Back to top
Sociedad

Corrientazo 2021

De las 'patrullas clic' a hoy: medio siglo de apagones en Cuba.

Miami
'Chismosas' metálicas.
'Chismosas' metálicas. Cubanos Gurú

Soy un niño sentado a la mesa del comedor. Frente a mí, una chismosa encendida. Es un invento cubano: un tubo de pasta de aluminio, adentro tiene una mecha, colocado en un pomo de boca ancha con queroseno o luz brillante. Me imagino que lo de chismosa es porque suelta una nube negra hacia arriba cuando quema; la sala de la casa, aunque amplia y bien ventilada, se llena de ese olor desagradable… y tóxico.

Entonces mi abuela dice que me aparte de la chismosa, que en breve vendrá la corriente eléctrica. Y alguien pregunta si consiguieron la luz brillante para mañana. Así es esto: apagones casi todos los días, de noche. El niño que yo soy sabe que la abuela miente: nadie puede asegurar cuándo vendrá o quitaran la luz eléctrica. Es el año 1969, quizás el 70. Apagones y mosquitos. Pero saldremos adelante. Hay que pasar por esto para construir el socialismo, dice el maestro, el vecino, el pariente. En el futuro no habrá apagones.

Los niños pertenecemos a las Patrullas Clic. Hay que ir por las casas de los vecinos preguntado si tienen luces innecesarias encendidas, y hacer que las apaguen. ¿Quién dice que una luz es innecesaria? A mí me da pena. No tengo cara para decirle a nadie que apague la luz. Cuando regresamos a casa, si hay corriente, los anuncios en la televisión: la lucha contra el Villano Incandescente, un tipo vestido de negro con indumentaria de cowboy y una bombilla como cabeza.

Frente a la chismosa, y sin hacerle caso a la abuela —se está tiznando el techo— pido a la Oscuridad —en la escuela y en todos los lugares enseñan que Dios no existe, la Tiniebla sí— que cuando sea grande no tenga que estar sentado frente a la chismosa, tóxica, degradante, fea.

Ahora soy un adulto, han pasado más de veinte años. Y de nuevo, se va la luz. La única diferencia es que lo anuncian con tiempo: hoy toca apagón. Como si fuera una ofrenda, un deber inexcusable. El apagón dura ocho horas. Puede ser de madrugada. Es 1994, y en medio del calor del verano, la única solución es ir al portal, echarse un cubo de agua y tirarse en el piso para coger fresco.

Mis hijos están detrás de la reja de la puerta, protegidos. A cada rato alguno se despierta incómodo, llorando. Sudan. Yo no sé qué hacer. No les voy a contar que su papá pidió hace muchos años a la Oscuridad no tener que pasar por esto de nuevo. No hay por qué cargarles lo que no les toca.

El vecino me imita: se echa encima un cubo de agua. Su terraza es su cama. Y el portal de los de enfrente, un campamento gitano. Una ciudad que desafía el calor a la intemperie, y en la Oscuridad. La gente de Miami, los gusanos, los apátridas, han mandado lámparas recargables a sus familias; cuando viene la corriente eso es lo primero que hay que hacer, incluso antes de conectar el refrigerador: recargar las lámparas. En ocho horas otra vez el apagón. Aunque en el extranjero pocos lo crean, hay maestros, vecinos, parientes para quienes el apagón será transitorio, parte del socialismo que estamos construyendo.

Con el apagón vinieron los carteles y los letreros en panaderías y paradas de guagua contra el régimen. El vandalismo de las vidrieras —vacías— y los asaltos en los parques y en las calles. Como un milagro revolucionario, de pronto los apagones se fueron apagando: la Revolución, en la Oscuridad, tenía sus peores pesadillas. Y mientras pedaleo, pedaleamos, sin dormir.

Pido al Dios que por mí mismo he descubierto, que mis hijos no tengan que pasar por esto de nuevo. Ni los hijos de sus hijos. Los hijos de ningún cubano. Porque ya no creo, no puedo ni quiero creer en ningún maestro, vecino o pariente que me diga que esto es circunstancial, la fase de tránsito al socialismo. Si esto es socialismo, que lo construyan ellos. No se trata de ideologías: vivir en Cuba es, y será siempre, sobrevivencia.

El anuncio de las nuevas tarifas eléctricas ha sido como un deja vú: presagia Apagón parte III. Nadie se acuerda de la Revolución Energética, que iba a cambiar la manera de cocinar los alimentos —el Difunto Líder enseñando en el horario estelar de la televisión a hacer frijoles negros a las abuelas cubanas en la Olla Reina.

Ningún abuelo parecería tener memoria de haber sido patrullero clic, dormidor al sereno en la terraza y en el patio, acostador del contador eléctrico para no pagar el tarifazo anterior, aquel que vino después de recoger los grandes balones de gas y dar la bombita, esa que ahora cuesta diez veces el precio inicial, y los bombillos ahorradores, y el cambio de las juntas de los refrigeradores americanos, más eficientes y duraderos que los asiáticos.

Las nuevas tarifas eléctricas en la Isla han sido un corrientazo para todos. Para quienes están en Cuba, porque es difícil encontrar un maestro, un vecino, un pariente que justifique semejantes erogaciones (el truco de rebajar unos centavos no funciona ya); para quienes vivimos afuera, porque quizás algunos tendrán que ayudar a los familiares a pagar los aparatos eléctricos gastadores, regalos de la Revolución Energética; y para el niño que fuimos muchos, la chismosa tóxica y desagradable se resiste, en la Oscuridad, a ser apagada.

Más información

2 comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.

Efectivamernte... 50 años de las patrullas clic. Ahora son sus fundadores los que se están apagando... pero no importa, otros más comemierda de hoy, recogerán el mechero y lo mantendrán encendidos -si encuentra un poco de ''luz brillante'' - para alumbrar el futuro negro de todo un pueblo esclavo pero agradecido . Para no sonar ''racista'': el futuro negro y blanco coño.

Profile picture for user Amadeus

Muy bonita historia.