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Economía

2.600 millones de dólares

El impacto de las remesas es cada vez más importante en la economía castrista, entre las últimas del continente a pesar de las reformas.

Valencia

El diagnóstico de la economía castrista en 2013 vuelve a arrojar un panorama sombrío. Un crecimiento del 3% sitúa a Cuba nuevamente en el puesto 15 de un conjunto de 20 países de América Latina. Un año más, la economía se sitúa al margen de las tendencias favorables que sacuden al continente, mostrando su escasa interrelación con el resto. En La Habana, como viene siendo habitual, los responsables echan toda la culpa a la existencia del embargo o "bloqueo".

Las perspectivas para 2014 tampoco resultan muy favorables.

Y ello a pesar de que el régimen se ha entregado a los llamados "lineamientos" como una tabla de salvación para lo que denomina "actualización del socialismo", y que paso a paso va adoptando decisiones sobre un amplio espectro de actividades cuya finalidad es estimular el marasmo económico. Cabría preguntarse qué podría ocurrir en la economía castrista en ausencia de dichos "lineamientos". Pero vayamos por partes.

Según el Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe en 2013, publicado por CEPAL, los "motores" de la economía castrista se han frenado en seco durante este año.

Con respecto al sector externo, el informe destaca varios aspectos:

En primer lugar, el estancamiento o ligero descenso de los ingresos turísticos. No se alcanzarán los tres millones de visitantes proyectados al registrarse bajos índices de repetición y no realizarse una campaña adecuada para reordenar los mercados de origen.

En segundo lugar, se destaca el descenso experimentado por el precio del níquel en los mercados mundiales, lo que rebaja los ingresos por exportaciones de mercancías.

Y en tercero, se alude a unas presuntas "barreras de entrada" de las exportaciones de biotecnología, cuando es cierto que las mismas se han dirigido hacia países con los que el régimen comercia en términos de cooperación, al margen de las condiciones básicas de los intercambios mundiales.

Por lo que se refiere al sector interno, el Informe señala textualmente:

En primer lugar, la baja inversión respecto del PIB, que sigue sin alcanzar ese nivel mínimo del 10% considerado un objetivo básico para promover la renovación del obsoleto aparato productivo de la economía.

En segundo lugar, el mantenimiento de la política de ajustes y recortes en el gasto público, que parece dirigirse a las empresas con pérdidas, a las que se niegan los subsidios (una práctica discrecional que sigue siendo limitada en cuanto a su aplicación real).

En tercer lugar, como consecuencia de lo anterior, la excesiva rigidez a la baja del déficit, nuevamente en el 3,6% del PIB, sin que se mejore a pesar de los esfuerzos continuos que recaen directamente sobre la población, al ser el Estado el único proveedor de los bienes y servicios que se ajustan.

En cuarto, el estancamiento de los salarios reales medios y del empleo, lo que tiene un impacto limitado sobre el gasto.

En este escenario de absoluta parálisis, ineficiencia e improductividad, ¿qué es lo que hace moverse a la economía?

La respuesta es evidente: las remesas de los emigrantes. No hay datos estadísticos oficiales. The Havana Consulting estimó en 2.600 millones de dólares la cuantía de esas remesas vitales para la economía castrista, en su mayoría procedentes de Estados Unidos; o sea, el "imperio del mal" convertido ahora en financistas de las aventuras castristas.

Las remesas ejercen efectos poderosos sobre las economías que las reciben, pero la ausencia de un marco estable jurídico de derechos de propiedad en Cuba hace que su impacto sea mucho menor. En ese sentido, apenas significan un efecto compensatorio de las graves carencias que se tienen en la sociedad. Algunos de los efectos son los siguientes:

En primer lugar, estimulan el gasto de consumo en presencia de salarios reales estancados o a la baja (incremento de las importaciones de alimentos, arroz, soja, materias primas, cárnicas, leche en polvo).

En segundo lugar, la evidencia del atractivo de las remesas, lleva a que la mayor parte del trabajo por cuenta propia que se establece en el país se dirija a la alimentación, el transporte, el arrendamiento de vivienda, y otras actividades que tratan de captar recursos en el canal en que circulan las monedas fuertes, con las que prácticamente se consigue de todo en Cuba. Las desigualdades aumentan, se profundizan, y con ello se genera un fenómeno para el que el régimen carece de argumentos. Las consecuencias son imposibles de anticipar.

En tercer lugar, esas remesas favorecen gastos en equipamientos y pequeñas reparaciones domésticas que estimulan el sector de la construcción de viviendas, como se viene realizando en La Habana y que confirma el informe de CEPAL.

En cuarto lugar, ejercen un efecto dinámico sobre la actividad bancaria, facilitando el ahorro obligatorio (ingresos superiores a 2.000 euros), lo que beneficia a su vez al régimen, en su nueva política de intentar financiar el déficit con los niveles de ahorro internos.

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