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Sociedad

Santa Clara: Techo propio, un problema 'necesitado de reparación'

En lugares de la ciudad registrados por Planificación Física para otros fines, surgen lo mismo casas que chabolas.

Santa Clara

El tema de la vivienda en Santa Clara, como en el resto de la Isla, es un problema sin aparente solución, al menos en un plazo razonable. A los obstáculos constructivos, vinculados a los precios y sobreprecios de los materiales, licencias de obra y los atolladeros que conlleva comprar un terreno, se unen los incumplimientos de los planes del gobierno y la falta de reparaciones, que empeoran año a año la situación del fondo habitacional.

No obstante, algunos son "bendecidos" por las autoridades, el capital cuentapropista, la familia en el exterior, o impulsados por la necesidad y, de la nada, aparecen casas, chalets, o chabolas en lugares cuya planificación física se registra como césped, parqueo, placer entre edificios multifamiliares o descampado.

El Proyecto Comunitario "Caminos a Vegas Nuevas" tiene ese nombre ante el gobierno; así está registrado en Planificación Física Provincial, pero de proyecto comunitario solo quedan la denominación y los vecinos que sobreviven en pésimas condiciones en el "Camino".

Escribe el comunicador independiente Rolando Ferrer que en este asentamiento viven "más de 90 familias con necesidades económicas, en casas de madera y en mal estado, con piso de tierra, que precisan, cuando menos, una reparación".

La avenida 26 de Julio, en Reparto Vigía Sur, es un enclave de "apariciones". En los suburbios, alberga desde los años setenta medio centenar de multifamiliares, entre edificios de apartamentos, casas necesitadas de reparación y una floreciente comunidad de chabolas.

Interesante es que, entre los edificios de cinco plantas, aparecen —de pronto— cimientos, paredes, cercados, y casas completas, donde debió haber un jardín, una carpintería, una plazoleta o un parquecito infantil.

"Nuevo Amanecer no es un reparto reconocido gubernamentalmente y sus viviendas tampoco lo son", comentaba el periódico local Vanguardia cuando se trataba de parar —por orden gubernamental— la llegada de nuevos habitantes al asentamiento con ese nombre.

Constituido por chabolas, conocidas como "llega y pon", se especula que Nuevo Amanecer recibió ese nombre porque cada mañana aparece en él una nueva "vivienda". Gente de campo, principalmente del sur de la provincia, llega y, de cierta forma, "urbaniza" el descampado.

Milagros Galán Hernández y su esposo Julio Veitía Pérez, de 56 y 67 años, respectivamente, vecinos de Camino a Vegas Nuevas, tocan las puertas de la tercera edad y viven en condiciones de indigencia.

Llevan más de ocho años en este lugar. La "casa" está en muy mal estado. Las paredes son de retazos de maderas, zinc y otros materiales; el techo tiene prácticamente todo lo que pueda evitarles estar expuestos directamente al sol, la noche, y las inclemencias del tiempo.

Gregorio Montelier llegó a la Doble Vía en 1973. Era albañil de una brigada de la construcción y, junto a otros, construyó su propio edificio. Ocupó el apto 7 del 305, una cuarta planta donde crió cuatro hijos y varios nietos. Hoy, el #7 está entre los de peor estado del edificio.

Los ocho familiares se hacinan sin poder reparar ni siquiera las áreas más importantes. Montelier no es médico, ni directivo; no tiene misiones en el extranjero, ni hijos emigrados. A su edad no existe manera de reparar por esfuerzo propio el apartamento que él mismo construyó.

Ishovanys Olivera es administrador del Vanguardia. Con contactos en el Comité Central, espera que un día le asignen un apartamento para salir de Nuevo Amanecer.

Las autoridades reconocen que más de la mitad de las viviendas de la Isla está en mal o regular estado. La situación se agrava cada año con el paso de ciclones y otros eventos, sin que los planes gubernamentales de construcción y las pequeñas subvenciones oficiales para intentar que los particulares se hagan cargo de reparar o hacer su propia casa, consigan paliar la situación.

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