Back to top
Desabastecimiento

La batalla contra los revendedores en Cuba: fracaso asegurado

Las estructuras obsoletas de la economía de base estalinista que rige en la Isla se resienten en cuanto soplan aires de libertad económica.

Valencia
Quiosco de un vendedor privado de materiales de construcción.
Quiosco de un vendedor privado de materiales de construcción. Diario de Cuba

Después de la descarga contra los "especuladores" y los "coleros" de hace unos meses, el órgano oficial comunista de Cuba, Granma, ha dado vía libre a la "caza de los revendedores", a los que acusa de ser una "minoría (que) vive a costa del negocio y de exprimir el bolsillo de los que trabajan". Las estructuras obsoletas de la economía de base estalinista que rige Cuba se resienten en cuanto soplan aires de libertad económica.

No es extraño que Granma hable de este tipo de cosas, cuando la práctica de la reventa es habitual en países capitalistas. ¿O es que las personas no aprovechan las redes sociales y las APP en España, Francia, Italia, etc. para revender lo usado, que ya no utilizan, mientras otras personas necesitadas de esos bienes y servicios, pero que no pueden pagar los precios de los nuevos, aceptan esas ofertas rebajadas? Todos salen ganando con la operación y lo normal es que aumenten las transacciones en el futuro. La reventa es una actividad de rendimientos crecientes allí donde se practica.

Sin embargo, conviene tener en cuenta que el negocio de la reventa en Cuba presenta aspectos distintos, como consecuencia del régimen económico y social impuesto en el país.

Por ejemplo, el tipo de productos o servicios que se buscan son los más elementales y sencillos, los que deberían estar disponibles en los establecimientos comerciales, sin necesidad de racionamiento o colas. Los revendedores cubanos no tienen límites, se dedican a cualquier cosa, porque los clientes tienen necesidades insatisfechas de todo tipo. No hace falta seleccionar mucho. Cualquier artículo vale. Ya no es solo el vestido que pasó de temporada, la mesa de ping pong que no se usa, o el ordenador que se queda obsoleto. En la reventa cubana, no se distingue y cualquier cosa es posible.  

El segundo aspecto son los precios. Muy elevados; de hecho, es de lo que más se queja la gente. En España, la reventa permite comprar a un 50% y 60% más bajo que el precio nuevo. Pero en Cuba no es así y hay que pagar altos precios, superiores a los que se piden en el "comercio oficial". ¿La razón? Porque la demanda supera ampliamente a la oferta en cualquier artículo, por sencillo que sea. Desde el papel higiénico al necesario café diario, el revendedor cubano vende a precios altos porque, además, el aprovisionamiento suele ser muy costoso (imaginemos que el producto viene del extranjero en el equipaje de un avión). Todo eso se tiene que pagar.

Tercer aspecto, una vez encontrado el producto, se compra sin la menor duda, y no hay contraste de ofertas. ¿Para qué? Esa inmediatez del gasto no solo se plasma en transacciones en pesos cubanos, sino que la reventa suele funcionar con un alto grado de dolarización, de modo que se hace imprescindible conseguir los billetes verdes, que escasean, al precio que digan. Y esto hace que los precios se disparen todavía más.

El artículo de Granma habla torticeramente de "la cara de satisfacción del comerciante, por la operación realizada", e incluso lo acusa falsamente de "desvalijar al comprador". Lo que el órgano del Partido Comunista no quiere reconocer es que realmente quien sale más satisfecho de la operación realizada es el comprador, que podrá llevar a su casa aquello que ni en sus mejores sueños había pensado que podría conseguir. Es lo que tiene la ideología comunista, su incapacidad para entender que detrás de toda transacción de la economía de mercado existe un mutuo bienestar y satisfacción.

