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Opinion

Lacalle no es de los revolucionarios

La ideología revolucionaria ha sido en nuestra América un vicio que ha lastimado a su izquierda y ha drenado hacia el personalismo y la ilegalidad las ambiciones de justicia social de sus pueblos.

La Habana
Meme sobre el choque entre el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou y Miguel Díaz-Canel en la Cumbre de la CELAC.
Meme sobre el choque entre el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou y Miguel Díaz-Canel en la Cumbre de la CELAC.

En un meme de su autoría publicado en Facebook, el director cinematográfico y teatral Juan Carlos Cremata acompañó el texto que titula este artículo con la foto del presidente uruguayo Luis Lacalle Pou. El juego de palabras recapitula el histórico desencuentro entre Lacalle Pou y el representante de la tiranía cubana Miguel Díaz-Canel el pasado 18 de septiembre en la VI Cumbre de la CELAC, en México. "La calle es de los revolucionarios" es un eslogan castrista que ha acompañado las acciones represivas del régimen contra la libertad de manifestación pública.

Luego de exaltar la democracia, y la libertad como "el estado más puro que tiene una persona", Lacalle Pou afirmó en su intervención: "cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la separación de poderes, cuando desde el poder se usa el aparato represor para callar las protestas, cuando se encarcelan opositores, cuando no se respetan los derechos humanos, nosotros en esta voz, tranquila pero firme, debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, en Nicaragua, y en Venezuela".

Lacalle no es de los revolucionarios. A la respuesta de Miguel Díaz-Canel, el presidente uruguayo ripostó con un fragmento de la canción "Patria y Vida", todo un himno de resurrección de nuestros anhelos de libertad: "Que no siga corriendo la sangre por querer pensar diferente, quién les dijo que Cuba es de ustedes, si mi Cuba es de toda mi gente". La contundencia y la eficacia del presidente uruguayo removieron los sitios de noticias y las redes sociales cubanas, que han conocido en el último año un inédito concierto respecto de la necesidad de libertad para el país.

Con su intervención, Luis Lacalle Pou engrosó la lista de demócratas latinoamericanos que han confrontado al castrismo históricamente. En ella una figura esencial es Rómulo Betancourt, el expresidente venezolano que entre las pautas de su política exterior dictó, desde la asunción de su mandato presidencial en 1959, aquella que supondría la ruptura de relaciones diplomáticas con los gobiernos americanos que no respetaran la democracia. Conocida como "Doctrina Betancourt", la firmeza en su ejecución determinó que Venezuela rompiera relaciones diplomáticas con varios Estados en la década siguiente. En 1959 lo hizo con el tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo y, dos años después, en 1961, le tocó la misma suerte a su par cubano.

En 1962, a instancias de Venezuela, Cuba fue expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA). Desde entonces, la animadversión hacia la OEA ha sido una cuestión de Estado de los déspotas criollos. Pero no solo para ellos, sino también para los aspirantes a mandamases en la región, encarnados de manera renovada por el anfitrión de la Cumbre, Andrés Manuel López Obrador.

La OEA ha sido históricamente un obstáculo para quienes deterioran la democracia en aras de una hegemonía extraordinaria o una plena dictadura. En los días previos a la Cumbre de la CELAC, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, realizó declaraciones precisas sobre el deseo de México de sustituir la OEA por la CELAC. Frente a esta ambición se pronunciaron, el pasado sábado 18 de septiembre, el presidente uruguayo y su homólogo paraguayo, Mario Abdo.

Lacalle Pou precisó el apoyo de su país a la OEA al afirmar que la participación de Uruguay en la Cumbre "no significa que al integrar la CELAC de alguna manera caiga en desuso la participación en la OEA, queremos ser bien claros al respecto". Son estas palabras de Lacalle Pou las que dan a su discurso crítico de las tiranías regionales una trascendencia mayor.

