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Bitácora de cuarentena

Nuestra última aventura en la azotea

La autora escribe en La Habana una bitácora en tiempos de pandemia para su hija de 18 meses.

La Habana
(DDC)
(DDC)

Hija, hoy el mercado de Galerías de Paseo, en el Vedado, decidió no vender los pañales desechables que necesitamos a falta de jabón y agua para lavar los ecológicos. Es una decisión que contradice las disposiciones públicas del Ministerio de Comercio Interior. Le tuiteé al MINCIN. Sin respuesta todavía. La cuenta de la ministra Betsy Díaz Velázquez "está temporalmente restringida".

Los pañales desechables y los productos para la infancia tienen impuestos groseros en un país que mal envejece.

Las madres de los grupos de WhatsApp están desesperadas. Las madres, mujeres cubanas, la mitad de la población, hemos sido confirmadas por los legisladores cubanos como ciudadanas de cuarta categoría, hija. Sus leyes no nos protegerán de la violencia machista hasta el próximo período legislativo, con buen tiempo, y del Código de Familia ya te he contado aquí.

Quizá esta ha sido nuestra última aventura en la azotea. Cuando subimos a ver el atardecer, la puerta estaba abierta, una clara señal de que otras personas habían pasado por ahí. Mamá siempre cierra la puerta. Ya no me parece un lugar seguro. Y este virus, desconocido aún, parece tan contagioso.

Pero hoy nos arriesgamos con más precauciones que siempre. ¿Quién te decía a mitad del camino a la única libertad que tenemos, que no podíamos despedir al sol, a los pájaros y a tu ciudad? (¡Es tan linda tu ciudad, Nina! En sus ruinas, vacía, con el hambre y la Hambre, una parte de tu ciudad es muy hermosa).

He pensado mientras veíamos a los pájaros, los que buscaban dónde pasar la noche y unos carroñeros que nos sobrevolaron, a dónde irán a morir.

He rescatado a algunos tras una pedrada de un niño violento. He asistido al síncope fatal de un totí en el Parque de la Libertad de Matanzas por el calor absurdo de un mediodía y cómo una señora lo echó en su bolsa. Los he visto no sobrevivir también cuando un señor que arregla el alumbrado de la céntrica 23 tiró un nido con polluelos, sin remordimientos cuando lloré (ya tú estabas en mi pancita). Pero no sé a dónde van a morir los pájaros, los que no son devorados por la selección natural o víctimas de toda la violencia humana, los que se enferman, los que mueren de viejitos...

A dónde irá a morir el sinsonte que viene cada día, al asta para nanos de enfrente, a trinarnos, como si supiera la falta que nos hace su música, como si entendiera que, sin él, este cautiverio sería menos divertido. No lo sé, hija. Prometo investigarlo como hago con las tres especies de hormigas que nos invaden por estos días.

El sol tenía un filtro extraño. No fui la única que lo notó. Varios aldeanos de Twitter lo piaron. El calor está siendo agobiante, aunque hoy corrió cierta brisa de mar y no parece la noche más caliente.

Anai López me ha dejado un mensaje en Facebook. La conocí tras el tornado que azotó La Habana, cuando tú apenas tenías dos meses de nacida. Me recordaba que, en medio de esa cuarentena "propia", movimos el mundo con un grupo de amigos en algo que llamamos Ayuda Directa Tornado La Habana. Me recordaba que no importaron "doctrinas o creencias" para ayudar a los nuestros. Me recordaba que, en esos días, Cuba (la de adentro, la de afuera) fue la isla más solidaria.

Anai desea que haya "gente con quien contar en este momento". Quisiera estar con nosotras, pero tiene grandes batallas propias que librar. Voy a responderle en cuanto termine de escribirte que sí, que, aunque el Covid-19 nos devuelva a la individualidad, y eso saque todo el egoísmo y las mezquindades más afuera, hemos recibido tanto amor de vuelta y apoyos muy puntuales y oportunos, que hay amigos esperando una señal, hija.

Ojalá logres dormir toda la noche sin sobresaltos. Si no, estaré ahí para darte la tetica en el sofá o en el sillón. Ya está todo acomodado.

PD: No he leído la prensa oficial en muchos días. Pero escucho el noticiero de TV de los vecinos. Y no tengo idea de por qué usan el género femenino para referirse a este coronavirus: "la CoVid- 19", escucho todo el tiempo, cuando es varón, el virus es varón. Por eso, entre otras razones, no tenemos televisor en casa, Nina. Vas a disculparme cuando crezcas. Estoy segura.

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