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Música

Trío Matamoros o el arte de hacer mal una discografía

Uno de los mayores investigadores de la música popular cubana analiza una discografía publicada por el Museo Nacional de la Música.

San Juan

Allá para los fines de la década de los 70, cuando estaba enfrascado en la terminación de mi primer libro sobre música cubana, Del areíto a la Nueva Trova, cayó en mis manos un pequeño tomo de Ezequiel Rodríguez Domínguez titulado Trío Matamoros, 35 años de música popular cubana. Era muy poco lo que se encontraba escrito en aquello tiempos sobre la música cubana,en especial la popular. Inmediatamente simpaticé con el libro y su autor, quien como yo, no era musicólogo, sino simplemente investigador, alguien enamorado de la música de su país y que quería dejar por escrito lo que sabía de un grupo determinado: breves biografías, muchas anécdotas, listas de sus canciones, letras de las mismas y algunas fotos.

Lo usé y lo mencioné en la bibliografía de mi libro. Por supuesto, con los años supe más de los Matamoros en distintas fuentes, y sobre todo a través de los discos, y especialmente esta parte la volqué en mi Discografía de la Música Cubana, 1898-1960, que tiene más de 4.000 páginas y es accesible gratuitamente en la red hace más de ocho años.

Naturalmente, cuando hace días llegó a mis manos una nueva edición de aquella obra sobre el Trío Matamoros, hecha por el Museo de la Música de Cuba, en 2009, que además agregaba al título original en la portada, "Catálogo discográfico y selección de imágenes, Liliana Bonome Hermosilla", comencé el libro con mucha expectación. Gracias a su contraportada supe que la nueva coatura era bibliotecaria, especialista del Museo Nacional de la Música. Recorrí con cariño las primeras 95 páginas, que contienen al parecer el texto original, y comencé a leer el catálogo discográfico preparado por Liliana Bonome. Ya desde su inicio, "A modo de introducción", consiguió ponerme nervioso. Pero antes de explicar las razones de mi nerviosismo quisiera explicar brevemente que es esto de "discografía".

Otro investigador como yo, el norteamericano Ned Sublette, en su libro Cuba and its music, publicado en 2004, dice algo que se me ha quedado grabado, y que les cito traducido: "En cierto sentido, la historia de la música solo comienza con la invención del sonido grabado. Todo lo anterior, es la prehistoria: tenemos evidencia —descripciones, anotaciones,documentos— pero no sabemos cómo la música sonaba".

Así de sencillo. Y en la música popular, en que antiguamente no existía ni la partitura (que muchas se escribían sencillamente para poder inscribir la canción) es más importante todavía la grabación, cuándo se hizo, dónde, cómo y por quién. Contestar a esas preguntas, bien sea sobre un artista determinado, sobre un período, sobre un género musical en especial, es hacer una discografía. Pero hay que hacerla siguiendo ciertas reglas, que básicamente tienen que ver con el sentido común.

La primera regla es el orden en que se van a colocar las grabaciones, que lógicamente debe ser el cronólogico, comenzando por la más antigua. La discografía realizada por Liliana Bonome no respeta esta regla: comienza con una grabación de los años 30 sin dar el año exacto ni el número del disco, pasa a una de 1937, después vendrá otra de 1925, otras de 1928, etc. Y así sucesivamente, a lo largo de las 289 "grabaciones". Va brincando hacia adelante y hacia atrás en el calendario, cuando hubiera sido bien sencillo colocarlas en su orden cronólogico. Esto demuestra una falta de cuidado increíble. No he visto ninguna discografía en que se siga tan disparatado sistema.

La autora dice en la página 102: "Durante la confección de los asientos se tuvo en cuenta lo establecido por las normas cubanas para la descripción bibliográfica de obras musicales y materiales sonoros". Me gustaría conocer esas reglas…                     

Destaqué la palabra asientos porque existen también problemas con la forma en que la autora la utiliza. Cuando empezaron las grabaciones en disco, solamente se grababa por una cara. De ahí que quegrabación y disco fueran entonces la misma cosa. Pero cuando de 1909 en adelante se empezaron a grabar las dos caras del disco, una cara era la grabación, A, y la otra, la grabación B del mismo disco. Generalmente, en las discografías no se numeran correlativamente las grabaciones, porque esto se presta a muchas confusiones, y en ese error cae la autora: en algunos casos, con el mismo número, 0002, cubre las dos caras del disco, que en realidad son dos grabaciones; y en otros casos, como en el 0003, solo cubre una de las caras del disco. La cosa se complica más adelante con los LP y CD, que pueden traer mas de dos selecciones diferentes, hasta más de 20. Y este número general es inoperante para poder localizar un selección en particular.

