El exceso de humedad, aun tratándose de esa época, apuntaba a una fisura en el interior del buen orden de las cosas.
No solo, digo, por la tormenta y todo lo que a ella suele venir asociado.
Pensemos ante todo en el súbito trastorno que acusó el curso de la calle peatonal más socorrida de la ciudad. En el arca que —ahora lo sabemos— ya hacía aguas.
Nada de eso, claro, fue verificable sino hasta mucho más tarde (las vidrieras, entre tanto, siguieron repletas de reliquias de segunda mano).
Pero, así como hacia el Sur las aguas se abstraen, nadie diga que a su debido tiempo no se esfumará de la boca ese regusto dulzón de los comienzos.
Juan Manuel Tabío nació en La Habana, en 1983. Es profesor de Filología Clásica en la Universidad de La Habana. Ha traducido a Safo.
Otros poemas suyos: Sedente, Persona y El Imperio Austrohúngaro.