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Derechos Humanos

Cuba y la diplomacia de la mentira

Las palabras del canciller cubano ante del Consejo de Derechos Humanos de la ONU resultan un minucioso ejercicio de cinismo.

Madrid
Bruno Rodríguez
Bruno Rodríguez AP

El canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla ha aprovechado al máximo la membresía de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la Organizaciones de Naciones Unidas (ONU) para disimular la falta de libertades en la Isla ante organismos internacionales. La estrategia es sencilla: una retórica amparada en mentiras que busca imponerse como verdad por cansancio.

Esta semana, Rodríguez habló en el 46 período de sesiones del CDH. No dijo nada nuevo, ni cierto. Sin embargo, se hace necesario desmontar su estrategia discursiva.

El prólogo de Rodríguez es invariable, y va siempre de una rápida exposición sobre alguna "crisis que agobia a la humanidad" que, sin embargo, parece pasar de largo frente a Cuba. Por supuesto, esta crisis sí que cambia, pues está sujeta a un contexto determinado. La de ahora es el Covid-19 que, según el canciller, ha "develado la fragilidad de los sistemas de salud" en el mundo, mientras en la Isla ha demostrado la eficiencia del "sistema de salud gratuito, de calidad y alcance universal" revolucionario. Tampoco faltó su seguridad en los candidatos vacunales cubanos.

A simple vista se puede advertir que Rodríguez, aunque se dirige al resto de los miembros del CDH, no le habla a ellos. Su discurso persigue más el impacto que puede alcanzar en las páginas de Granma que frente a diplomáticos extranjeros. Muchos de estos últimos representan a países donde existe un sistema de salud tan o más gratuito, de calidad y de alcance universal que el cubano. En la Isla, sin embargo, todavía resulta efectivo sembrar la idea del infierno foráneo en contraste con el paraíso nacional.

La retórica de la diplomacia cubana llega entonces a su capítulo introductorio, que es un prólogo extendido, aunque algo más directo. En la última intervención de Rodríguez, por ejemplo, este va directamente a enumerar cada uno de los males que afectan a "las naciones más ricas de occidente". Para el canciller, el mundo está patas arriba debido a un "orden mundial internacional antidemocrático que convierte en quimeras los derechos más elementales. Ante semejante caos, según él, el Gobierno de Cuba podría dictar cátedra al resto del planeta.

El siguiente recurso discursivo de Rodríguez se basa en una enumeración que contraste con la anterior, es decir, en mencionar los logros del "socialismo cubano". Falto de ideas, echa mano a las "brigadas médicas internacionalistas". El ministro de Relaciones Exteriores parece entonces olvidar que desde la misma ONU se ha cuestionado la cacareada solidaridad de las misiones médicas, pero no ha olvidado nada. Otra vez su interlocutor es el lector de Granma que revisará la transcripción íntegra de sus palabras.

"Continuamos avanzando en la construcción de una nación independiente, soberana, socialista, democrática, próspera y sostenible", dice Rodríguez a la altura del desarrollo de su intervención. La frase, aunque manida, tiene su mérito, pues algo de trabajo lleva encontrar los antónimos exactos de la realidad.

Claro, tanto en el CDH como en Cuba se perciben los toques de ficción en las definiciones del canciller. Por eso, en un giro predecible, Rodríguez culpa al embargo estadounidense de intentar frustrar su utopía.

Para el desenlace, el ministro decide autoelogiarse con cierto disimulo. Durante los últimos años, la diplomacia cubana ha presionado hasta integrar a la Isla en cuanto organismo y convenio internacional exista, sin importar si luego cumplirá con lo que ello exige. Para un régimen totalitario, la joya de la corona es justamente estar ahí, hablando con la autoridad que confiere ser miembro del CDH.

El cinismo del canciller es ilimitado. Habla, por ejemplo, del Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial cuando la represión en Cuba es marcadamente racista, y del Plan Nacional para el Adelanto de las Mujeres cuando el Gobierno continúa aplazando una Ley Integral contra la Violencia de Género y el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba publica textos machistas y evita el término feminicidio.

Para cerrar su clase magistral de oratoria, dice: "Seguiremos honrando nuestros compromisos de cooperación con todos los mecanismos de derechos humanos de aplicación universal". Tal vez, para Rodríguez y el Gobierno que representa, el pueblo cubano habita en otra galaxia, a donde no llegan esos derechos.

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4 comentarios

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Profile picture for user Plutarco Cuero

#SomosObesidad

¿A quiénes cree este cara de papaya madura que les habla...?

Profile picture for user PicadillodeSoya

Este culogordo de Bruno lo que hace es asegurar su endeble posición de privilegio en la isla.