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AGRICULTURA

'La agricultura cubana no necesita producir más alimentos', requiere 'sistemas más eficientes'

Es la idea que tiene Fernando Funes-Monzote, gestor de Finca Marta, modelo de proyecto autosustentable y ecológico.

La Habana

Para Fernando Funes-Monzote, un joven científico doctorado en Holanda convertido en productor de éxito, "la agricultura cubana no necesita producir más alimentos", porque "el 50% de lo que hoy se cultiva se pierde antes de llegar al consumidor".

La cifra no es nueva —ya una ONG de ayuda al desarrollo reveló números muy similares—, pero Funes la maneja bien y puede aportar más, según declaraciones que ha ofrecido a la revista independiente El Toque.

"El dato lo obtuve a partir de una investigación, basada en cálculos que integraban varios municipios del país. Mucho de lo que se produce se queda en el campo por no tener un sistema de acopio eficiente, además de las fallas en la contratación y la ausencia de mecanismos de almacenamiento efectivos", argumenta.

A esta situación, se suma "que la transportación es caótica y muchas veces no se vela por la integridad del producto. Cuando llega al consumidor, ha perdido calidad y la cosecha en general ha sufrido gran merma", añade.

"Disponer tecnología y recursos para mejorar estos sistemas sería más sustentable, eficiente y productivo. En nuestras actuales condiciones, si produces más, en proporción tendrás mayores pérdidas y gastos", apunta.

Es el dilema que, según recuerda el medio digital, se ve por estos días en la prensa oficial: las quejas de los campesinos por las toneladas de fruta echándose a perder en los campos en pleno apogeo de la cosecha de mango.

Funez-Monzote lleva adelante la Finca Marta, un modelo de agricultura ecológica y autosustentable en la provincia de Artemisa.

Su proyecto cubre unas ocho hectáreas donde se producen especies exóticas de vegetales (la rúcula, la endivia, el hinojo, el eneldo, las berzas, las mostazas y mizunas) que se comercializan sin intermediarios. También se cosechan 25 variedades de productos semanales, y más de 60 a escala anual.

Este científico puso en práctica en el campo sus propias teorías. Hoy es el artífice de un negocio que surte decenas de restaurantes, paga 10.000 pesos de impuestos cada mes, vende miel de abeja, polen y cera a la única comercializadora estatal del producto.

Este hombre da empleo a 17 personas (6 mujeres y 11 hombres) que trabajan la tierra y las colmenas, un número que tiende a crecer.

Modelo eficiente

"Al menos entre el 60 y 70% de lo que ganamos (apicultura, venta de hortalizas y agroturismo) se reinvierte en salario de los obreros. Por ejemplo: una empleada que trabaja de 7:30 am a 12 meridiano gana unos 2.000 pesos al mes. Y la tendencia es a seguir aumentando cada semestre. Además, pagamos su seguridad social y un día de vacaciones cada mes", explica Funes.

"Mi primer compromiso es con los empleados, que ellos ingresen beneficios por su trabajo y no sientan el campo como un castigo. Incluso cuando empezamos y aún no se generaban utilidades, les pagaba de mi propio bolsillo. Terminé endeudado para que cada quien tuviese el pago más justo posible. Las personas y su calidad de vida son el centro del proyecto", dice a El Toque.

Turismo agroecológico

La Finca Marta también funciona como un destino de turismo agroecológico. La encargada de esta parte del negocio es Claudia Álvarez, la esposa de Funes.

Álvarez abandonó su trabajo para la cadena hotelera española Meliá y hoy recibe a los grupos de turistas que arriban, interesados en visitar un espacio diversificado y ecológico. Según sus declaraciones, el agroturismo genera casi el 40% de sus ingresos.

"Tenemos licencia de gastronomía y, además de mostrar el espacio, ofertamos a los visitantes almuerzo en el ranchón. En el agroturismo, por ejemplo, el potencial es enorme y se revierte en calidad de vida para las personas que laboran en el campo. Si queremos atraer gente a cultivar la tierra, ellos tienen que recibir beneficios. No solo se trata de producir, sino de reinvertir en el propio sistema, preservar el ambiente y crear mejores condiciones para quienes viven aquí".

Sobre las actuales regulaciones o topes de precios en el sector agrícola, Funes considera que "el problema no es la regulación en sí, sino que la regulación tenga sentido, y que sea basada en un estudio o análisis real del fenómeno".

"Primero pensemos por qué escasean los productos. El precio es un componente más del sistema. El reto está en lograr la suficiente dinámica en los sectores productivo, empresarial, de conservación y transporte. Sin esa cadena de mecanismos, el sector agrícola no funciona", sentencia.

"Mientras no se mejoren las condiciones y la tecnología, estas crisis de desabastecimiento se van a crear cíclicamente. Topar no es la solución", concluye el científico.

La idea de Finca Marta, que arrancó en 2011, tuvo el elogio de Fidel Castro. El gobernante se interesó por el proyecto e incluso visitó el lugar para entrevistarse con Funes, su gestor.

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