocurra cuanto antes: piezas tiradas sin una idea curatorial reconocible, piezas débiles, sin felicidad ni dolor. Las roídas paredes del Centro Wifredo Lam, con recuerdos de alguna obra de arte conceptual, son más elocuentes que cualquier discurso entusiasta redactado desde sus oficinas. 

Para las dos exhibiciones siguientes, sin embargo, la antes citada vendría siendo un parnaso. Una transcurre en el Pabellón Cuba y es convocada por Asociación Hermanos Saíz. En ella participan jóvenes menores de 35 años ansiosos de agrandar su currículum con una línea sobre la Bienal de La Habana. Apenas dos o tres nombres o piezas destacan de esta exhibición. Luce bastante como una muestra de la Asociación Hermanos Saíz. 

En el Centro para el Desarrollo de las Artes Visuales la situación es similar: algunos jóvenes ignotos, un par de profesores de San Alejandro… El tono general de lo expuesto ha sido la penuria. Apenas hay artistas reconocidos participando. Ni siquiera los Premios Nacionales o las vedettes que apoyan siempre al oficialismo, están presentes.

De manera que da la impresión de que, hasta la fecha, el boicot estaría funcionando, y son más las simpatías que habría acarreado en silencio de las que suponíamos.

Puede que los artistas estén reservando sus maravillas para enero, febrero o marzo. Pero el ambiente actual es desolado. Debieron coordinar, en todo caso, esas improbables maravillas al principio si querían demostrar con hechos la vitalidad que construyen con las palabras. 

La realidad es que todo el mundo parece estar fuera de la Isla, huyendo de la pobreza y la opresión. Los jóvenes del 27N marcharon a Europa a una exhibición y se unieron a otros que ya llevaban un rato fuera.

"La verdad que he visto poco"; "Este año he estado desconectado de la Bienal", responden quienes permanecen aquí cuando los interrogas.

Es así que, bien sea golpeada por las protestas de muchos artistas contra la represión post 11 de julio —que es la causa del boicot espontáneo—, bien sea afectada por el auto boicot que ensayaron las instituciones diluyendo la Bienal en largos meses, se va a cumplir aquello que predijimos desde el nuevo diseño del evento: llegará un día en que olvidaremos que en las galerías transcurre una Bienal. 

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2 comentarios

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Jodanse comunistas...se estan perdiendo los performance de la Bruguera y la serie Payasos de Otero Alcantara. Jodanse.

Esta gente se aprovecha de cualquiera, sobre todo si ha muerto. La carrera y obra de Antonia Eiriz son un testamento contra la tiranía totalitaria castrista, pero la sacan a relucir como si fuera alguien de ellos. Claro, cuando no se tiene concepto de pudor o vergüenza, se pueden hacer muchas cosas.