Tampoco explica nada la autora acerca de la diferencia entre el número de matriz o sea, el molde del que se ha copiado cada selección, y el número de disco. Así como no se molesta en establecer las iniciales de los distintos sellos disqueros (sucede así en las entradas 0004 y 0005, que tampoco tienen los correspondientes números de matrices).

Las discografías pueden ser activas, o pasivas. Las activas contienen todas las canciones grabadas por un artista determinado, en este caso, el Trío Matamoros o las combinaciones con mas números de músicos pero basadas en el trío original, como el Cuarteto, Septeto y Conjunto Matamoros. La autora agrega un grupo en el cual, en ralidad solo estaba Matamoros, el Cuarteto Maisí (0131), pero no explica esto.

Las discografías pasivas contienen todas las grabaciones hechas de las composiciones de un autor determinado, pero excluyendo las hechas por el propio compositor, y siempre están separadas de las discografías activas. La autora no cree en esta regla, e incluye algunas versiones hechas por otros artistas, de composiciones de Matamoros. Esto resulta muy controversial, porque puede dar la impresión de que son las únicas versiones hechas fuera de las producidas por el grupo Matamoros, lo cual no es cierto.

En mi discografía antes mencionada, todas las canciones (no solo de Matamoros, sino también de Rafael Cueto y Siro Rodríguez) grabadas por otros artistas de dentro y fuera de Cuba aparecen bajo esos artistas, pero no bajo Matamoros.

Además, son importantes las referencias cruzadas, ya que a veces determinados artistas graban fuera del grupo al que pertenecen. Por ejemplo, en el caso de los Matamoros, en mi discografía se hace referencia cruzada a las grabaciones del Cuarteto Maisí, donde cantó Matamoros, y a las orquestas de Antonio María Romeu y Vicente Sigler, donde cantaron Matamoros y Siro.

Hay también innumerables errores al calificar como grabaciones de orquesta u otros grupos a las que son del trío, y viceversa.También es asombrosa la cantidad de grabaciones que denomina como grabadas en Nueva York, cuando lo fueron en Cuba, y esto puede comprobarse por los números de matrices, cuyas iniciales eran diferentes para los grabados en Cuba.

Grabaciones que faltan, y más

Sin embargo, lo peor de todo es que faltan muchas grabaciones de discos de 78 rpm, de los grabados por los Matamoros dentro y fuera de Cuba. Como no se menciona a mi Discografía entre las fuentes usadas, pese a que la misma es bien conocida en Cuba, pensé que la autora no había tenido oportunidad de visitarla, pero para mi sorpresa encontré que me menciona en la página 169 en relación con determinada grabación. Lástima que no lo haya hecho con el resto de la obra.

Otra regla generalmente observada en las discografía es que solo se incluyen grabaciones comerciales, que se hayan podido adquirir como tales. Pese a ello, la autora incluye como entradas 0122-127 unas placas hechas en la emisora CMQ a Miguel Matamoros en 1949, que titula "Diálogos", aparentemente una entrevista en varios discos, lo cual no es música.

Y lo mismo sucede con la entrada 0128, aparentemente una grabación no comercial, sin fecha, del Conjunto.

De la entrada 129 en adelante, comienza la relación de los LP de grabaciones de los Matamoros que han aparecido y que pueden ser de dos tipos: grabaciones hechas en ese nuevo formato que empezó a conocerse a partir de 1947, y grabaciones que se limitan a recoger en el nuevo formato viejas grabaciones hechas originalmente en discos de pasta negra de 78rpm, como sucede con todas las grabaciones incluidas de los sellos Victor y EGREM (la institución donde el gobierno revolucionario acumuló el repertorio de todos los sellos disqueros existente en Cuba, nacionalizados a principios de los años 60).

