Back to top
Crítica

Quitarse la vista de encima o el arte de zafar

Jorge Labañino Legrá: "Su pasión es la de un patólogo que se complace en abrir el cadáver, extraer, examinar, mostrar las vísceras y órganos podridos. A veces se topa con un sistema sin vísceras ni órganos".

Santiago de Cuba

En su ensayo "El último Estado", Blanchot había escrito: "No hay exterior, no hay afuera que nos ciña, no hay circunferencia para nosotros". Estas ideas me sirven de intro a Un cadáver ideal, de Jorge Labañino Legrá, más conocido en el feudo bairense, como "El Puro". La Editorial Oriente ha puesto en circulación este dispositivo de 82 poemas, como resultado de su Premio de Poesía José Manuel Poveda 2017.

"El Puro" había publicado Oración del que traicionan (2004) y Rumor de higuera (2006), ambos por Ediciones Santiago. Su poesía presentaba cierta trabazón lírica con afanes trascendentalistas, muy de moda en los Tántalos cubensis que precedieron su aparición. Estaba centrado en una búsqueda existencial que conectaba su "yo" a válvulas de escape de índole protestante. Textos de difícil acceso por la carga de referentes bíblicos, literarios y culturales que, tamizados por una voluntad excesiva de poetizar, lastraban el pacto del lector con su escritura. No lo sumo al batallón de poetines que echaron mano a una monserga de etiquetas para justificar su catarro expresivo y así escamotear su falsa profundidad. Veáse: neobarrocos, neobarrosos, neofangosos y todos los "ocos y osos" que sirvan para pasar —todavía—, gatos por liebres.

Transcurrieron poco más de diez años desde Rumor de higuera: cero publicaciones en revistas, antologías y libros; silencio que dio continuidad a un training literario que lo llevó a reafirmar algunas posiciones y al derribo de otras. Tiempo de ajustes y crecimiento. Un cadáver ideal es el resultado de esa molienda. Desde las primeras páginas uno se encuentra con lo que podemos llamar "una angustia de la representación"; vista esa "representación" como la defensa que el sujeto hace de sí, ante la hostilidad de las cosas que se le erigen en contra. En poemas como "(Doméstico significa leal)" puede leerse:

   

                                         Casa que te pudres sigilosa

                                         portas el vigor para la ruina en lo más secreto

                                         tomas lo mío y lo devuelves tiernamente

                                         a lo que no se dice.

 

O en "(De la emigración, una tesis)":

                        

                                         Más allá de la cerca el pasto es tenebroso y uno u otro

                                         hombre siempre deciden lo que el buey necesita.

 

Textos que muestran su divergencia con la realidad que lo acorrala, pero que, a la vez, ofrecen una vía de acceso a uno de los ejes centrales del volumen: la resignación. Cuando digo resignación, hablo de un estado que acepta tácitamente aquello que carcome y reduce al individuo, ya sea bajo el dictado de una moral o ética cristiana, o bajo la fuerza bruta del poder político, que es el más rápido y efectivo de los poderes sobre la tierra. Hay una actitud de rebelión contra ese afuera violento a través de la escritura del poema, pero el poema en sí, se limita a proponer una descripción del estado de desastre y no más. Veamos:

                                           

                                            Sucedo así, contumaz.

                                            Canto lo que canten

                                            ondeo si hay que ondear.

                                            Dejo adentro la voz incivil.

                                                                                          "(Quitarse la vista de encima)"

 

Esta cuarteta es la denuncia de un comportamiento instaurado no solo en escritores y artistas cubanos, sino en un mayoritario sector de la población. Se trata, en el sentido literario, de poner al descubierto una llevada y traída "estética de bandera", compulsada por una "ética de trapo". No del trapo heroico que escribió José Manuel, sino del trapo sucio de la doble moral y la supervivencia; mecanismos más que certificados por nuestros arribistas y vividores. Estrategias de éxito. En esa dirección, el poema "Golpe de Estado" nos dice:

                                          

                                           Le dejaron la cara hinchada a Luis Faílde, y el policía volvió

                                           a empujarlo, le dice

                                           mira la calle, te apunta con su dedo por si suenas raro

                                           por si elevas pancarta o te atreves

                                           a no escuchar la advertencia de tu sangre.

 

Y formando una mancuerna con el texto precedente, leemos en "(Or not to be)":

 

(…) un día voy a escribir sobre la pared los nombres ilustres a quienes debo la voz. No es tan fácil escapar de la historia sin ahogarse, no es tan fácil ser y no ser.

 

El ideal de autorrepresión que atraviesa el conjunto, lo convierte en un voyeur, en un mirón encadenado. Y es que una inmensa mayoría preferiría estar vacía de propósitos que sufrir por sus propósitos el vacío. La experiencia de lo brutal, le hizo entender que a diferencia de lo que expresara Blanchot, el exterior y el afuera no solo ciñen, sino que te oscurecen de un pestañazo:ver "(Otro manifiesto)". Cuando escribes la barbarie no sales ileso, no logras zafarte de esa circunferencia que se vuelve más tenaz en la medida que te acercas a su centro.

Este es un combo abiertamente político. Abre el juego hacia una zona hasta ahora no explorada por el autor: la civilidad. Explora las más diversas callejuelas de lo social (local), a partir de un comodín: el personaje de Anselmo (figura del padre). Hay cuatro "Epístolas" firmadas por él, que funcionan como separadores y que, constituyen un correlato, una secuencia de posibles lecturas y ventanas de interpretación.

Las "Epístolas" fueron escritas y fechadas entre 1978 y 2012, de manera que Anselmo se mueve como un líbero dentro de la temporalidad que encierra el libelo. Opera como un alter ego del autor y va emitiendo juicios y valoraciones en la misma medida en que se va enfrentando a las más diversas encerronas de lo real. Textos como "(Anselmo mira otro caso y dialoga)", "(Respuesta rápida)", y "(Un mal augurio de Anselmo)", nos obligan a repensar nuestro mundo de apariencias.

Un cadáver ideal, representa una apuesta, un punto de inflexión en el trabajo poético del "Puro". A nivel de lenguaje uno percibe mayor fluencia y eficacia; tanto los textos en verso como en prosa, expresan una concisión y están despojados del lastre variable y constante que distingue a nuestros versificadores en jefe. Podría resultarnos excesivo el abordaje de aspectos vinculados a lo escatológico, la muerte, la descripción del dolor, y las pérdidas; pero el "El Puro" es un tipo de centro grave; en él no hay parodia ni sonrisa. Su pasión es la de un patólogo que se complace en abrir el cadáver, extraer, examinar, mostrar las vísceras y órganos podridos. A veces se topa con un sistema sin vísceras ni órganos. Pero eso no lo acoquina, sabe que ese espécimen nos suele sorprender a casi todos.


Jorge Labañino Legrá, Un cádaver ideal (Editorial Oriente, Santiago Cuba, 2018).

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.