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China

Así es el 'comunismo por puntos' que aplica China a sus ciudadanos

¿Ya existe en la práctica la sociedad que George Orwell prefiguró en su novela '1984'?

Pekín
Censura en China.
Censura en China. afp

El sistema de crédito social puesto en marcha por el Partido Comunista de China a partir de 2014, que otorga una puntuación a cada uno de sus ciudadanos en función de sus hábitos cívicos, su estilo de vida, las páginas web por las que navega, lo que compra en internet y otras variables, como las infracciones de tráfico, es considerado ya el ensayo de un nuevo modelo de control de la sociedad.

La puntuación, que marca la posición de los ciudadanos en la escala social del país, permite que aquellos con un crédito alto tengan derecho a un trato preferente por parte de las autoridades.

"Mantener la confianza es glorioso y romper la confianza es una desgracia", sostiene un documento público del Partido Comunista en el que se explica el proyecto. Un escrito en el que la palabra "confianza" aparece 105 veces y en la que se detallan algunos comportamientos y actitudes que conllevan "romper la confianza".

Quienes "rompen la confianza", y que por esa razón reciben una puntuación baja, se enfrentarían a represalias como la imposibilidad de acceder a determinados puestos de trabajo, la prohibición de comprar billetes de tren o avión, de alojarse en los mejores hoteles, de que sus hijos vayan a un buen colegio o, incluso, que el Estado les quite sus mascotas.

Además, se arriesgan a ser incluidos en listas negras públicas de malos ciudadanos y a una serie de castigos que, más allá del papel, ya se están produciendo, como reportó a inicios de este año la revista Esquire.

Por ejemplo, a 12 millones de chinos se les había prohibido hacia fines de 2018 comprar billetes domésticos de avión y tren. James O'Malley compartió un video subtitulado en su perfil de la red social Twitter donde un altavoz indica a los pasajeros de un tren en Shanghai cómo conducirse para evitar sanciones bajo ese mecanismo.

"Queridos pasajeros, aquellos que viajen sin billete, que se comporten desordenadamente o que fumen en lugares públicos, serán castigados de acuerdo a las reglas y su comportamiento quedará registrado en el sistema de créditos e información individual. Para evitar cualquier registro negativo en su crédito personal, siga las normas y cumpla las órdenes en el tren y la estación", dice el audio.

Según el proyecto redactado por el Partido Comunista chino, la medida es "una base importante para implementar de manera integral la visión del desarrollo científico y construir una sociedad socialista armoniosa, es un método importante para perfeccionar el sistema de economía de mercado socialista, acelerando e innovando la gobernanza social, y tiene importancia para fortalecer la conciencia de sinceridad de los miembros de la sociedad."

El sistema de crédito social de China es posible gracias a la combinación e integración de tecnologías como el big data, el reconocimiento facial y la monitorización de Internet en un entorno con más de 600.000 cámaras de vigilancia con inteligencia artificial.

También tiene en cuenta un componente moral, y con un carácter más aleatorio, a la hora de asignar el valor crediticio de cada ciudadano. Las compras frívolas, jugar videojuegos, publicar fake news e, incluso, determinados comportamientos que no son constitutivos de delito en las redes sociales, pueden tener un impacto negativo en la puntuación de cada ciudadano, según explicó la revista Foreign Policy.

Un comunicado del Gobierno chino anima a las empresas a consultar las listas negras antes de contratar a nuevos empleados. Unas listas negras que, en algunos casos, se encuentran publicadas en Internet, pero que en el caso de algunas localidades y provincias, también existen en un formato físico y se publican en tablones de anuncios en los que, además del nombre, aparece una fotografía de aquellos ciudadanos que "han roto la confianza".

El sistema se aplica también para perseguir a los disidentes y a las minorías oprimidas, como la tibetana o la uigur en Xinjiang, al oeste del país, una zona rica en petróleo donde la población es mayoritariamente musulmana.

Esos grupos se hallan bajo un férreo control policial para evitar el terrorismo islámico y de paso mantener a raya cualquier sentimiento independentista. Las asociaciones en defensa de los derechos humanos calculan que hay casi un millón de uigures confinados en campos de reeducación, y el resto están estrechamente vigilados, no solo ellos, sino también sus hábitos: si van demasiado a la mezquita, si viajan mucho al extranjero e incluso si gastan más electricidad de lo habitual. 

Muchos de esos individuos son recluidos en campos de reeducación. El Gobierno chino, ante la presión internacional, anunció en 2019 que había liberado a los presos de los campos, pero un artículo de The New York Times aseguró que eso es falso.

En un debate reciente entre el filósofo esloveno Slavoj Zizek y el surcoreano Byung-Chul Han, el segundo advirtió que ese nivel de vigilancia social en China es posible "porque se produce un irrestricto intercambio de datos entre los proveedores de Internet y de telefonía móvil y las autoridades. Prácticamente no existe la protección de datos. En el vocabulario de los chinos no aparece el término 'esfera privada'."

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2 comentarios

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Profile picture for user Ares I

Orwell vio venir todas esas cosas y otras muchas, como la mesa redonda de cuba, (la hora del odio en TV), algo parecido a los CDR y muchas otras. Leanse 1984.
Todo parte de la raíz del totalitarismo, que es controlar las sociedades mediante el terror. Había muchos teóricos también que picaron cerca en estos temas. Fidel se los leyó y aprendió y aplicó un montón de cosas de aquí.
La tarea de las actuales generaciones es desmontar estas maquinarias.
Igual que el mundo libre hizo un juicio de nuremberg y creó mecanismos para que no se repitiera el nazismo, es imperativo que las sociedades libres de hoy hagan un juicio a los comunistas e izquierdosos que apoyan estas cosas, para una vez superadas, no se vuelvan a reproducir.

Orwell era un genio. Se equivocó por unos años, pero le atinó a la esencia de las sociedades totalitarias. Algún día lo pagarán, estoy seguro. Y cuando ello suceda no pidan clemencia, no la merecen. Se acuerdan de la "intransigencia revolucionaria" y aquello de "el odio como factor de lucha, que convierte a un soldado en una fría máquina de matar"? Pues yo me tardé algo, pero al final aprendí.