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Perú

Mucho ruido y pocas nueces en los primeros 100 días de gobierno de Pedro Castillo

Solo el 35% de los peruanos aprobaba su gestión al cierre de octubre, lo cual representa un descenso del 5% en comparación con el mes anterior.

Buenos Aires
Pedro Castillo, con sombrero, entre ministros de su Gabinete.
Pedro Castillo, con sombrero, entre ministros de su Gabinete. EFE

Las grandes promesas de un cambio radical en la forma de encarar la vida política e institucional en Perú han quedado rezagadas. En sus primeros 100 días en la presidencia, Pedro Castillo exhibe tal vez como principal triunfo haber capeado dos temporales que amenazaban a su Gobierno, pero este sigue siendo débil al tiempo que ha retrocedido la popularidad del presidente.

Con dos gabinetes en estos primeros 100 días, la periodista alemana Hildegard Willer señala como hecho notorio la propia presencia de Castillo en la presidencia. A su juicio, una parte importante del país rural e indígena, que no se sentía identificada con la clase política tradicional afincada en Lima, "se siente representada" por el educador y dirigente gremial.

Sin embargo, más allá de los simbólico, el nuevo Gobierno peruano tiene pocos logros que exhibir en este primer tramo de 100 días. Obviamente, para una figura como Castillo, un outsider político, sin partido político propio y atizado por las fuerzas más radicales de izquierda, puede considerarse un logro seguir en la presidencia.

Al ser consultada por DIARIO DE CUBA, Willer desde Lima explica que, en medio de todas las crisis políticas e institucionales, el Gobierno de Castillo ha estado prácticamente paralizado.

El portal de noticias Radio Programas de Perú (RPP) comentó que apenas introdujo media docena de proyectos de ley ante el Congreso y ninguno de estos proyectos respondía a las principales promesas de transformaciones sociales y económicas profundas que hizo Castillo durante su meteórica campaña electoral.

Educador y dirigente gremial del magisterio, Castillo era prácticamente un desconocido de la esfera política. En medio de una severa crisis de credibilidad que rodea a la clase política peruana, de forma sorpresiva irrumpió y ganó en la primera vuelta, por estrecho margen. Luego fue a una reñida segunda vuelta contra Keiko Fujimori, controvertida figura del espectro conservador, quien tras dilatar la proclamación presidencial terminó por aceptar a regañadientes el triunfo de Castillo.

Esto antecedió la juramentación del educador como presidente, que tuvo lugar el 28 de julio. Ese mismo día ya enfrentó una seria crisis interna. Varios ministros de la izquierda moderada, incluyendo al estratégico ministro de Economía, Pedro Francke Ballvé, amenazaron con irse del Gobierno tras la sorpresiva designación de Guido Bellido como premier o jefe de Gabinete.

Bellido, un dirigente de segunda línea del partido Perú Libre era, en realidad, una cuota del médico marxista Vladimir Cerrón, quien fue formado profesional e ideológicamente en Cuba.

Para el veterano periodista de investigación Ricardo Uceda, la ruptura de Castillo con Cerrón y la salida de Bellido del Gobierno representaron un alivio en diversos sectores políticos y económicos.

Hildegard Willer igualmente considera positivo que tempranamente el presidente Castillo haya tomado distancia de Cerrón, quien representa a su juicio una izquierda trasnochada y no democrática. Esta periodista alemana, radicada largamente en Perú, pone como ejemplo de esto la salutación que hizo Cerrón a favor de la farsa electoral de Nicaragua, al felicitar a Daniel Ortega, este lunes 8 de noviembre.

Cerrón, quien tiene causas judiciales abiertas que le impiden ocupar cargos públicos, tenía en Bellido una pieza clave para maniobrar dentro del Gabinete de Castillo. El primer ministro es un jefe de Gabinete en funciones designado por el jefe de Estado, pero que requiere de aprobación parlamentaria.

La semana pasada, finalmente, Castillo pasó a tener un Gabinete ratificado por el Congreso y que tiene como jefa a la activista de derechos humanos y feminista Mirtha Vásquez. La votación fue ajustada, ya que, de un total de 130 escaños, obtuvo solamente 68 votos.

Lo más emblemático resultó que Perú Libre, el partido que avaló la candidatura de Castillo, se dividió en el Legislativo. Un total de 16 legisladores siguieron la línea de Cerrón y no avalaron la designación de Vásquez, mientras que los otros 21 se alinearon con el educador. Definir su presencia en el Congreso y juntar los votos necesarios es otra de las líneas álgidas que tiene la naciente gestión de gobierno.

La politóloga Paula Távara cuestiona la lentitud del Gobierno en definir sus prioridades, tras hacer promesas de diverso calibre en la campaña.

La pregunta que sigue flotando, para Távara, es "si el Gobierno tiene clara sus prioridades; hay cambios que el presidente ha ofrecido y que inevitablemente tienen que pasar por el Parlamento".

Castillo, por ejemplo, prometió que elevaría de forma sustancial los fondos destinados a educación para que este sector tuviese el equivalente al 10% del Producto Interno Bruto. También dijo que impulsaría una Constituyente de cara a que se discutiera y aprobara una nueva Constitución en este país andino.

Un punto a favor, en medio de un escenario que luce complejo para el naciente Gobierno, está en la designación de Vásquez en la posición estratégica de jefa de Gabinete. Ella logró llevar la presidencia del Congreso durante el Gobierno interino de Francisco Sagasti.

Vásquez, por su parte, le ha dado un sello propio al cargo, alejándose de las promesas de la campaña. Indicó que las prioridades del Gobierno en este momento son la vacunación antiCovid-19, la reactivación económica y garantizar la educación presencial en medio de la pandemia.

La periodista Willer, en tanto, recuerda que sin bancada legislativa propia y teniendo a tres partidos conservadores claramente en contra, el espacio parlamentario será uno de los grandes desafíos para poder garantizar gobernabilidad.

Cinco años atrás la entonces derrotada candidata presidencial Keiko Fujimori, utilizó su ascendencia sobre el Congreso para literalmente dinamitar al Gobierno del economista liberal Pedro Pablo Kuczynski. Algunos analistas temen que se genere un clima de conflictividad entre estos dos poderes, en medio de la fragilidad que parece caracterizar al Gobierno de Castillo, junto a la fragmentación y desprestigio que envuelve al Legislativo peruano.

"Castillo casi no habla", comenta la periodista alemana al tiempo que apunta la dificultad que tiene el presidente dada su falta de liderazgo. "Es un Gobierno muy frágil y precario", sintetiza.

Un reciente sondeo del prestigioso Instituto de Estudios Peruanos para el diario La República refleja otra arista de estos 100 días. Solo el 35% de los peruanos aprobaba su gestión al cierre de octubre, lo cual representa un descenso del 5% en comparación con el mes anterior.

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