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Recortes

'Especial' no debería ser negativo

Se habla del dolor colectivo fácilmente, se esconde la degeneración con eufemismos.

La Habana

Todavía los cubanos que vivimos la experiencia de los años 90 con la suficiente conciencia, recordamos los cortos "alumbrones" en que contábamos con electricidad, las marejadas de bicicletas, el traumático camello, el éxodo masivo del 94, el Maleconazo… con un escalofrío, y ya se habla de un nuevo retroceso en la economía muy similar a aquella pesadilla.

"¿Será verdad?", me pregunta mi vecina con ojos asustados. Un joven nos asegura que sí, "estamos usando el petróleo del año que viene, así que imagínate… de vuelta al 'Periodo Especial'".

Se me ocurre que lo dice así de simple por dos razones: porque nació a mitad de los 90 y fueron sus padres quienes saborearon la crisis, y porque en unos meses leerá las noticias sobre Cuba del otro lado del mar.

Pero siempre me ha molestado que se hable del dolor colectivo tan fácilmente, que se esconda la degeneración con eufemismos y que la palabra "especial", solo porque se le ocurrió a alguien, de ser algo "específico, idóneo" se convierta en sinónimo de lo indeseable.

Estoy convencida de que todavía no se han estudiado a plenitud los estragos de aquel fatídico "periodo" de la historia de Cuba.

La indudable elevación en los índices de divorcios, alcoholismo, drogadicción, delitos de agresión, suicidios, víctimas de enfermedades como la neuritis óptica, neuropatía, y otras derivadas de la desnutrición...

El aumento de la depresión, del número de víctimas fallecidas en fallidos intentos de emigrar en balsas frágiles, por accidentes en bicicletas, o asesinadas en asaltos por arrebatárseles el vehículo, o en accidentes de tráfico a causa de los densos apagones donde los bicicleteros se veían forzados a transitar sin luces...

Niños con los pies mutilados por los rayos de las ruedas al viajar en las parrillas...

Carestía de medicamentos, (tan esenciales como la anestesia). El auge de la prostitución, la proliferación de "disparadores" (hombres que se masturbaban en áreas públicas porque carecían de recursos para atraer a las jóvenes que preferían apostar por los turistas), delitos por acoso sexual o violaciones...

El número de animales domésticos abandonados, de especies como los gatos que fueron depredados para comer y sacrificados quién sabe con qué horribles procedimientos...

Los índices disparados en el desvío de recursos, el crecimiento y variedad de la adulteración de los productos comestibles. Recuerdo una alerta difundida en algunas empresas que pedía no comprar chocolate en polvo en el mercado negro porque se había detectado la venta de veneno de ratón como chocolate. Y qué decir de las frazadas de piso camufladas de bistec o el preservativo como queso. Se sabe bien que la gastronomía estatal jamás volvió a ser la que era. Aún se evocan con nostalgia las pizzas y dulces de los 80, el pan de cada día verdadero y consistente, la larga lista de sabores en la heladería Coppelia...

La devastación de la moral, que convirtió el machismo en proxenetismo, la infidelidad en cooperación financiera, la palabra "robar" en "luchar", la normalización de los matrimonios por conveniencia...

La homosexualidad por interés económico (los "pingueros" se autodefinen heterosexuales pero se prostituyen con hombres por tarifas específicas)...

Los daños demográficos. Todavía muchas jóvenes prefieren no parir, o parir fuera de la Isla. El envejecimiento poblacional. Las incontables ausencias en el arte, la literatura, la ciencia… Rostros y nombres borrados por obra del exilio, la edición de la historia, la amnesia inducida...

Las numerosas y anónimas víctimas de la represión por denunciar la realidad de una década tan "especial" que partió a Cuba en un antes y un después, a pesar de que la terminación del "Periodo Especial" nunca se anunció oficialmente...

La profundidad de una crisis de fe que aún palpita en todos los cubanos: los que la vivimos, los que la heredaron en una sociedad desfasada que amenaza con repetir la parálisis...

Habría que apuntar el detalle de que las aperturas económicas emprendidas, aunque insuficientes, también dividieron la Isla en un antes y un después. Que "nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos", y mucho menos las nuevas generaciones.

Y que a causa del acercamiento con EEUU, ahora no es posible contar con una estampida autorizada en balsa como válvula de escape.

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