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Disidencia

'A mí nadie me dio un centavo, hice lo que hice por convicción'

Clandestinos tuvo un seguidor en Santiago de Cuba, el joven Andy Prada Ortega. En entrevista con DIARIO DE CUBA cuenta por qué tomó la decisión y las consecuencias que le acarreó.

La Habana
Andy Prada Ortega, seguidor de Clandestinos en Santiago de Cuba.
Andy Prada Ortega, seguidor de Clandestinos en Santiago de Cuba.

Andy Prada Ortega fue la única persona fuera de La Habana que decidió sumarse a las acciones de Clandestinos, realizadas en los primeros días de 2020 y que tuvieron amplia repercusión mediática dentro y fuera de Cuba.

Tiene 28 años de edad y es graduado de Ingeniería Informática por la Universidad de Oriente.

Los principales acusados de pertenecer a Clandestinos, Panter Rodríguez Baró y Yoel Prieto Tamayo, cumplirán largas condenas por la acción simbólica de protesta contra régimen cubano que consistió en manchar de sangre bustos de José Martí y vallas de propaganda política en La Habana. Prada Ortega ya cumplió un año de prisión y desde enero se encuentra en libertad. Sobre sus acciones, accede a conversar con DIARIO DE CUBA.

¿Porque decides imitar las acciones de Clandestinos en Santiago de Cuba?

Cuando surge el movimiento Clandestinos, a inicios de 2020, vi en las redes sociales lo que habían hecho en La Habana y, motivado por eso, porque lo vi como un símbolo de protesta inspirado en la tradición de lucha de nuestro pueblo contra la actual dictadura, decidí imitar esa acción aquí en la ciudad de Santiago de Cuba. A mí nadie me dio un centavo por hacer lo que hice, fue por convicción. Y jamás fue mi intención, como dice el régimen, manchar la imagen de Martí, era una acción para denunciar y llamar la atención (sobre el hecho de) que el sueño de libertad del Apóstol no se ha cumplido.

En la madrugada del 13 de enero derramé pintura roja sobre un busto de José Martí ubicado en la localidad donde vivo, aquí en el reparto Versalles, y también sobre una valla de un edificio con la imagen de Fidel Castro. Al amanecer, ya mi cuadra estaba rodeada con un operativo por parte de la Seguridad del Estado y fui detenido. En ese momento fui golpeado brutalmente por uno de mis captores.

A los cuatro días de estar detenido en la Unidad de Operaciones (de la Seguridad del Estado), fui interrogado por el teniente coronel Carlos Martínez González, del G-2 de La Habana, sobre mis conexiones con los miembros de Clandestinos en la capital, pero yo a ellos en ese momento no los conocía. Me fueron decomisados dos teléfonos, una laptop, 400 dólares y 25.000 pesos cubanos que tenía en mi casa.

¿Qué sucedió después?

Después de este interrogatorio fui trasladado a La Habana, a las celdas de Villa Marista, donde estuve 73 días sometido a torturas psicológicas, pues me sacaban en horas de la madrugada, interrumpiéndome las horas de sueño, y también el horario de comida. Me pusieron en una celda donde no cabía acostado y estuve en otra donde había una cámara de vigilancia.

Permanecí totalmente incomunicado y mi familia no sabía dónde me encontraba. Muchas veces le dijeron que me encontraba en Santiago de Cuba cuando ya estaba en las mazmorras de Villa Marista en La Habana. Allí conocí finalmente a Panter Rodríguez y Yoel Prieto. Después fui trasladado a la prisión de Vallegrande, donde permanecí seis meses.

Finalmente me regresaron a Santiago de Cuba el 9 de julio, me ubicaron en la cárcel de Aguadores y me celebran el juicio el 3 de agosto. Pude ver a mi familia por vez primera desde que caí preso. Fui condenado a un año por los delitos de daños a bienes del patrimonio cultural y difamación de las instituciones y organizaciones y héroes y mártires. Aunque mi abogado en varias ocasiones pidió un cambio de medida para esperar en libertad el proceso, siempre esa solicitud fue denegada.

Después de que fui condenado, me llevaron para la cárcel de máxima seguridad llamada Mar Verde y ahí terminé de cumplir mi sanción. Salí en libertad el 11 de enero de este año.

¿A qué te has dedicado después de cumplir tu sanción?

Yo le declaré la guerra al régimen y sé que en Cuba no tengo futuro, pero no pararé hasta poder ver a mi Cuba libre.

Desde que estoy en libertad he recibido varias amenazas de la Seguridad del Estado y del jefe de Sector de la Policía de que podría volver a prisión, y me han creado un índice de peligrosidad social. Pero pienso continuar con mis ideas como joven independiente que desea el fin de tantas injusticias y miseria. Mi futuro es incierto, pero mis ideas son las mismas de cuando decidí enfrentarme al régimen.

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