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Represión

'Estado peligroso', el precio de ser activista y opositora

Solo este año, Dulce Amanda Durán Dalmau, activista de la CCDHRN, ha sido citada cinco veces por la policía política.

La Habana

Dulce Amanda Durán Dalmau, miembro de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), vive amenazada por la policía política con ser procesada por "peligrosidad" si no abandona su activismo en la organización, según ha declarado a DIARIO DE CUBA.

"Este año he sido citada en cuatro ocasiones y ahora he sido notificada para un quinto interrogatorio este 28 de febrero. El propósito central de este hostigamiento es que yo desista de mi activismo. Además, me dijeron que impedirán mi asistencia a la Cumbre de las Américas y a cualquier otro evento en el exterior", declara Durán Dalmau.

La preocupación del Gobierno por la posible participación de miembros de la sociedad civil en la Cumbre de las Américas es evidente. Varios activistas y periodistas independientes han sido advertidos o interrogados al respecto.

Durán Dalmau afirma que las autoridades también la "amenazaron" con abrirle "un expediente por peligrosidad, una figura penal que suelen utilizar para la intimidación y criminalización de opositores y activistas".

"Es recurrente, tanto para las citaciones oficiales como para las acciones judiciales en tu contra, la utilización de la Policía. El propósito que persiguen con ello es desacreditar tu oposición política, tu activismo, y mostrarte como una delincuente", explica.

En su Artículo 72, el Código Penal cubano considera estado peligroso a "la especial proclividad en que se halla una persona para cometer delitos, demostrada por la conducta que observa en contradicción manifiesta con las normas de la moral socialista", para lo cual clasifica tres categorías: la embriaguez habitual y la dipsomanía, la narcomanía y la conducta antisocial.

Más adelante, en su Artículo 73.2, señala bajo la clasificación de estado peligroso por conducta antisocial "al que quebranta habitualmente las reglas de convivencia social mediante actos de violencia, o por otros actos provocadores, viola derechos de los demás o por su comportamiento en general daña las reglas de convivencia o perturba el orden de la comunidad o vive, como un parásito social, del trabajo ajeno o explota o practica vicios socialmente reprobables".

Su trabajo dentro de la CCDHRN, organización que mensualmente emite un informe con casos documentados de represión por motivos políticos en toda la Isla, ha permitido a Durán Dalmau constatar que en los últimos meses la policía política ha extendido su hostigamiento a ciudadanos que no practican el activismo alguno ni pertenecen a organizaciones opositoras.

"Las acciones represivas, los cuestionamientos y las amenazas de la Seguridad del Estado se han extendido contra la población civil. En el próximo informe de la Comisión se incluyen a varios ciudadanos que denunciaron hostigamiento por el simple hecho de quedarse a observar una manifestación opositora o preguntar qué estaba pasando", adelanta.

'Dicen que podría llegar a ser capitana de la contrainteligencia'

"Han intentado hasta reclutarme. Dicen que no entienden cómo una joven de 27 años puede pensar y creer de la manera en que lo hago y manifiesto públicamente. Que yo pudiera llegar a ser una capitana de la contrainteligencia; incluso me han prometido trabajos dentro del sector del turismo, más viajes al extranjero", relata esta activista que ha estudiado Contabilidad y Auditoría.

El intento de reclutamiento es una técnica de uso extendido en los interrogatorios de la Seguridad del Estado.

Durán Dalmau asegura que durante las últimas semanas la vigilancia sobre su persona ha devenido asedio permanente, sin disimulo, en cada lugar que frecuenta.

"Quieren que sepa que están allí todo el tiempo, mirándome como diciendo 'aquí estamos'. Esto ha provocado que tenga que limitarme en muchas cosas en mi vida privada, pues ellos trabajan los perfiles de las personas, qué muchachos me resultarían atractivos, a cuáles lugares prefiero ir, qué consumo o dejo de consumir. Estoy obligada a tener ojo clínico en todo", denuncia la activista.

Radicarse en el extranjero, abandonar el activismo o ser reclutada. Estas son las opciones que la policía política, durante cada interrogatorio, ha dado a Durán Dalmau como únicas alternativas para dejarla en paz. Es la misma práctica que aplica contra toda la sociedad civil opositora.

"En el último interrogatorio me comunicaron que escuchaban todas mis llamadas, leían todos mis SMS y correos de Nauta. Pero les dije que soy un libro abierto, que mis criterios, opiniones y manifestaciones son totalmente públicas".

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