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Béisbol

Maels Rodríguez: 'Mi velocidad fue un regalo de Dios'

'El Rey del Ponche' abandonó la Isla, firmó por los Diamondbacks en 2005 y jamás pudo hacer un lanzamiento oficial en EEUU. Aquí cuenta su historia y su presente.

Miami

El mundo del béisbol se estremeció aquella noche del 22 de diciembre de 1999, cuando un joven de solo 20 años vistiendo la camiseta de los gallos espirituanos con el número 44 en su espalda no permitió que ningún rival le llegara a la primera base durante todo el partido, convirtiéndose así en el único lanzador desde el comienzo de las Series Nacionales que ha protagonizado un juego perfecto.

La carrera de aquel muchacho de nombre Maels y apellido Rodríguez estaba en pleno desarrollo. Intimidante en el box con su recta que podía llegar, e incluso sobrepasar las 100 millas por hora, de elegantes movimientos y mirada penetrante, se convertiría en breve en "El Rey del ponche", haciendo trizas el antiguo récord para una temporada en poder del mítico "Changa" Mederos, liquidando por esa vía 263 adversarios.

Durante las seis Series Nacionales en las que participó, sus rivales apenas pudieron conectarle para .177 de average y solo aceptó 2,29 carreras limpias por juego de nueve entradas, logrando el éxito en 65 ocasiones.

En el otoño del año 2003, "El Supersónico", como también era conocido, abandonó la Isla convertido en un mito. En su equipaje llevaba además una plata olímpica, dos juegos sin hits ni carreras, un aval firmado por millones de aficionados donde se daba fe que ese diestro de 24 años era una de las estrellas que más brillaban en Cuba, y una llave que podía abrirle las puertas de cualquier franquicia de las Grandes Ligas.

Sin embargo, Maels Rodriguez jamás pudo hacer ningún lanzamiento oficial en terreno alguno de EEUU. Firmado por los Diamondbacks de Arizona en el 2005, sus problemas en el hombro de lanzar lo obligaron a someterse a intervenciones quirúrgicas que nunca pudieron recuperar aquella potencia aterradora de sus momentos de gloria.

Siempre humilde, le abrió las puertas a DIARIO DE CUBA para desempolvar algunos recuerdos y compartir sus experiencias con los aficionados.

¿Qué está haciendo Maels Rodriguez en el presente?

En estos momentos me dedico a transmitir mis poquitos conocimientos sobre el béisbol y la experiencia que tuve como atleta a las nuevas generaciones.

Tengo creado aquí en Miami un club que se llama "Club de las 100 millas", donde trabajo con peloteros que van desde los siete años hasta aquellos que ya están listos para firmar con alguna franquicia de las Grandes Ligas o que quieren conseguir universidades que le puedan cubrir sus gastos para sus estudios.

¿Cuándo comenzaron tus problemas en el brazo de lanzar?

Mis problemas en el brazo comenzaron a partir del año 2002 y se acrecentaron en el 2003. Ese año 2002 fue muy cargado para mí. Primero mi equipo de Sancti Spíritus llega a los play off y después me tocó lanzar bastante en la Súper Liga. Lancé más de 300 entradas y esa sobrecarga me empezó a dar problemas en la espalda y eso me hizo forzar más mi brazo.

Luego, en el Juego de las Estrellas del año 2003, sentí que el hombro se estaba debilitando, no sentía fuerza en el brazo. Creo que en ese momento comenzó el declive de mi carrera.

En Cuba siempre que se toca el tema Maels Rodríguez muchos hablan que aquellos problemas tienen su origen en una pelea con los hermanos Gurriel. ¿Qué hay de cierto en esto?

La realidad es que eso no es cierto. Nunca existió ningún problema de ese tipo con los hermanos Gurriel y, por supuesto, mi lesión del brazo nada tiene que ver con ellos. Todo fue un problema de sobreuso dado por mi juventud, por mi inmadurez, y por los deseos que el público disfrutara de un buen espectáculo.

¿Por qué crees que tu inmadurez afectó tu carrera?

El equipo de mi provincia nunca fue de los primeros y queríamos ganar a toda costa. Mi brazo se usó bastante. En aquellos play off lancé de 40 a 50 entradas en menos de 15 días, y mi hombro y mi cuerpo sufrieron mucho ese desgaste. Yo tengo mucha culpa en eso porque siempre estuve dispuesto, jamás pensé en las consecuencias, sólo en tratar de conseguir victorias para mi equipo.

