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Poesía

Bodegón de fin de mundo

'Cada vez es más difícil, por ejemplo, ir al mercado, contemplar la fruta con cara de perplejo, sentirla en nuestras manos, enojados y melancólicos, regresar a casa cargados de fruta, como si planificáramos una venganza o una tortura.'

Arkansas

 

La fruta que está en la canasta en donde siempre ha estado la fruta ha desatado en estos días una inmensa tristeza. No se sabe la razón de este como padecimiento que quizá esté vinculado a algún malestar del alma. Hay, por supuesto, momentos más difíciles que otros. Sobretodo por la tarde, la fruta parece querer marcharse. Como si estuviera aburrida de nosotros, o como si quisiera llorar, esta fruta malagradecida. También está el componente de la luz, que depende de la hora del día aumenta esta sensación un poco de terror, un poco de llanto, un poco de compasión (estos tres ocurren en distintos estadios del día y de la conciencia) que rodea a la fruta. No hemos hablado, él y yo, de esta situación, la situación de la fruta, de la tristeza que ha desatado la fruta, pero sé que él también lo siente. Cada vez es más difícil, por ejemplo, ir al mercado, contemplar la fruta con cara de perplejo, sentirla en nuestras manos, enojados y melancólicos, regresar a casa cargados de fruta, como si planificáramos una venganza o una tortura. Contra nosotros o contra la fruta, da igual. Ya se nos pasará, digo yo. Ya volveremos a estar bien con la fruta, pensará él. Yo ya he comenzado a perder la fe en esta batalla diaria entre la violencia de nuestra calma y la tristeza que se ha apoderado de la fruta.

 


Margarita Pintado nació en Bayamón, Puerto Rico, en 1981. Ha publicado el libro de poemas Ficción de venado (La Secta de los Perros, San Juan, 2012). Este poema pertenece al libro inédito Frágil y perpleja.

Otros poemas suyos: Tú, bosque pálido... y Lo que.

 

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