Back to top
Sociedad

Un dilema muy cubano: elegir

¿Cómo podremos levantar una Cuba democrática si hemos vivido dos terceras partes de la vida republicana bajo gobiernos de ordeno y mando, de 'toca' y 'no toca'?

Miami

Un amigo recién llegado de Cuba me cuenta que la familia lo llevó a comprar ropa en una tienda. Se paró frente a una percha de camisas, y al ver tantas, de tantos colores y precios tan bajos, tuvo un vahído; después de recuperarse, pidió a sus parientes que fueran ellos quienes le escogieran la camisa, la más barata, dijo. Jamás pudo comprarse una camisa de su gusto en Cuba. La ropa se la regalaban o se la "traían de afuera". En la tienda de CUC —moneda "dura"— estaban fuera de su bolsillo. Y por eso le daba lo mismo si la camisa era azul o verde, de moda o pasada, con mangas cortas o largas. Su problema, concluye, era "resolver" con qué vestirse, sin poder escoger cómo y cuánto.    

Es preciso aclarar, para los lectores que no lo conocen, que en más de medio siglo la mayoría de los cubanos no han tenido grandes oportunidades para elegir, empezando por las cosas más sencillas. Por ejemplo, no se escoge donde nacer. El sistema de salud, universalmente gratuito, hace que a la madre le "toque" un médico, un gineco-obstetra, un hospital para parir. Puede haber mejores médicos, obstetras, y limpios y modernos hospitales, pero no a todo el mundo "le toca".

La infancia también puede estar prediseñada. Salvo los jardines de la infancia, la enseñanza es gratuita y universal. A cada cubano "le toca" un jardín infantil, una escuela primaria, secundaria y preuniversitaria. Puede haber muy buenos maestros y escuelas formidables fuera del área de residencia. Pero a muchos eso "no les toca".

La universidad, salvo los libros y otros servicios, es gratuita. A ella ingresan, por puntos obtenidos durante el preuniversitario, estudiantes según las necesidades del Estado. Es el Gobierno y no la persona quien decide la cantidad y las carreras en oferta. En un año se necesitan psicólogos e ingenieros, y se abre el banderín. En otro, sobran y no entra nadie. Si tiene buenas calificaciones y en ese año necesitan historiadores del arte, le "toca". Pero si le gustaba la ingeniería hidráulica y no hay demanda porque no hay agua para ingeniar, pues "no le toca".

Sucede, curiosamente, hasta con algo tan sencillo como la comida. La inefable libreta de abastecimiento garantiza una "cuota" de alimentos por individuo y familia. Sería temerario decir que alcanza para medio mes. Pero es distribuida en todo el país y los precios son asequibles. Si este mes "toca" pollo, come pollo. Y si vino pescado por pollo, pues "toca" pescado y "no toca" pollo. Hay unos pocos quienes siempre pueden escoger entre pollo y pescado o incluso, la intangible carne de res.  

Podríamos llenar cuartillas de cosas que, desde niños, y en aras de una supuesta igualdad, tabulan, regulan, prediseñan la vida de los cubanos hace más de media centuria. Quienes peinan canas recuerdan los juguetes básicos, dirigidos y no-básicos. Y la libreta de la ropa: si cogías camiseta no te tocaba calzoncillo. Los cubanos no se compraban automóviles, casas, o pagaban vacaciones en la playa. A los cubanos les "daban" un automóvil, le "otorgaban" una casa, o se "ganaban" vacaciones en la playa. ¿Cómo pretender que con semejante discurso un individuo tenga capacidad para elegir, y elegir bien?  

Esos somos los cubanos que estamos llegando a Estados Unidos en los últimos 30 o 40 años. Como niños, inmaduros socialmente, a veces no hemos sabido discernir por falta de información y de formación. Tal incapacidad de discreción ha ido en aumento con la pobreza generalizada y el deterioro moral en la Isla. Ya no es solo si "toca" o "no toca". Ahora es que "te toca" pero no hay, o no llegó a tiempo, o nadie tiene una explicación precisa. Si bien es cierto que en nombre de la igualdad se hizo mucho daño a la elección individual, peor ha sido mantener fingidamente el discurso de igualdad mientras la vida real lo contradice: sin CUC —dólares o euros—  no hay comida, ropa, zapatos, vacaciones o juguetes.

Sin embargo, el conflicto mayor comienza fuera de ese universo insular, tabulado paradójicamente, donde todo parece estar bajo control en un descontrol generalizado. Como elegir y elegir bien lleva práctica; mucho debe al ensayo y al error; los individuos sometidos binarismo del "toca-no toca", fuera de Cuba se sienten incapaces de dar primeros pasos sin el "adulto" que les escoja la comida sana, la ropa que ajuste, los trabajos adecuados o la vivienda rentable.

Eso es pasajero, y como el sistema es por naturaleza autocorrectivo, a las pocas semanas la mayoría de los emigrados aprenden que el "toca-no toca" depende de ellos mismos. Algunos compatriotas permanecen bajo la sombra protectora; jamás se adaptan al juego,  a veces angustiante, de elegir cada mañana. Y, acostumbrados a "resolver" a cualquier precio, escogen la única opción practicada desde la Isla: quebrar las leyes.   

¿Cómo podremos levantar una Cuba democrática si además del ADN peninsular, altamente autoritario, hemos vivido dos terceras partes de la vida republicana bajo gobiernos de ordeno y mando, de "toca" y "no toca"? ¿Cómo tener opciones políticas, religiosas y filosóficas si se permanece en que "me den un poquito más" y no en "voy a hacer un poquito más"? ¿Cómo elegir un diputado de la oposición si en Cuba casi nadie sabe qué cosa es ser opositor?     

Puede que en la Cuba futura haya un Gran Vahído el día que enfrente tenga un enorme tendedero de opciones materiales. Puede que después de ese mareo providencial, las personas despierten y sepan por ellas mismas qué les toca y qué no. Y en ese camino de discernir sin atajos, no pierdan el derecho a hacer realidad los sueños. Solo entonces, frente a una percha multicolor a bajos precios, el cubano de la Isla comenzará a pensar en política.

Archivado en

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.