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emigración

La odisea de los cubanos refugiados en Islas Caimán ahora pasa también por la crisis del coronavirus

Esta es la historia de una pareja que tras lograr recomponer sus vidas en ese país, la pandemia les volvió a jugar una mala pasada.

Madrid
Y. Rodríguez y A. Serrano.
Y. Rodríguez y A. Serrano. cayman Compass

Para los refugiados cubanos en las Islas Caimán, a quienes el Gobierno les concedió asilo y el derecho a permanecer indefinidamente, este país es ahora su hogar, no tienen la opción de repatriarse, pese a que la crisis del coronavirus les ha asestado otro duro golpe. Así es caso de Y. Rodríguez y A. Serrano, que publica el diario Cayman Compass.

Esta pareja ha tenido que recurrir a la organización benéfica Acts of Random Kindness (ARK), en busca de un techo para recomenzar de después que tuviera que abandonar el alquiler donde empezaban a prosperar.

Cuando Serrano y Rodríguez se reunieron por primera vez con la voluntaria de ARK Lisa Wray, a principios de octubre, habían trasladado sus pertenencias de su alquiler de Newlands al único alojamiento que pudieron encontrar: una habitación libre en la casa de una mujer caritativa de las Islas Caimán, que simpatizaba con su historia.

La antigua habitación de los niños y su cama individual se convirtieron en refugio bienvenido, aunque pequeño, hasta que los dos pudieran encontrar un nuevo lugar para vivir.

Serrano, que perdió su empleo en el sector turístico local, había recibido recientemente una oferta de trabajo, como pintor en proyectos de construcción, y estaba ansioso por volver a trabajar. Pero necesitaba priorizar su necesidad inmediata de vivienda, una búsqueda de meses que se convirtió en un trabajo propio.

El estrés de las búsquedas simultáneas de empleo y alquiler comenzaba a desgastar a Serrano.

Desempleo en tiempos de pandemia

Antes de la crisis de la pandemia, Serrano ganaba un salario modesto a través del trabajo de hostelería en Margaritaville, y su salario cubría las necesidades básicas de la pareja. Tenían vivienda, comida, hasta un carro.

Sin embargo, como muchos otros en Caimán este año, Serrano aprendió cuán endeble era realmente ganarse la vida allí.

"Con mi trabajo, estábamos bien. Pagaba el alquiler (…)", dijo a Cayman Compass. "Pero cuando llegó el virus, me quedé sin trabajo".

Luego vino el descubrimiento de las contribuciones de pensiones no pagadas por parte de Margaritaville y la lucha infructuosa por calificar para los beneficios de los trabajadores de turismo desplazados. 

Fue entonces cuando Serrano y Rodríguez solicitaron asistencia de alquiler y comida a Aduanas y Control Fronterizo.

Como refugiado, Serrano no califica para recibir apoyo a través de la Unidad de Evaluación de Necesidades. Tampoco Rodríguez cumple los requisitos para aplicar a ninguna forma de ayuda del Gobierno.

Debido a la redacción de la ley de asilo de Caimán, actualmente bajo revisión por el Control de Aduanas y Fronteras, Rodríguez no está reconocida como dependiente legal de Serrano en Caimán y, por lo tanto, no puede trabajar ni reclamar beneficios.

Rodríguez dijo que su mayor deseo en Caimán ha sido trabajar, mantenerse e integrarse a la cultura. Pero su lucha migratoria ha mantenido esos objetivos fuera de su alcance.

"Es difícil no poder trabajar, no poder ayudar, pasar todo el día sin hacer nada", dijo la mujer. "Es muy difícil llegar a un país donde no conoces a nadie y no hablas el idioma", agregó.

Mientras la pareja buscaba alquileres, la lucha por que se reconociera su matrimonio continuó en un segundo plano, creando una capa adicional de estrés y complicación a su situación.

Después de meses de protestas que culminaron con el arresto de tres manifestantes, incluido Rodríguez, las autoridades han asegurado a los refugiados cubanos que el tema de la visa y el matrimonio pronto se resolverá, según dijo Serrano.

Serrano actualmente califica para 750 dólares en asistencia de alquiler y 220 para comida al mes. Desafortunadamente, después de meses de búsqueda, Serrano y Rodríguez no han podido encontrar un alquiler por ese monto o un propietario dispuesto a firmar un contrato con el Gobierno.

Como muchos otros, cuando llegaron a la ONG ARK, la pareja ya había perdido la fe en la capacidad del Gobierno para ayudar con sus necesidades de vivienda. Otros que se acercan a la organización benéfica han renunciado por completo a la ayuda del Gobierno y han optado por montar una tienda de campaña o esconderse en un alojamiento no autorizado, en lugar de lidiar con el estrés y la incertidumbre de la burocracia oficial.

ARK ofrece una última opción para muchas de estas personas.

Un nuevo hogar

Después de una reunión inicial con Serrano y Rodríguez, la representante de ARK regresó con buenas noticias. El suyo era el tipo de caso en el que la asociación benéfica podía ayudar.

Si la pareja lograba encontrar una propiedad de alquiler, ARK los instalaría y pagaría el primer mes. A partir de ahí, la idea sería que se hicieran cargo del contrato de arrendamiento y comenzaran a vivir de forma independiente nuevamente.

Para duplicar su impacto, ARK sugirió que Serrano y Rodríguez buscaran un alojamiento compartido con otra pareja de refugiados cubanos, que enfrentaran circunstancias similares.

Por 850 dólares al mes, una segunda pareja había estado viviendo con su bebé junto a un patio de cemento en Bodden Town en una casa tan pequeña que ni siquiera la cuna cabía dentro. La casa carece de una cocina y un baño adecuados, pero fue el único alquiler que pudieron encontrar.

La oferta de ARK fue una buena noticia también para ellos.

Juntas, las familias podrían compartir los costos de la vida y la alimentación y trabajar para lograr una calidad de vida más digna y estable.

Ahora enfrentaban su último obstáculo: encontrar un propietario en Caimán dispuesto a alquilar a dos parejas de refugiados cubanos y un niño pequeño.

Incluso con el apoyo de ARK y dinero, este último desafío resultó difícil. Varios posibles propietarios no aceptaban niños. Otros no permitían compartir. Una agente de bienes raíces dijo que no confiaba en los cubanos y evitaba trabajar con ellos.

A punto de rendirse, Serrano y Rodríguez dieron con un anuncio sobre una propiedad cerca de Spotts Beach.

Después de semanas de búsqueda, finalmente encontraron un propietario dispuesto a darles una oportunidad y un alojamiento que se ajustara no solo a sus necesidades sino también a su presupuesto.

Si todo va según lo planeado, próximamente vendrá el contrato de arrendamiento, que será revisado por ARK, la mudanza y, finalmente, un lugar al que llamar hogar.

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