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Haití

Moïse y la cruel paradoja de morir en el poder

En la etapa final de su controvertida presidencia, pretendía reformar la Constitución de Haití, desoyendo las críticas internas y las aprehensiones de la comunidad internacional.

Caracas
Un hombre mira los impactos de bala en un carro fuera de la residencia presidencial en Puerto Príncipe.
Un hombre mira los impactos de bala en un carro fuera de la residencia presidencial en Puerto Príncipe. AFP

Llegó a la presidencia de Haití bajo sospecha de fraude, durante bastante tiempo gobernó por decreto, reprimió a los manifestantes que pedían su renuncia y además de todo esto no pocos haitianos creen que hizo fortuna gracias a la corrupción con la cooperación que tuvo con el chavismo.

Tal como vivió desde 2015, atrincherado en la presidencia, en una paradoja cruel que Jovenel Moïse haya muerto ocupando el poder al que estuvo aferrado en los últimos años.

Moïse (1968-2021), quien no había hecho carrera política previa, llegó a la presidencia de su país por un dedazo, designado por su antecesor, Michel Joseph Martelly. El otrora empresario llegó directamente a la presidencia, resultando un período conflictivo y estando él bajo permanente presión.

El rechazo internacional ha sido unánime ante el asesinato de Moïse. Dejando en claro que no se comparte esta acción, bajo ninguna excusa, es imposible no señalar que el presidente haitiano fue cerrando las salidas políticas a la crisis en su país.

En la etapa final de su controvertida presidencia, Moïse pretendía reformar la Constitución de Haití, desoyendo las críticas internas y las aprehensiones de la comunidad internacional. No pocos sostenían que este afán de ajustar la Carta Magna lo que buscaba en el fondo era cambiar las reglas de juego para poder presentarse a la reelección en 2022.

Aferrado al poder, sin abrir posibilidades de una negociación con los sectores de oposición, y aprovechando el contexto de un país sumido en una crisis histórica, Moïse no construyó salidas políticas. Al contrario, las cerró en diversos momentos.

La amistad del Moïse empresario con el entonces presidente Martelly se estrechó tras recibir el primero una subvención gubernamental de seis millones de dólares para una empresa que dirigía, dedicada a la producción y exportación del banano. En 2015, Martelly nombró al empresario y amigo Moïse como el candidato a la presidencia del gubernamental Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK).

Moïse recibió el 32,8% de los votos en la primera ronda de unas poco transparentes elecciones celebradas en 2015. Una encuesta independiente a boca de urna realizada por el Haití Sentinel mostró que Moïse recibió solamente el 6% de los votos. Dichos comicios fueron anulados. Un año más tarde, con una gran abstención, Moïse se habría impuesto en otra elección que no fue reconocida por diversos actores políticos.

Este halo de ilegitimidad fue una constante en su paso por la presidencia. Tal como lo comentó en otro momento DIARIO DE CUBA, dado que las elecciones de 2015 fueron anuladas debía asumirse el período presidencial de cinco años entre 2016-2021, por lo que su presidencia se daba por concluida el 7 de febrero de 2021, según abogados y activistas políticos de oposición.

En una ronda reciente de entrevistas con medios internacionales, Moïse ratificó que su periodo en realidad concluía en febrero de 2022.

A inicios de 2020 cesó el Parlamento haitiano sin que se convocaran nuevos comicios para legisladores. A partir de entonces, Moïse gobernó por decreto, incluso para designar y revocar a sus primeros ministros, un asunto de competencia parlamentaria, así como la aprobación del presupuesto nacional y otras funciones institucionales.

Con una comunidad internacional enfocada en las respuestas ante la pandemia de Covid-19 y su repercusión dentro de naciones como EEUU y Francia, que históricamente han tenido una política hacia Puerto Príncipe, Moïse literalmente gobernó a su antojo durante el último año y medio.

Las protestas, cotidianas en las calles de la capital y otras poblaciones de Haití desde 2018, eran reprimidas desde el poder. Junto a esto, Moïse ordenó la detención de líderes opositores en diversos momentos, sin que hubiese una condena firma de la comunidad internacional a sus desmanes.

La última huida hacia adelante del fallecido presidente fue su anuncio de que aprobaría una reforma constitucional en los meses finales de su gobierno. Sin un Parlamento ni espacio legislativo en el cual debatir tal reforma, se esperaba en realidad una transformación ad hoc para beneficiar a un Moïse aferrado al poder.

Un motivo de descontento en diversos momentos de los últimos años ha girado en torno a la cooperación petrolera ventajosa que recibió Haití de Venezuela. Aunque Moise no pudo ser señalado judicialmente de apropiarse de fondos venezolanos, los haitianos de a pie consideraron que fue benevolente con un jugoso esquema de corrupción, que heredó de Martelly.

De acuerdo con el respetado analista Arnold Antonin, entre 2008 y 2016 se habrían malversado unos 2.000 millones de dólares provenientes de la cooperación venezolana. Esta cifra es fabulosa para un país que registra, según la ONU, una caída en su calidad de vida y actividad económica de forma constante desde 1990.

Es sin duda una cruel paradoja: Moïse murió como vivió los últimos años, en el poder.

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2 comentarios

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Cuando veas las barbas de tu vecino arder pon las tuyas en remojo, me entiendes Díaz-Sin-Gao el karma no perdona

Un pichon de dictador. No puedo sentir su muerte.