Sin embargo, abandonas el país persiguiendo el sueño de jugar en las mayores a pesar de tener ya esos problemas. ¿Te arrepientes de ese paso?

No creo que pueda arrepentirme de ese paso que di. En Cuba había llegado al techo en poco tiempo y tenía deseos de probarme a otro nivel. Nunca pensé que la lesión que tenía en mi brazo me fuera a limitar para poder jugar aquí en el mejor béisbol del mundo.

Yo quería seguir poniendo el nombre de Cuba bien en alto, que el talento de nuestro país se conociera y que se supiera que teníamos posibilidades de triunfar en las Grandes Ligas. Ese siempre fue mi sueño, nunca quise separarme del país que me vio crecer y que me dio la oportunidad de convertirme en el atleta que fui.

¿Has podido a Cuba regresar en algún momento?

He tenido la posibilidad de regresar a Cuba, de ver a todas las amistades que dejé atrás, a familiares, fanáticos, gente que siempre me apoyó. Fue un momento maravilloso volver a revivir esos encuentros y le doy gracias a Dios por darme la oportunidad de hacerlo otra vez.

¿Te das cuenta de lo que significa lanzar el único juego perfecto en la historia de las Series Nacionales?

Creo que es una bendición. Tengo que darles las gracias a Dios y a todo el equipo que estuvo conmigo ese día por haberme dado esa oportunidad a mí de dejar mi nombre en los libros, teniendo en cuenta el gran talento deportivo que hay en Cuba. Es algo que me enorgullece pero esa hazaña no solo dependió de mí, fue algo donde todo el que estuvo a mi alrededor tuvo algo que ver.

¿Se nace con esa velocidad supersónica como la que tú tenías o eso se puede cultivar?

Creo que fui bendecido. Poder lanzar a esas velocidades es algo que nació conmigo. Es una coordinación que hace que tú puedas tener una aceleración en el momento justo con determinadas condiciones naturales.

Es algo que se puede ayudar con el entrenamiento diario, se puede mejorar la técnica y la preparación física y se pueden ganar millas en los lanzamientos, pero creo que si se pudiera desarrollar de esa manera o alguien pudiera enseñar a tirar de esa forma no hubiera existido en Cuba un solo Maels Rodríguez o un único Aroldis Chapman. Eso es un regalo de Dios.

¿Qué piensas del béisbol cubano de la actualidad?

El béisbol cubano sigue siendo una potencia a nivel mundial. Para mí se mantiene entre los mejores cinco países del mundo. Si sacamos cuenta de la cantidad de atletas que ahora mismo han salido de Cuba nos damos cuenta que hay mucho talento y por eso allí ya no vemos esa calidad de otros tiempos.

Se habla de más de 400 peloteros de esta generación que han abandonado la Isla. Eso quiere decir que si se pudiera contar con todos ellos lo cosa sería diferente.

¿Crees que bajo las circunstancias actuales se podrían unir los peloteros de las dos orillas para jugar un clásico mundial? ¿Te gustaría ver eso?

Para mí sería un sueño hecho realidad que todos los peloteros cubanos se unieran para formar un equipo. Cuba volvería a ser una potencia, pero las circunstancias son difíciles. Aunque en la Isla han abierto las puertas ahora y la MLB ha tratado de buscar una unión, siempre ha existido una traba entre estos dos países y no sé al final cómo va a terminar esto. Solo te puedo decir que la gran mayoría de los que están aquí y los que están allá quieren que eso suceda, al final todos somos cubanos.

Un consejo para todos esos jóvenes lanzadores que comienzan ahora sus carreras deportivas.

Quiero decirle a las nuevas generaciones que no se dejen poner techo, que esto es una carrera que si sabemos trabajarla podemos lograr que se alargue. Hay que trabajar duro cada día, sacrificarse más, dejar que el propio trabajo nos dé el resultado sin tratar de dar pasos grandes. Un paso pequeño cada día hace que esta carrera se convierta en algo más duradero. Ahí es donde está el resultado.

Pienso que al final nosotros somos dueños de lo que queremos lograr. Estamos en el lugar de trabajo que nos gusta y por eso tenemos que ir a disfrutar todos los días lo que hacemos.

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