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Béisbol

Las exaltaciones al Salón de la Fama: silencio y ausencias

Ni Orestes Miñoso ni Camilo Pascual fueron invitados a su reciente presentación en el Salón de la Fama del béisbol cubano.

La Habana

El pasado 28 de diciembre, durante el Juego de las Estrellas celebrado en la ciudad de Bayamo, diez glorias de la pelota cubana fueron exaltadas al Salón de la Fama. Previamente al Festival de Jonrones, resonaron los nombres de Esteban Bellán, Amado Maestri, Orestes Miñoso, Camilo Pascual, Conrado Marrero, Antonio Muñoz, Luis Giraldo Casanova, Orestes Kindelán, Braudilio Vinent y Omar Linares. 

Los cinco últimos, conocidos por los sobrenombres del Gigante del Escambray, el Señor Pelotero, el Tambor Mayor, el Meteoro de la Maya y el Niño, bien conocidos por la afición nacional, estuvieron presentes en el acto.

Sin embargo, los nombres de los cinco primeros son prácticamente desconocidos: 1- porque cerca del 80% de la población actual nació después de 1960 y 2- porque, con excepción de Amado Maestri y Conrado Marrero, los demás brillan por su ausencia en los comentarios deportivos. De igual forma, casi nada se conoce del Salón de la Fama debido a la pobre cobertura informativa brindada por la prensa oficial antes, durante y después de la exaltación en el estadio Mártires de Barbados.

Las siguientes líneas van dirigidas a divulgar y  llamar la atención a los que consciente o inconscientemente colaboran al desconocimiento de hechos culturales tan significativos para la pelota, el deporte y la nación.

El Salón de la Fama del béisbol cubano se fundó en 1939. En los 21 años transcurridos desde el momento inaugural hasta 1960, fueron exaltadas 68 estrellas. Ese año, el Gobierno erradicó el profesionalismo y eliminó el Salón de la Fama. Transcurrido más de medios siglo, en noviembre de 2014, unos cien entusiastas de la pelota, encabezados por el cineasta Ian Padrón, reunidos en el "Primer Coloquio Museo y Salón de la Fama del béisbol cubano", lograron su refundación, definieron el Reglamento para la selección y eligieron democráticamente al Tribunal que designó a los diez antes mencionados. Cuatro miembros de ese valioso grupo: Félix Julio Alfonso, Ismael Sené, Sigfredo Barros y Oscar Fernández, junto al veterano Luis Zayas, tuvieron el honor de recibir las placas de las estrellas desaparecidas o no invitadas:

Esteban Bellán (1850-1932), de La Habana. Junto a su hermano Domingo, fue enviado a estudiar a la Universidad Católica de Fordham, en Nueva York. Durante sus estudios, junto a otros cubanos, aprendió a jugar béisbol. Entre 1871 y 1873 jugó en las Ligas Mayores con los equipos Troy Haymakers y New York Mutuals de la Asociación Nacional (primer circuito profesional de la historia). Fue el primer latinoamericano que jugó en Grandes Ligas. A su regreso a Cuba participó en el "primer partido oficial" celebrado el 27 de diciembre de 1874 en el Palmar del Junco, donde conectó tres cuadrangulares y fue el segundo mejor anotador del juego. Fue director-jugador de los Leones del Habana en el primer juego de la Liga Cubana, efectuado el 29 de diciembre de 1878. Con ese equipo ganó los títulos en las temporadas 1878-1879, 1879-1880, y 1882-1883. En 1990 fue exaltado al Salón de la Fama de la Universidad de Fordham.

Amado Maestri (1909-1963), de Regla, La Habana. Debutó como árbitro en la Liga Profesional cubana en el año 1936. En junio de 1945 dio una lección de valentía en el Delta Park de Ciudad de México al expulsar del terreno al presidente de la Liga Mexicana por protestar una decisión suya. En el juego celebrado en el estadio del Cerro el 23 de noviembre de 1952, Maestri protegió al grupo de estudiantes de la Universidad de La Habana, encabezados por José Antonio Echeverría, que se lanzaron  al terreno para protestar contra la dictadura de Batista. Por su conducta, esa fecha se designó posteriormente como Día del Árbitro. Fue un destacado juez de la pelota cubana que prestigió a ese deporte con su actuación. Maestri fue exaltado al Salón de la Fama del Béisbol Profesional mexicano. 

