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Ejército

Prohibida la depresión en el Servicio Militar

Mi jefe 'me dijo que esperara salir de pase y me tirara delante de una guagua para que dejara de sufrir', relata un exrecluta.

La Habana

Un joven se corta las venas en su casa y riega la sangre por las paredes. Ya no soporta seguir en el Ejército. Los médicos militares le diagnostican trastorno bipolar. La Comisión Médica de Peritaje decide solucionar el problema: lo manda un mes a su casa para descansar y después lo envía a una "unidad de cuadros" para que termine los nueve meses de "servicio a la Patria".

Para los soldados cubanos estar deprimido no es motivo para salir del Ejército. Aquellos que intentan suicidarse pueden ser encarcelados por intentar evadir "el más alto honor de todo cubano".

El joven tiene ahora 22 años y está cursando el segundo año en Geografía. Sobre los motivos que lo llevaron a intentar suicidarse y el trato que recibió de parte del sistema médico militar recuerda: "Yo había tenido mis depresiones antes de entrar al Servicio Militar, pero nunca me habían llevado al psiquiatra, así que no estaba diagnosticado. Cuando entré a la previa (Preparación Previa del soldado, que dura un mes) empecé a venirme abajo".

"Hay gente que puede soportar levantarse todos los días a las 5:00 de la mañana y pasarse el día marchando para luego acostarse a las 12:00 de la noche. Yo no podía", añade. "En algunas ocasiones no aguantaba y me ponía a llorar. Eso es peor porque entonces te humillan delante de todo el pelotón. Se ponen a decirte que eres maricón y que mejor te aguantas porque de allí no sales hasta que termines tu tiempo de Servicio".

"Traté de hablar con el médico de la unidad, pero era por gusto", asegura. "El hombre me decía que me aguantara. Llegó un punto que no podía más y entonces fue cuando me corté las venas en un día de pase y me ingresaron en el Hospital Naval, en la sala de Psiquiatría".

Oficialmente, una Comisión Médica evalúa caso por caso a todos los jóvenes que están en edad de iniciar el Servicio Militar Activo (SMA). Incluye especialistas de todas las ramas de la salud, entre ellos psicólogos. Esos expertos deben definir las limitaciones de cada recluta y, de ser necesario, declararlo no apto para ingresar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Detectar algún tipo de problema emocional es una tarea que requiere tiempo, pero los psicológicos de la Comisión Médica no suelen dedicar más de cinco minutos a cada caso.

Pedro, de 23 años, recuerda su paso por el psicólogo en la Comisión Médica: "Fue muy sencillo. Estaba en calzoncillos porque tienes que desnudarte en algunas especialidades. La doctora me preguntó mi nombre, sin mirarme a la cara, y me preguntó si tenía algún estrés aparte de las pruebas finales. Le dije que no estaba estresado por las pruebas y me respondió que se alegraba de eso y que llamara al siguiente en la cola".

Una vez dentro del SMA se advierte a los reclutas que intentar suicidarse es una violación del reglamento militar, ya que ellos son ahora propiedad de las FAR y no se admitirá que las dañen.

El suicidio es considerado por la Fiscalía Militar como un intento de deserción y puede ser castigado en consecuencia con más de 10 años de prisión. Los instructores políticos insisten en que el SMA es obligatorio, por tanto, lo mejor es "hacerse hombres de una vez". Cuando algún recluta sufre una crisis nerviosa se decide en la mayoría de los casos "tranquilizarlo y acostarlo".

Manuel Alejandro, de 20 años, recuerda: "El primer día en el Servicio sufrí un ataque de pánico. Era por la noche y estábamos a punto de acostarnos. Sentía como si el zambrán me estuviera rompiendo las caderas y me agarroté en el suelo, casi no podía respirar. Me cargaron y me llevaron a la enfermería. Allí me pusieron un calmante y después empezaron a empujarme para que me fuera a formar antes de dormir".

El episodio de Pedro fue algo más violento.

"Yo estaba depresivo desde el principio. Exploté el día que teníamos que ir para el campo de tiro. Me tiré en el piso y me puse a llorar", relata.

"La verdad no recuerdo mucho, estaba fuera de mí. Cuando reaccioné me estaban metiendo bofetadas en la enfermería y el médico estaba poniéndome una inyección. Entonces me quedé dormido. Cuando me desperté estaba solo, los doctores estaban fuera conversando. Uno me miró y me preguntó si se me había pasado el ataque, porque tenía que entrar de guardia. Afortunadamente la guardia era en el cuartel, así que no tenía armas, solo una bayoneta. Los oficiales pasaban y me decían cosas. Lo menos que me dijo mi jefe fue que esperara salir de pase y me tirara delante de una guagua para que dejara de sufrir".

Los casos de reclutas con problemas depresivos son tratados al interior de las unidades. Los médicos internos por lo general diagnostican que el soldado simplemente quiere evadir el Servicio Militar. La única opción para que un caso sea elevado a instancias superiores es la autolesión o que los familiares intervengan.

Cuando los reclutas han superado la maraña institucional y consiguen ser ingresados en alguna sala psiquiátrica se topan con la renuencia de los médicos militares a reconocerles algún tipo de enfermedad, entre otras razones porque con ello admitirían la deficiencia de la Comisión Médica.

"Intenté ahorcarme tres veces porque llega un punto en que tú dices 'basta'", cuenta Eduardo, de 20 años. "En la casa no te quieren escuchar porque para ellos lo mejor es que pases tu SMA tranquilo. En la unidad te 'hijeputean' peor que a un perro. Tú miras para los lados y el tiempo no pasa. Cuando te ingresan, los psiquiatras militares tratan de reinsertarte cuanto antes. Que el Ejército te ponga depresivo no es motivo para que te den la baja. Los médicos dicen que simplemente te tienes que acostumbrar".

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