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Política

Poder Popular, ni poder ni popular

La inasistencia de los electores a las Asambleas de Rendición de Cuentas empiezan a preocupar a las autoridades.

La Habana

La inasistencia creciente de los cubanos a las Asambleas de Rendición de Cuentas fue sometida a análisis por las comisiones permanentes de trabajo de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), previo al IV Período Ordinario de Sesiones de ese órgano convocado para el 19 de diciembre.

La ausencia de los electores a las rendiciones de cuentas es una de las tantas evidencias del fracaso del modelo político cubano. Dos hechos bastan para demostrarlo. El primero, la decisión de celebrar esas reuniones sin tener en cuenta el quórum establecido; es decir no tener en cuenta la cantidad de personas presentes. Y segundo,  la información brindada a la prensa por la secretaria de la ANPP, quien dijo: "Con más de 211.500 planteamientos realizados, el IV proceso de rendición de cuentas de los delegados a sus electores en el actual mandato, llega casi a las puertas de su cierre con alrededor de 75.600 reuniones efectuadas, lo que equivale al 98,6% de las que estaban previstas". Y agregó que "más de 600 asambleas se han llevado a cabo con menos de la mitad de los electores presentes". Cifras, semejantes a las de un informe de producción, que ocultan la aguda crisis de esa institución.

La inasistencia, como todo efecto, tiene sus causas. Tanto los delegados del Poder Popular de las circunscripciones (los únicos que son elegidos directamente), como los del resto de la estructura, hasta la Asamblea Nacional, no cuentan con un programa de compromiso con sus electores. Su programa es el del Partido-Gobierno. Por ello se presentan a las elecciones únicamente con su biografía. Además, los seleccionados para ocupar los cargos en las asambleas provinciales y en la nacional, son nominados por las Comisiones de Candidatura (conformadas por los presidentes de las llamadas organizaciones de masas, subordinadas al Partido) y seleccionados por la Comisión Electoral Nacional. Esta última con la potestad de incluir en ellas un 50% del total de los candidatos, aunque no hayan sido electos por el voto secreto y directo en las circunscripciones. Ese modelo, donde los delegados no tienen compromiso con sus electores, explica la apatía cada vez más generalizada de hombres y mujeres inmersos en la lucha por la sobrevivencia, para los cuales las rendiciones de cuentas no influyen en la mejoría de sus vidas.

Detrás de esa causa existe otra más determinante: el pueblo cubano no es soberano. De acuerdo al filósofo y político liberal, Juan Jacobo Rousseau, la soberanía es el ejercicio de la voluntad general. El soberano es el pueblo, quien delega el poder en sus representantes, pero no delega la voluntad. Ese poder delegado, pero dirigido por la voluntad general toma el nombre de soberanía, la que convierte a los contratantes en una persona pública que toma el nombre de República o Cuerpo Político. Por tanto la soberanía reside en el pueblo, quien designa un gobierno para la ejecución de esa voluntad general.

Así se refrendó en nuestra historia constitucional republicana. En la Constitución de 1901 dice: "La soberanía reside en el pueblo de Cuba, y de este dimanan todos los Poderes Públicos". En la Constitución de 1940 reza: "La soberanía reside en el pueblo y de este último dimanan todos los poderes públicos". Mientras en la constitución vigente reza: "En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado" y continúa: "Ese poder es ejercido directamente o por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado que de ellas se derivan". Lo que ocurre en este caso es que no existen los mecanismos para que esos órganos respondan a los intereses y necesidades del pueblo. En ese estado de cosas lo que le queda al cubano es ausentarse de unas reuniones donde lo único que pueden escuchar es a un delegado que, sin ningún compromiso, se limita a explicar por qué las necesidades planteadas no han sido resueltas.

En la información brindada por la secretaria de la ANPP se enumera una larga de problemas irresueltos: "Las dificultades con el abasto de agua, el alumbrado público, los salideros de agua potable y albañales, la reparación de las redes hidráulicas, calles, carreteras y caminos, la necesidad de ampliación de los servicios telefónicos privados y públicos, así como la inestabilidad en la recogida de desechos sólidos… que representan más del 50% de los planteamientos recogidos". Sin contar problemas aún más graves de los cubanos, como es la insuficiencia de los salarios en relación con el costo de la vida.

Si a lo anterior se une la incapacidad del modelo para hacer crecer la economía y satisfacer las necesidades de la población, es lógico que al cabo de casi cuatro décadas tuviera que manifestarse en la indiferencia de los cubanos. El hecho resultante es demostrativo de que el Poder Popular ni tiene poder ni goza de popularidad, lo que  obliga, con o sin voluntad política, a una transformación radical del modelo.

La evidente falta de voluntad política "para cambiar lo que deba ser cambiado" se manifiesta en los análisis sobre el tema que eluden la raíz del problema. Jorge Lezcano Pérez, vicepresidente de la ANPP entre 1981 y 1986 y actualmente asesor de ese órgano, publicó, el lunes 17 de noviembre, un artículo en el semanario Trabajadores titulado "¿Está en crisis la rendición de cuenta?", que hace dudar de la objetividad de las estadísticas exhibidas por la secretaria de la ANPP, quien dijo que "más de 600 asambleas se celebraron con menos del 50%".

Según Lezcano, "Muchos son los electores que no asisten a las reuniones con el argumento de que no se resuelven los planteamientos que reiteradamente formulan, otros señalan que la inasistencia de los dirigentes administrativos convierten la reunión en una pérdida de tiempo y en falta de respeto a los electores; no son pocos los que responsabilizan injustamente al delegado por ambas situaciones". Y añade: "Lo cierto es que, sean estas u otras las razones, desde hace tiempo viene disminuyendo el número de personas que asisten a las reuniones de rendición de cuentas y que no son pocas las que se efectúan con baja asistencia, lo que evidentemente provoca su cuestionamiento y pérdida de credibilidad…"

El aporte de Lezcano consiste en que "la crisis no está en la rendición de cuenta sino en los que por negligencia, apatía, burocratismo o falta de conocimiento no exigen el cumplimiento de la ley". Por tanto, desde su punto de vista, la solución está en exigir su cumplimiento. Es decir, el problema es sencillísimo, no está en la raíz sino en las ramas.

La irreductible diversidad y el agotamiento del modelo están presionando cada vez más sobre la necesidad de implementar transformaciones estructurales, en las que el pluripartidismo tendrá que estar a la orden del día. De ahí la necesaria restitución del derecho de asociación y de la despenalización de la diferencia política, para que los cubanos puedan desempeñar el papel activo y determinante que les corresponde en los destinos de su vida y de la nación. Cambios que, después del restablecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU, no podrán seguir esperando por las calendas griegas.

El inicio del desmontaje del diferendo Cuba-EEUU generará un escenario, en el que la eficacia demostrada por el Gobierno para conservar el poder será inútil para sacar al país del estancamiento. Por tanto, la conservación del poder, cuyo plazo inexorablemente se reducirá y dependerá, de ahora en adelante,  de la profundización de las reformas iniciadas y de la introducción de otras nuevas. Es decir, reformando las reformas existentes e incorporando otras, que con el argumento de la existencia del "enemigo", se han postergado durante demasiado tiempo. Lo imposible, en el nuevo escenario, será conservar el fidelismo tal y como existió durante décadas.

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