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Bitácora de cuarentena

Leer el testimonio de una madre y su hija abusada por un agente del supuesto orden

La autora escribe en La Habana una bitácora en tiempos de pandemia para su hija de 18 meses.

La Habana
Parque de carros de la Policía Nacional Revolucionaria.
Parque de carros de la Policía Nacional Revolucionaria. ACN

Hija mía, ayer escribía sobre madres que maternan solas a sus hijos, sobre lo que nos asediaba, más allá del bichito atemorizante para nosotras y ustedes. Te alertaba, sin nombrarla, sobre la violencia machista en las calles y en las casas, en nuestras calles, en nuestras casas.

Hoy amanecimos con la noticia de dos niñas cubanas "presuntamente violadas" por policías en uno de los barrios precarizados de Marianao, en La Habana. Dos agentes que debieron estar ahí para protegerlas, las agreden sexualmente.

No pude ver el video que me compartían mis colegas. Siento ira, impotencia, tristeza de la que llega como azotes cuando leo. Solo puedo leer el testimonio de una madre y su hija abusada por un agente del supuesto orden. Ayudo como puedo: busco contactos de contacto para corroborar el hecho, para acercar ayuda a las dos niñas víctimas y sus familias, sus madres solas. Andamos llenos de fake news por estos días, aunque los videos ciudadanos no mienten.

"Confirmado", leo otra vez esta palabra que hoy tiene otro significado, triste, doloroso. Te abrazo fuerte. Creo que entiendes que estoy muy vulnerable, más. Me haces palmaditas en el hombro cuando me apartas y me miras cariñosa. Yo no quiero soltarte. Pero te dejo ser independiente. Y, otra vez, te pido perdón. He aprendido a ser humilde contigo. Antes no lo fui tanto.

El proceso de denuncia, según relata la madre que acusa, fue irregular. Se violaron protocolos para abuso sexual a menores, que en Cuba parecían muy estrictos. No se les entregó comprobante de su denuncia, con el número correspondiente. Se les advirtió que eran dos policías y verían cómo proseguía, que las llamarían por teléfono. Se las maltrató. Se las revictimizó.

Lo que te parecería una premonición de mamá, no lo fue. No tengo poderes. Si los tuviera, creo que habría enloquecido más. Mamá es solo una vieja feminista. Llevo años lidiando con la violencia machista en todas sus variantes, y hasta han intentado someterme a ella. Se llama experiencia, hija.

Llevamos meses anunciando que, con el confinamiento prolongado, se dispararían los hechos de violencia machista dentro de los hogares contra mujeres y niñas. La violencia patrimonial, psicológica, vicaria y física hasta violaciones, y feminicidios tienen en el Covid-19 un aliado, en y fuera de casa.

Ya nos alertaban las denuncias, que siempre muestran la punta de un iceberg descomunal y frío frío, en otras partes del mundo que habían entrado en fase de cuarentena antes que Cuba, y nuestro sentido común de luchadoras ante un Gobierno casi sordo, casi ciego cuando la violencia se apellida género. También que pedir ayuda tendría más obstáculos para nosotras.

En las calles solas, sin apenas alumbrado público, en las ciudades de esta isla machista que no son seguras para nosotras, el peligro acecha casi impune. Los supuestos guardianes no lo son cuando se trata de niñas indefensas, niñas pobres, niñas; de nosotras, hija.

El nuevo coronavirus ha puesto la pandemia de la violencia machista sobre el tintero. Lo han advertido todos los organismos internacionales que nos hacen algún caso a las mujeres, todas las organizaciones, todas nuestras hermanas feministas.
La plataforma YoSíTeCreo en Cuba ha abierto, con recursos propios y muy limitados en monedas y activistas, una línea telefónica para el acompañamiento de mujeres y niñas víctimas en estos días que se alargan. Son nuestras hermanas. Son las que me escriben: "cómo está nuestra niña".

Los psicólogos, igualmente famélicos, se unen para asistir a las víctimas de este flagelo. Pero no podemos acceder a los medios de comunicación oficiales, a los muros, a las vallas triunfales, a los consultorios médicos, a las bodegas, a los parques, a las colas para el pollo hormonado gringo para prevenir ni asistir... Así que vamos a pasitos lentos, mientras el patriarcado aún reina sin ley que nos ampare ni prevenga aquí.

Nina, ya están descubiertos todos los patriarcas y sus cómplices. Aunque "SeVaCaer" sea un lema muy optimista para el día de hoy, sé que nunca más estaremos solas.

PD: Recién veo el video. Es más duro. Muy duro. Tú duermes. Lloro sola en el comedor. Quiero abrazar a esas madres, a sus hijas... Pedirles perdón por no haberme radicalizado lo suficiente, por estar casi a salvo en casa, parapetada tras una red social de la violencia que trata. Me queda todo por hacer de mis labores domésticas. Estoy despierta desde las 5:00 AM. No me quejo de mis deberes de madre. Nos pienso libres.

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