Lacalle no es de los revolucionarios porque la ideología revolucionaria ha sido en nuestra América un vicio que ha lastimado a su izquierda y ha drenado hacia el personalismo y la ilegalidad las ambiciones de justicia social de sus poblaciones. No abundan en estas tierras las Michelle Bachellet, los Luis Ignacio Lula Da Silva y los Pepe Mujica, y sí los Alberto Fernández, Andrés Manuel López Obrador y Pedro Castillo.

Hablar de justicia social y no acompañarlo de frases altisonantes sobre la necesidad de disolver instituciones, castigar a la prensa, cambiar constituciones, y poner a la justicia de rodillas frente a reivindicaciones que se pretenden históricas, es sencillamente desmerecer a los ojos de esa izquierda lastimada. Por estas tierras la socialdemocracia se asocia con demasiada facilidad a la derecha política, y la exaltación de la libre empresa y la iniciativa empresarial al fascismo.

El presidente uruguayo no precisó de leer su intervención y solo consultó sus notas para reproducir la letra de la canción liberadora. Miguel Díaz-Canel leyó cada una de sus dos réplicas. Llevar preparados los textos de un debate resulta contraproducente, y es posible solo porque el discurso revolucionario abunda en lugares comunes acomodables a cualquier contexto.

La ideología que se alimenta de destruir lo que existe tiene que carecer de argumentos, la razón es un producto de la cultura y el anhelo básico de la revolución es su colapso. La escena de un jefe de Estado que no puede hablar con voz propia recuerda el momento en que Raúl Castro interrumpió la lectura del Informe Central al VII Congreso del Partido Comunista de Cuba para hacer un comentario personal, en abril de 2016, y un funcionario, de manera inmediata, le entregó una nota que el dictador desorientado leyó en voz alta y que decía "Estamos en vivo". ¿Quién señorea Cuba que se permite interrumpir a su jefe de Estado en medio de un discurso y escribir las réplicas acaloradas del otro para un debate potencial?

Lacalle no es de los revolucionarios, como graciosamente expuso Juan Carlos Cremata. No lo es de los castristas que persiguen, golpean, y desaparecen tras las rejas de su sistema de prisiones a un pueblo hambreado y desarmado. Ni de los aspirantes a tales que en las América intentan hacer de las instituciones democráticas un foro al servicio de sus discursos pestíferos. 

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3 comentarios

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En Cuba los ñángaras han coreado: esta calle es de Fidel.
Afortunadamente, ya está muerto, pero cuando vivía todas las calles eran del pueblo, ninguna era legítimamente de él. El no construyó ninguna calle, ningún edificio, ninguna casa. Eso sí, se robó todas las calles, todos los edificios, todas las casas, se robó a Cuba entera. Cuando decían: esta calle es de.Fidel, faltaba añadir: ...porque se la robó.
El presidente Lacalle es el prototipo de presidente que quisiéramos todos los cubanos y no Díaz Canel S, ni el viejo decrépito Amlo. Los uruguayos podrán decir con orgullo: Lacalle es de los uruguayos.
PATRIA Y VIDA
VENCEREMOS al comunismo.

Las calles de Cuba son de todos los cubanos es faltar el respeto al pueblo de Cuba decir que las calles cubanas son de los revolucionarios como dijo el estúpido puesto a dedo que nadie lo eligió , Dias Canel muy bien por el gran presidente de Uruguay que le leyó la estrofa de del himno Patria y vida mis respeto gracias presidente Dios lo bendiga Patria y vida

La calle NO ES de los esbirros fascistas, la calle NO ES de la dictadura fascista de Cuba, los Díaz-Singao, y los Castro no han pisado la calle y no han sudado el sustento durante 62 años como el pueblo lo ha hecho, los singaos fascistas nunca han zapateado los alimentos como el pueblo lo ha hecho; por tanto la calle NO ES de la dictadura, la calle ES del pueblo Cubano y por eso el pueblo salió a su calle el 11J y seguirá saliendo a pesar de los palos, de los tiros y a pesar de las SS castristas sus boinas negras y rojas que algún día se las tragarán. Dios. Patria, Libertad y Vida !!!!!! Abajo el fascismo Castrista !!!!!!