Granma califica la reventa como "nocivo fenómeno" que, en los últimos tiempos, "se ha disparado a la sombra de las conocidas carencias y limitaciones económicas, agravado por la vista gorda de quienes tienen el control directo sobre los recursos del Estado, de donde muchas veces se nutren los malhechores". Pero es que esto es falso, si se trata de la cuestión temporal, porque la reventa ha existido en Cuba desde los primeros tiempos de la libreta de racionamiento y forma parte del día a día de los cubanos por necesidad. Que se haya intensificado en tiempos recientes no es otra cosa que consecuencia del colapso económico y del fracaso del modelo social comunista.

Además, Granma pretende enfrentar a unos cubanos contra otros, y así contrasta a la mayoría del pueblo, que "se empeña en sacar a flote al país, en medio de la más compleja situación económica", con una "minoría (que) vive a costa del negocio y de exprimir el bolsillo de los que trabajan". Este ataque es muy grave porque está alentando determinados comportamientos irracionales que solo pueden caber en mentes calenturientas. Como si las cosas fueran tan simples, y como si esa amplia mayoría del pueblo fuera tonta e incapaz de entender que los revendedores no están ahí en la realidad para organizar juegos florales, sino para satisfacer necesidades de la gente y, por supuesto, obtener un lucro de dicha actividad, porque nada es gratis.

Ver la reventa en Cuba como un delito tropieza con la dura realidad. Hacerlo, además, con el sufrimiento de la sociedad cubana por el avance del Covid-19, que las autoridades no saben cómo afrontar, mucho peor aún. Culpar al embargo de Estados Unidos de estas prácticas, simplemente raya en el delirio.

La cuestión es que Granma quiere acentuar la batalla contra estos ciudadanos a los que identifica con prácticas delictivas, y dice al respecto que "el enfrentamiento a revendedores, coleros y especuladores no ha sido todo lo enérgico y sistemático que debía, lo cual ha derivado en la extensión de un asunto que daña al pueblo trabajador, que se ve obligado a pagar varias veces el valor de productos esenciales".

¿Qué quiere hacer Granma, tal vez denunciar a los revendedores? Gran error. El problema es que hay mucha gente en Cuba que necesita la reventa para sobrellevar la miseria en que viven, que la justifican aun cuando muestran su preocupación por los altos precios. Y contra esa masa social que incentiva la actividad de reventa, nadie va a hacer nada. Más aún cuando las actividades se han ido especializado y penetrando en las redes sociales e internet, donde el anonimato es más posible.

Si en vez de gastar recursos en reprimir, castigar, confiscar y eliminar los productos vendidos por los revendedores (entre los cuales, asombrosamente, hay de todo: detergente de diferentes tipos y gramajes, galones de peróxido, desodorantes, acondicionador para el cabello, perfumes y colonias, paquetes de pañales desechables, tubos de tinte para el cabello, champú de diferentes marcas, pasta dental, cremas para la piel y cosméticos, frijoles, arroz, cajetillas de cigarros, materiales de construcción como cemento y herrajes de diferentes tipos, utensilios eléctricos, resistencia de hornillas eléctricas, bombillos ahorradores, café, embutidos, carnes, aceites, leche en polvo, azúcar, cervezas de importación y nacionales, y otras bebidas alcohólicas), el sistema económico y social asegurase que los comercios estuvieran bien surtidos de dichos productos y a precios competitivos, la reventa desaparecería, no sería necesaria, pasaría a ser una actividad marginal.

El régimen mantiene la vigilancia y represión contra los revendedores y quiere que la población delate y participe activamente en el aquelarre comunista. Lo tiene complicado, porque la gente está a favor de revendedores, coleros y especuladores, y está harta de las tropelías y patrañas del régimen comunista. Los revendedores van a seguir. Buena prueba de ello es que, pese a las detenciones, sanciones y multas del régimen vuelven a la palestra a ofrecer sus necesarios servicios.  Esa persistencia se debe a que el régimen no hace lo que debe para acabar con estas prácticas: quitar el cerco comunista a la actividad económica.

Archivado en
Más información

1 comentario

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.
Profile picture for user Amadeus

Sólamente hay corrupción, cuando el propio sistemas es corrupto.