Conrado Marrero (1911-2014), de Sagua la Grande, Villa Clara. Lanzador. En 1938 jugó en Cuba con el equipo Cienfuegos de la Liga Amateur cubana. En 1940, en la tercera Serie Mundial Amateur fue el jugador más valioso en la victoria cubana. En 1946 firmó con el equipo de Oriente de la liga de la Federación Nacional y después pasó al Almendares de la Liga cubana regular. En 1949 representó a Cuba en la primera Serie del Caribe, en la que contribuyó a la victoria. En 1955-56 Marrero dirigió a Almendares y en 1956-57 pasó a los Tigres de Marianao. Aunque en la Liga cubana comenzó a lanzar a los 35 años, sus 69 victorias lo colocan en el décimo lugar de todos los tiempos. Entre 1950 y 1954 jugó en las Ligas Mayores de Estados Unidos con los Senadores de Washington. Fue seleccionado al equipo Todos Estrellas de 1951. Después de 1959 fue uno de los peloteros importantes que permanecieron en Cuba, donde laboró como entrenador y formar talentos en las Series Nacionales. 

Orestes Miñoso (1925), de Perico, Matanzas. Vive en Estados Unidos. Bateador destacado, jardinero y tercera base. En Cuba jugó en el Circuito Azucarero, en el Circuito Semiprofesional y en la serie Nacional con los Tigres de Marianao hasta 1960. En Estados Unidos comenzó en 1948 en las Ligas Mayores con los Indios de Cleveland, donde fue elegido Novato del Año. También jugó con los Medias Blancas de Chicago, los Cardenales de San Luis y los Senadores de Washington. Entre 1965 y 1973 participó en la Liga Mexicana. En múltiples temporadas fue líder en hits, dobles, triples, elevados de sacrificio y bases robadas. En cuatro de ellas bateó más de 300, empujó más de 100 carreras. En siete oportunidades fue seleccionado al Juego de las Estrellas de la Liga Americana. Se le reconoce como el primer jugador negro cubano y latinoamericano en aparecer en un Todos Estrellas. Es el único pelotero cubano al que se le compuso una canción: un cha, cha, cha. Fue exaltado al Salón de la Fama del béisbol cubano de la ciudad de Miami en 1983. 

Camilo Pascual (1934), de La Habana. Vive en Estados Unidos. Lanzador, se inició en la pelota profesional en 1952 con el club Marianao y en 1953 pasó al Cienfuegos. Fue campeón en la temporada 1955-1956 y en los torneos de 1960 y 1961. En ocho años impuso récord de 58 juegos ganados y 32 perdidos, para un promedio de 644 puntos. Permitió 582 hits, propinó 612 ponches, concedió 254 bases, para 2,85 carreras limpias por juego. En las series del Caribe finalizó invicto en sus tres presentaciones gracias a sus lanzamientos rápidos y su curva de arco de barril que caía a gran velocidad. En Estados Unidos jugó en las Ligas Menores y debutó en las Mayores en 1954, donde jugó con los Senadores de Washington, los Indios de Cleveland, los Mellizos de Minnesota, los Rojos de Cincinati y los Dodgers de los Ángeles. En tres oportunidades fue líder en juegos completos y líder en lechadas en la Liga Americana. Participó en tres Juegos de Estrellas. 

Los últimos dos, Miñoso y Camilo Pascual, aunque están vivos, no fueron invitados por las autoridades al acto de exaltación en la Isla. Esa medida privó a la mayor parte de la afición de conocerlos en persona y a todos de brindarle el merecido reconocimiento en su tierra natal. Ojalá la decisión se rectifique antes de la desaparición física de estos dos grandes jugadores y los periodistas deportivos los incluyan, junto al Salón de la Fama, en sus comentarios.

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