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Política

¿Nuevos ciudadanos y nuevos despotismos?

Existen nuevas gobernanzas que desafían la teoría tradicional sobre dictaduras y democracias, como demuestra John Keane en su último libro.

Veracruz
El príncipe saudí Mohamed bin-Salman de visita en Abu Dhabi, 2019.
El príncipe saudí Mohamed bin-Salman de visita en Abu Dhabi, 2019. AP

John Keane es uno de los pensadores más prolíficos de la teoría política actual. La accesibilidad del e-book y el confinamiento me atraparon en la lectura de su último trabajo —The New Despotism (Harvard University Press, Cambridge, 2020)— provocándome algunas reflexiones.

El libro explora nuevas gobernanzas que desafian la teoría tradicional sobre dictaduras y democracias. Describe las dinámicas de poder que —en países tan diversos como Rusia y Arabia Saudita, China y los emiratos del Golfo, Hungría o Singapur— despliegan los rasgos comunes de un Nuevo Despotismo. Un régimen político capaz de anidar en sustratos culturales, sociales y económicos radicalmente distintos. Al que Keane diferencia —conceptual y empíricamente— tanto de las tiranías clásicas descritas por Aristóteles cómo de los autoritarismos competitivos reconocidos por la ciencia política actual.

Se trata de gobiernos bien conectados a la globalización, expertos en la manipulación, la seducción, la cooptación y la represión selectiva o ampliada. Capaces de usar los mecanismos del dinero, la legislación, los medios de comunicación e instituciones democráticas fantasmas, como elecciones, foros deliberativos y consejos consultivos al servicio del Poder. Sus estructuras jerárquicas fomentan en casa la servidumbre voluntaria y captan adeptos más allá de sus fronteras.

Bajo ese esquema, los flamantes poligarcas —funcionarios y empresarios de un capitalismo neopatrimonialista— coexisten con una amplia clase media —orientada al consumo— y vastos sectores populares, sujetos a la protección y la propaganda del Leviatán estatal.

Mientras leía a Keane salió a la luz un sondeo sobre las preferencias políticas europeas (Garton Ash, Timothy & Zimmermann, Antonia (2020) "In Crisis, Europeans Support Radical Positions", Eupinions, 6 de mayo). Realizado en plena pandemia (marzo) en 28 países, reveló una inquietante preferencia entre los menores de 30 años por la gestión autoritaria de la crisis ambiental.

Tales resultados conectan con estudios sobre el crecimiento de la desafección democrática juvenil en Europa y EEUU (Mounck, Y & Foa, R.S (2020) "This Is How Democracy Dies", The Atlantic, 29 de enero). También con lo arrojado por el Barómetro de las Américas  respecto a similar actitud en jóvenes latinoamericanos.

Son, en todos los casos, los nietos rebeldes de la democracia: pletóricos de información, indignación e impaciencia. Imaginativos respecto a otros mundos posibles. Pero ignorantes de que estos pueden ser —como constataron sus ancestros y sus contemporáneos del mundo afroasiático— peores que su cobijo actual.

Bajo la actual coyuntura se confunden protección social y tutelaje político. La crítica al desempeño con la demolición de la república. A los viejos flagelos de la pobreza y la corrupción se suman hoy el desplome económico y errores en el manejo de la pandemia. Como revelan los cambios en naciones poscomunistas, hay demanda para gobiernos que prometan orden, aún a costa de las libertades.

¿Acaso el Nuevo Despotismo se expandirá allende sus territorios actuales? Aunque la historia ha desmentido más de una vez a los profetas del infortunio, la sombra de los nuevos déspotas se proyecta, amenazante, sobre las aturdidas democracias de ambas orillas del Atlántico.


Este artículo apareció originalmente en el diario mexicano La Razón. Se reproduce con autorización del autor.

1 comentario

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La clave esta en esos "nietos rebeldes de la democracia". Dicho en buen cubano, chiquillos comemierdas del primer mundo que no han hecho su tarea de política ni ha contrastado nada, ni saben como funciona una buena democracia ni sus ventajas.
Así se convierten en la presa favorita de las izquierdas comunistas totalitarias. No en balde el HP consul cubano en Washington instruía al Inmundo buscar cubanos "positivos" -un eufemismo del muy cabrón para no decir "revolucionarios y fidelistas"- en las universidades de miami.