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Azúcar

Los orígenes de la debacle azucarera en Cuba

Un episodio central en esta debacle reside en los manejos de la zafra de 1970 por Fidel Castro.

Miami
Fidel Castro en un campo de caña de azúcar.
Fidel Castro en un campo de caña de azúcar. Radio Rebelde

Pocos recuerdan y menos conocen cómo comenzó la dramática decadencia de la industria azucarera en Cuba. Todo empezó por la expropiación masiva de centrales, plantaciones de caña y medios de transporte dictada por Fidel Castro en 1960.

Algunos han llamado a ese proceso como una socialización de medios de producción, pero cuando se examina en detalle se puede concluir que fue todo lo contrario. Los viejos dueños no fueron reemplazados por un cuerpo gerencial que confirmara una socialización verdadera, aunque fuese ilegítima, sino que Fidel Castro empezó a fungir de facto como el dueño y dirigente único de toda la industria azucarera. Una forma subrepticia de privatización, pero envuelta en una retórica socialista.

Como máximo dirigente de la industria, Castro definió primero el manejo de la misma en el marco de una estrategia improvisada de industrialización y diversificación agrícola que condujo a una política de demolición azucarera. Esta consistió, desde 1961, en desmantelar unas 130.000 hectáreas de caña, forzando al país a reducir drásticamente su producción azucarera desde 6,8 millones de toneladas métricas ese año, a 4,8 millones en 1962 y a 3,9 millones en 1963. El impacto en toda la economía fue multiplicado por la pérdida simultánea del mercado de EEUU.

Ya esta política de demolición de una industria vital para Cuba sin tener los medios de reemplazarla con actividades que generaran los mismos ingresos externos en divisas, permitía vislumbrar la irresponsabilidad extrema de Castro como gobernante en su manejo de la economía. Complementada su gestión dictatorial por un sistema de férrea censura de la libertad de expresión, el daño a la economía del país y al nivel de vida de los cubanos fue inmensurable, lo que nunca ha sido bien discutido públicamente y comprendido por la población.

En 1964, en un giro exacto de 180 grados, Castro anunció sorpresivamente una nueva política azucarera con otra meta: producir diez millones de toneladas de azúcar para 1970. El anuncio complementaba la promesa soviética de comprar azúcar cubano a precios subsidiados (pero no en moneda convertible), de tal modo que Cuba se convirtiera en la azucarera del bloque comunista.

No hay evidencia disponible de que la nueva política fuera evaluada debidamente por alguna instancia cubana. El anuncio sorprendió al personal de todas las dependencias de la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) y del propio Ministerio de Industrias a cargo de Ernesto "Che" Guevara, que como campeón del ambicioso Plan de Industrialización de corte stalinista no dio muestras de entusiasmo por el regreso a la producción de azúcar como eje principal del desarrollo del país.

El plan de los diez millones fue recibido con gran escepticismo por los que estaban al tanto de los asuntos cubanos, pero más aun por los que trabajaban en cuestiones económicas, especialmente los familiarizados con los sectores azucarero y agropecuario. El veredicto fue uniforme: no era posible producir diez millones de toneladas de azúcar en 1970. El ministro del Azúcar, Orlando Borrego, un hombre de la plena confianza del "Che" Guevara, provocó la ira de Castro por expresar sus dudas sobre la factibilidad de la zafra y fue despedido del Gobierno.

Casualmente, poco antes de salir al exilio, yo estuve a cargo de la evaluación de los proyectos de inversión industrial y de transporte para la zafra de 1970 y puedo atestiguar que la inmensa mayoría de esos proyectos estaban mal concebidos y, en condiciones normales, no debían aprobarse ni financiarse. Pero las condiciones no eran normales y me planteaban un gran y peligroso dilema: si los aprobaba y alguien en la burocracia creía que no debían serlo me podrían acusar de sabotear el plan, pero si los rechazaba por ser inaceptables, por los mismos motivos podría ser acusado de sabotaje.

