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Crítica

Juana Rosa Pita: la luz hecha palabra

La autora 'cultiva algo que no abunda en la poesía cubana: una visión ascética de la vida material y espiritual, una señal de amor y fe en un mundo de sombras'.

Miami
Juana Rosa Pita.
Juana Rosa Pita. Talkingwriting

 

Fue en 1985 que escribí por primera vez una nota titulada "La poesía de Juana Rosa Pita": fuente de eternidad en el tiempo, que había sido premiada en Italia y cuya luz arrecia sin cesar desde entonces, como intuí en estas líneas: "La textura carnal, histórica, fiera a veces, de su verso, se transparenta sin debilitarse. La pupila, quizás ahogada ya por tanta tierra, tiene que colmar la ambición metafísica, y en paradoja que sorprende por inesperada, una mística terrestre, sólida y vesperal al mismo tiempo, abre los horizontes de su poesía a la divinidad terrible de una íntima misericordia por las cosas".  Y este lamentable 2020 ha continuado iluminando con dos apasionantes entregas, una de primavera y otra (antigua sorpresa) de verano.

En mayo entregó el hermoso poemario concluido en diciembre de 2019: La quinta estación. En versos de impecable factura brinda un recorrido espiritual donde su realidad, el mundo, las emociones, el Dios permanente, testigo y creador, señor del alma, asoma su presencia en la poesía, revelación perpetua del destino inexorable, ámbito de la Verdad, dueña de su alma. Bien lo dice: "Pero no me consiente la poesía/ contarme otras verdades/ para olvidar lo que me importa…"  Bella metáfora de la existencia, de la que vuela a lo eterno y la que va por los senderos del diario menester, alegoría que intenta explicar, con la incitación de la adivinanza, una posible respuesta al acertijo de Platón en el Timeo: ¿Qué es el Ser y dónde se encuentra?

Más que la rueda, el libro, el arte sacro,
circula por la savia de Occidente
sin que jamás decline su carisma,
merecedor de no pocas leyendas.
Sigiloso se adentra por los labios:
libera la verdad del corazón.
Con amor lo reserva la dadora
y en el momento justo lo convoca
a un festivo coloquio: EL MEJOR VINO.


Invitación a una respuesta que alumbre lo imponderable del destino y el misterio de lo inefable. La quinta estación del alma sobre las estaciones de la vida y del tiempo, superación del tiempo, más allá de la realidad objetiva. Es su testimonio vital en La quinta estación: "Todo está aquí hasta el momento ultimo/ del único enfrentarnos al Misterio". Agradecemos siempre su poesía.

Y en julio nos dio a conocer otro cuya edición reducida apenas se distribuyó hace un cuarto de siglo, y ahora resurge junto a su traducción al inglés. En Infancia del Pan nuestro Juana Rosa Pita nos ofrece ahora, en marcos de poesía, una biografía espiritual de la Transfiguración eucarística, de la segunda persona de la Trinidad, la que San Juan, en la proposición que abre el cuarto Evangelio, dice que era el Verbo, y que ese Verbo era con Dios. Es la evocación de ese trigo candeal que se hará pan de vida, objeto de veneración y purificación del alma, símbolo de la fe en la ascética de Fray Luis de Granada, donde la naturaleza y la gracia se dan la mano en la peripecia vital de un niño y su madre, para hacernos conocer las cosas que no vemos de Dios por las obras que vemos obradas por Él. Es palabra poética de un infante divino que dice al mundo: "Soy calor y Ella es luz del mismo fuego: / mi casa es de esplendor".

Es esta una apologética lírica donde la realidad de lo creado y la excelencia de la fe abren a los hondones del alma la presencia del amor infinito a todo ser, el comprender al Jesús hombre como premisa indispensable para comprender al Cristo Dios, idea central sobre la que Giuseppe Ricciotti funda su maravillosa Vida de Jesucristo, la misma idea que nutre los versos impecables de "Infancia del Pan nuestro".

Hay una voz en mí siempre cantando
en silencio quien soy fuera del tiempo.
Habré de regresar a mi país
aunque soy ciudadano de otro reino
no valorado allí ni en otras tierras.
Fuera del tiempo va quien soy cantando:
hay una voz en mí siempre en silencio.

Juana Rosa Pita cultiva en esta entrega algo que no abunda en la poesía cubana: una visión ascética de la vida material y espiritual, una señal de amor y fe en un mundo de sombras. Y así pone en boca de la Madre el mensaje del Padre Creador: "Hijo, tu asunto es enseñarnos a abrazar la pasión de la existencia". La existencia, vencedora de la muerte que el Pan Nuestro del Niño revive en la hostia consagrada. La poesía de Juana Rosa Pita recoge esa realidad en palabras del Niño: "Y cuando salga al mundo/ será a vivir de lleno por los otros/ mi escondido universo". Ya se anuncia la sangre del Calvario.


Juana Rosa Pita, La quinta estación (2019) e Infancia del Pan nuestro (2020).

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1 comentario

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Que exquisita Juana Rosa, una de las personas más finas que ha dado la literatura cubana. En un país libre hubiera sido la gran dama de alguna tertulia poética. Tuvo una editorial en Miami y publicó a algunos autores, si no me equivoco. Bella y cosmopolita.