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Cuba después de Fidel

Karla Pérez González y la inversión fallida

El caso de la joven universitaria en sus pérdidas reales, tanto para ella como para la Cátedra de Periodismo de la Universidad Central de Las Villas.

Santa Clara

He aquí la situación: Karla María Pérez González fue expulsada de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (UCLV) donde se recibiría como periodista. La expulsaron por militar en el movimiento opositor Somos+. El suceso acarreó enconadas respuestas contra la política exclusivista del Ministerio de Enseñanza Superior (MES). El diario El Mundo le ofreció financiar sus estudios en una universidad de Costa Rica, así como una pasantía dentro del equipo de reporteros del medio.

El hecho desempolvó prácticas de marginación institucional muy setenteras y fuertes cuestionamientos a las libertades ciudadanas en la Isla. Pérez González refirió que deseaba estudiar en su país pero, al no ser posible, estudiaría en el exterior con vistas a regresar una vez que concluyera su licenciatura.

La UCLV, en un documento oficial, declaró —como escolio— que la carrera tenía un perfil ideológico. Carrera que —debe aclararse— no se ofrece con excepcionalidad a cadetes del Ministerio del Interior (MININT), ni a miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), sino a todos los estudiantes, militantes o no, simpatizantes o no del Gobierno cubano, blancos o negros, mujeres u hombres; es decir, a toda la masa diversa, ávida, y cambiante. Pero pongámonos didácticos y analicemos las pérdidas reales, tanto para la Cátedra de Periodismo como para Pérez González.

¿Qué ofrece la UCLV?

El periodismo como disciplina debe promover, entre otras cosas, la responsabilidad profesional en la formación de sistemas democráticos. Por tanto, la práctica periodística no puede estar sujeta o vinculada al poder político. A pesar de ello, los medios de prensa en Cuba son subvencionados por el Comité Central del Partido Comunista (PCC), el Instituto Cubano de Radio y Televisión, o la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).

Si exceptuamos muy pocos graduados que se dedican a la docencia y otro poco de ellos que desembocan en centros de investigación, el resto desarrolla el servicio social en los medios estatales.

La universidad, por su parte, con su política no legislada de "educación exclusivamente revolucionaria y para revolucionarios" coloca su camisa de fuerzas en la formación ideológica del estudiante y lo prepara para su inviolable destino: servir al PCC y no al pueblo. Informar lo que convenga ser informado dentro de las agendas políticas y desentenderse de las agendas públicas. Mostrar una realidad de acrílico, edulcorada, que no se parece al país. Todo esto es un hecho dentro del contexto periodístico actual cubano.

Y es lamentable si tenemos en cuenta las urgencias presentes en la Cuba de 2017: pobreza, alta corrupción institucional, poca transparencia en los movimientos políticos, modelo económico experimental (suerte de Frankestein a medio camino entre socialismo y capitalismo primitivo).

La UCLV forma profesionales atrofiados, sujetos a un único poder y no a su misión de interpretar, intevenir o modificar los procesos sociales y culturales. Cuando el periodismo sirve a un poder (cualquiera) no puede arremeter contra él, si fuese necesario. No puede enfrentarlo, mostrar sus fisuras, sus atropellos. Por tanto, no es precisamente periodistas lo que forma la UCLV.

La impopularidad y degeneración de los medios de prensa en Cuba son el resultado de un mecanismo de control absoluto del poder político, así como una distorsión de los conceptos que sobre el oficio periodístico enseñan en las cátedras.

Es completamente lógico, entonces, que no se avisten trabajos de periodismo de investigación en los medios oficiales, a pesar de lo apremiantes que resultan para cualquier sistema democrático. El periodismo de investigación trasciende el reporteo diario. Es, quizás, la presencia más transformadora y movilizadora del profesional en su sociedad.

En la Cátedra de Periodismo de la UCLV se imparten nociones dispersas, en abstracto, y queda claro para todos (profesores y alumnos) que son productos irrealizables en Cuba. Tampoco existe una voluntad para, desde lo académico, estimular el desarrollo de este género. Aunque se evidencien algunos rasgos tímidos del periodismo investigativo en reportajes o trabajos de opinión, no se publican productos de este tipo en los espacios informativos o publicaciones oficiales impresas.

La misma artritis se extiende a todo el diseño de la carrera. No solo el claustro, conformado por egresados que asumen enseguida cargos de dirección en el departamento, también los enfoques obsoletos de la enseñanza, la memorización como método para evualuar el conocimiento y el nulo interés en desarrollar la independencia congnoscitiva hacen del esudiante una especie de zombi, de máquina reproductiva, de criatura que se automutila a priori porque conoce sus límites políticos, que son sus límites "profesionales".

¿Qué ofrece Karla?

Probablemente poco. A Karla Pérez González tal vez no le interesa dictar cátedra en la UCLV —la academia: ese refugio de medianías para tantos periodistas—. Tal vez hubiera terminado respondiendo ante un proceso legal por resistirse a escribir el comentario equis, u ocultar datos sobre los comicios del Consejo Popular. Es decir, la muchacha es una inversión fallida, un pésimo negocio.

***

Al periodismo lo distingue, entre otras cosas, la verificación de los hechos. No conozco cabalmente el diseño de la carrera en otras facultades del país, por tanto, debo referirme a lo que ocurre en la cátedra de la UCLV porque de allí provengo. En 2012 me gradué junto a 35 estudiantes. De ellos, solo 11 ejercen intermitentemente en medios oficiales. El resto no se dedica al periodismo. Un número considerable emigró.

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