Por suerte, conseguí el permiso de salida a tiempo y pude ver el final de la película desde el extranjero. En el corto tiempo que trabajé en ese ministerio conocí a muchos expertos en la industria que coincidían unánimemente en que la zafra no solo no era factible, sino que también el intento de hacerla sin suficiente preparación le costaría mucho al país. Y estas consideraciones solo se refieren a la capacidad de molienda en los centrales, pero se oían muchas dudas sobre la capacidad del sector agrícola de producir la caña en volúmenes suficientes, dudas basadas en la demolición de plantaciones que había ocurrido recientemente.

Mientras se acercaba la zafra de 1970, Fidel Castro dio órdenes para movilizar todos los recursos disponibles, materiales y humanos, que afectaron significativamente los procesos productivos en los sectores no azucareros. Mientras, se bautizaba el proceso como "la batalla de todo el pueblo". El poder centralizado en manos de Castro y sus directivas y discursos haciendo de la meta de los diez millones "una cuestión de honor" hizo que se pasaran por encima toda consideración de eficiencia y costo.

Un punto interesante de este verdadero maratón y que, de manera increíble, ha sido omitido con frecuencia por muchos analistas es que el foco de atención estaba en la meta de diez millones de toneladas de azúcar en términos físicos, sin consideración alguna de tipo financiero, sobre los costos y ganancias que dicha zafra generaría. Esta condición confirmaba la extraordinaria y malsana creencia de Castro de que lo que él llamaba relaciones mercantiles y el concomitante uso del dinero no eran compatibles con su concepción del sistema comunista que decía desear para Cuba.

En este punto es bueno recordar que en 1968 Castro ordenó la socialización de todo lo que quedaba de sector privado en Cuba, incluyendo microempresas y puestos callejeros. Al mismo tiempo se suspendió la práctica de la contabilidad en las empresas con base en la peregrina idea de que el dinero no haría falta en el futuro.

No hay evidencia de que Castro mismo o el Gobierno en su conjunto llegaran a saber cuánto costó la producción de las 8,5 toneladas de azúcar que finalmente se alcanzaron. Lo que sí es cierto es que el país quedó devastado por el esfuerzo que Castro llegó a reconocer públicamente en un discurso el 26 de julio de 1970 como un gran fracaso (pero solo en términos físicos, no financieros y organizativos) pero acabó imponiendo una forma personalizada de gobierno y administración pública cuyas consecuencias catastróficas duran hasta hoy.

Su forma de actuar se caracterizó, desde antes del triunfo de la Revolución, por la improvisación y la desorganización, aunque su liderazgo, discursos y carisma personal conseguían aglutinar seguidores que lo aceptaban como un caudillo. La amplia evidencia anecdótica existente indica que siempre actuó como un verdadero cacique al frente de una gran tribu, con formas primitivas de institucionalización, si se pudiera utilizar este término.

Prácticamente casi todos los proyectos que mandaba a emprender se basaban en ideas caprichosas, a veces disparatadas, que nadie se atrevía a cuestionar o criticar. Por eso la situación económica en la que Cuba se encuentra hoy es resultado de la falta de un sistema de gobierno y administración donde las instituciones y empresas estimulan el trabajo en equipo. Todo lo contrario al sistema de ordeno y mando personalizado al cual el país se ha acostumbrado y adaptado desde 1959. Por lo cual es también importante que los cubanos, tanto los opositores como los que pertenecen o simpatizan con el régimen, conozcan el origen de la madeja de impedimentos de la producción que el país ha heredado de Fidel Castro.

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4 comentarios

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Ese día corto caña para la foto,después,más nunca trabajo en su puta vida.

Que clase de HdP en esa foto, inepto, solo bueno para matar y hablar m.....

Los orígenes de la debacle en general se encuentran en la foto que encabeza el artículo.

Profile picture for user Gualterio Díaz

SANGUINETTY perdió la memoria. Después de eso pasaron 20 años con zafras que fueron de casi 7 millones y medio en 1981 a poco más de 8 millones en 1989 y entonces pasó lo que todos sabemos. Al terminar la siguiente década el MINAZ tuvo que colgar los guantes. Los orígenes de la debacle azucarera en Cuba están en la ilusión de la economía socialista planificada, que en Venezuela acabó con PDVSA.