Back to top
Cine

'Mambo man': simplemente desastrosa

El filme de Mo Fini y Edesio Alejandro acumula la increíble cifra de 64 premios en festivales internacionales, pero no ha tenido buena acogida en Cuba.

La Habana
Héctor Noas, protagonista de 'Mambo man'.
Héctor Noas, protagonista de 'Mambo man'. OnCuba

Hasta ahora, en lo que va de recorrido como parte de sus 45 presentaciones internacionales en festivales foráneos, Mambo man (2020), la película de Mo Fini, el director de la disquera TumiMusic que promociona música tradicional cubana, y del músico Edesio Alejandro, acumula la increíble cifra de 64 premios.

Para quien esto escribe el calificativo sobreviene del asombro, tratándose de un filme que no ha tenido muy buena acogida en la crítica del patio, aun cuando su estreno en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana haya incentivado la movilización del público. El filme representa un giro en la carrera de Edesio Alejandro, sobre todo porque, además de codirector de esta ópera prima, se estrena también en los rubros de edición y dirección de actores.

Mambo man relata la vida de Julio César Montero, conocido como JC, un hombre de negocios en el Bayamo rural, con un elevado estatus económico, pues no solo es propietario de fincas de cerdos y cultivos varios sino también un empresario musical con relativa popularidad entre disqueras promocionales de la música tradicional cubana. De esta manera, los tours de extranjeros hacen parada en sus propiedades para degustar de la buena comida criolla mientras escuchan una tonada guajira.

JC encarna el self-made-man de nuevo tipo, en los campos cubanos, que ha conseguido la estabilidad familiar y una vida económica aparentemente solventada a fuerza de sus negocios. Pero el problema de JC es la desmesura, la pretensión de quien todavía desea más, mejor aún si el nuevo golpe de suerte sobreviene por un camino más fácil. De este modo el guajiro bayamés terminada enrolado en un negocio fallido de compraventa de joyas, pues resulta estafado y traicionado por sus mejores amigos, aun cuando no le faltaron las prevenciones de su chofer y de su esposa.

De propietario de mansión a dueño de un bajareque en medio del campo, JC acabará en la pobreza más miserable y todo cuanto antes ostentaba servirá para pagar las deudas a sus acreedores. Más o menos, el golpe de suerte que buscaba deriva en un efecto Cenicienta al revés, no sin antes convencernos que el tal JC, aunque ambicioso, pero campechano, vaya, el tipo buena gente, no ha sabido valorar la importancia de las cosas simples en las que, nos dice esta película, radica la verdadera felicidad, por causa de su desmesura.

En ese llamado de atención a los pequeños detalles de la vida, sobre todo los espirituales, la película adolece de un didactismo que no pretende movilizar ni una sola neurona del espectador, tampoco el proceso empático. Pareciera que Mo Fini y Paul Morris, los guionistas de la cinta, se emplearon a fondo para escribir una historia donde la moralina sobrevuela en hojarasca. Mambo man rompe el récord de diálogos triviales, de motivos que estructuran la lógica argumental ausentes de toda elaboración dramática, sobre todo esa cadena de triquiñuelas y de obstáculos que lo vuelven un relato muy previsible. La elaboración de las escenas que pretenden un cierto grado de comicidad, y las relativas críticas a la situación económica de la Isla que JC no parece tomar la historiademasiado en serio.

Esta es, probablemente, la peor película que pueda ostentar Héctor Noas en su carrera, no por el hecho de su desempeño histriónico que es bastante aceptable, sino porque justamente esos diálogos y las escenas que interpreta empañan la brillantez de su talento. En este rubro, la dirección de actores no pudo ser más desacertada en su selección de actores y actrices, algunos no profesionales. Eso sí, se le agradece la aparición de algunos casi nunca vistos en el gremio cinematográfico, como el caso del santiaguero Dagoberto Gaínza —aunque en un papel de escaso relieve—, porque su condición de artistas resistentes en provincias no les permite la oportunidad de grabar una película.  

La edición es otro de los rubros desastrosos de la película, sobre todo cuando emplea el recurso del fade en su afán de ajustar la consecución temporal de las secuencias, a veces —como en la escena del almendrón roto bajo la lluvia—, engarzadas con un corte brusco que el montaje no consigue disfrazar. Exceso de escenas sobrantes, elección incomprensible de locaciones para determinados diálogos, sobre todo cuando JC acude a su cita en Santiago con el propósito de reunirse con los estafadores. Mientras que el estatismo de la cámara en interiores, que acrecienta el sesgo televisivo, apenas matizado por un par de sobrevoladitas en dron, están entre los desperfectos más notorios de la cinta.

Lo fundamental: ¿alguien puede explicar por qué se llama Mambo man, esta película, que ni el mismo Cándido Fabré en su aparición como artista invitado supo decir? Ahí me perdí.

¿Qué trae de destacable esta cinta? Su interés de promover la música tradicional cubana, en su sello de "melodrama musical" a medias. Si bien los actores no cantan, por suerte el desatino de JC se acompaña de canciones muy estimables en voces de sus propios artistas, lamentablemente no siempre divulgados como se debiera. También el interés de sus realizadores por apartarse del circuito habanero y la pornomiseria del descalabro urbano, no importa que en ese campo, entre Bayamo y Santiago, suceda una historia interesante pero desprovista de complejidades dramatúrgicas. Se agradece la intención de oxigenarnos con el envidiable aire campestre y los deseos de estar ahí, saboreando el puerco asado de JC y sus mojitos para turistas.

Sin embargo, a Edesio Alejandro y Mo Fini alguien debería decirles que en el campo cubano no se baila el mambo, mucho menos se toca. Por lo tanto, los ajustes que necesitaba el guion y luego el discurso fílmico debieron empezar, en primer lugar, por corregir el título de su película.

Más información

2 comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.

No puedo opinar sobre la película porque no la he visto, pero sí sobre un concepto emitido. El actor trabaja sobre un guión; por más que quiera, un actor no puede ir mucho más allá de lo que el guión propone. Si_ como se dice acá_ la película adolece de tantas deficiencias en su concepción y tratamiento, incluído que está "desprovista de complejidades dramatúrgicas", ¿por qué achacarle un mal desempeño a los actores?

Profile picture for user Cristinita

Esto es lo que se llama hacer mield-a una película