En la entrada 0142, correspondiente a un LP del sello Ansonia, identificado en su carátula como "Trío Matamoros, ALP-1282", la autora lo rebautiza como "Hueso ná má ALP-1282", dando la siguiente explicación: "Tomamos la primera obra de la cara A, para darle título al disco, como orienta la norma cubana de Descripción Bibliográfica de Grabaciones Sonoras".

Con todo respeto, me parece desacertada esa norma, que viola el respeto que se debe a la forma en que la casa disquera determinó identificar ese LP, sencillamente con el nombre del grupo, y un número.

En varios de los LP y CD editados por la EGREM, después del repertorio de cada disco se adiciona esta frase: "Grabaciones de discos de la EGREM donde aparece el Trío Matamoros". Esta declaración es vaga y confusa. En realidad, se trata de relanzamiento, reedición de viejas grabaciones de la Victor en 78rpm, o de LP hechos en la década de los sesenta por varios sellos disqueros cubanos y extranjeros. Lo correcto sería que cada nuevo disco señalara exactamente cuál es la fuente originaria, para que el lector (y en su caso el comprador) sepa exactamente que está escuchando. En mi Discografía siempre traté de fijar la fuente original de la grabación reeditada.

De la entrada 0153 a la 205, la discografía hecha por Liliana Bonome Hermosilla contiene simplemente una relación de "cintas", cada una de las cuales, al parecer, contiene el nombre de una canción, su género musical y autor, sin precisar fecha, lugar de la grabación, o lugar donde se encuentra la cinta. Aquí, en realidad, su discografía se convierte en un simple e incompleto inventario.

Más o menos lo mismo sucede con unos cuanto casettes incluidos (0206-0210), para seguir con las grabaciones en CD (0211-0237), sin relacionar los números incluidos con sus originales en discos de 78rpm o LP, como sí hago en mi Discografía. Faltan, además, CD importantes. Y debiera terminar su discografía con entradas dedicadas a dos DVD, si aceptamos que esto sea una discografía activa y pasiva.

En forma inaudita, la autora incluye como piezas discográficas, "partituras manuscritas", y las numera del 0240 al 289, siguiendo otro grupo que titula "Partituras editadas" (0290-0313). Loable trabajo de recuperación, pero no tiene nada que ver con una discografía, ni identificarlas a renglón corrido como si de discos se tratara. Además, no se señala el lugar donde se guardan dichos documentos.

Sigue entonces el pintoresco libro con tres índices: uno denominado "De personalidades" (usualmente llamado índice onomástico, en términos bibliográficos), otro "De títulos", que debemos inferir son de canciones, y un último, "De géneros", que también debemos inferir son musicales.

Sigue una sección iconográfica, que hubiera estado mejor con más detalles de fechas y con más precisa identificación de personajes, y que contiene errores: titula una foto "Trío Matamoros amenizando una actividad de amigos" cuando se trata, evidentemente,de un estudio de televisión, y en esa foto pueden verse, aunque no se nombran, a María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo. (No señalo el número de página porque esta sección del libro no tiene numeradas las páginas; si bien en el índice final se le señala número).

En la página 259 del libro comienza una sección de recortes de prensa, no muy legibles, seguida por otra de "Partituras". Partituras que, no sé por qué razón, no aparecen en las otras dos secciones de partituras mencionadas antes y tituladas "Partituras manuscritas" y "Partituras editadas". Al parecer, las partituras de este tercer grupo no tienen apellido.

Con todo, creo que es un libro útil, por el rescate que hace del trabajo original de Ezequiel Rodríguez Domínguez, las secciones dedicadas a partituras, iconografía y programas. Hasta la desdichada discografía contiene algunas entradas correspondientes a LP de la Egrem que no aparecen en mi Discografía, pero que incluiré en su próxima revisión, dándole el crédito correspon diente a este libro. Esa es la ventaja de las discografías publicadas en la red, que son fáciles de arreglar cada vez que sea necesario. Una suerte que, lamentablemente, no tiene el libro.

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