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Sociedad

La ciudad del mototaxi

Más de 2.000 motoristas ofertan sus servicios en el centro de Santiago. Es la alternativa popular a la ausencia de taxis y la escasez del transporte.

Santiago de Cuba

Durante el mes de febrero fue aprobado en Santiago de Cuba el arrendamiento de los taxis de la compañía estatal Cubataxi, de tarifas en pesos convertibles (cuc) y dedicada fundamentalmente al traslado de turistas. El nuevo sistema permite a los choferes tener el control absoluto del auto previo pago de 18 cuc (13 euros) y 25 cup (0.75 centavos euros) diarios. La medida —parte de las modificaciones económicas que liberan al Estado de los pequeños negocios irrentables— no resuelve el problema de rentar un carro para el santiaguero de a pie.

Para nadie es un secreto que en Cuba el servicio regular de taxis, tan común en el mundo, no existe. En un país donde todas las empresas tienen como propietario al Gobierno, la bancarrota económica hizo desaparecer este servicio tan fundamental. Con el auge del turismo, se hizo necesario implementar un sistema de taxis paralelo para los visitantes. Pero el cubano común, en caso de necesidad, ha tenido que acudir permanentemente a particulares del transporte.

Con todos los inconvenientes puestos por el Gobierno a los propietarios particulares de autos, en Santiago de Cuba, durante los años 90, surgió un singular servicio de renta: el mototaxi. Para la ciudad, con un relieve irregular y tortuosas calles en su casco histórico, la solución ha resultado ser clave si uno quiere moverse rápido: con una simple seña o silbido en la calle los motoristas se acercan, y en una rápida transacción usted es llevado adonde quiera.

La popularidad de las mototaxi se debe sobre todo a sus bajos precios. Por una carrera de alrededor de 10 kilómetros se cobran 10 cup (0.20 euros), más allá de esta distancia se suele pagar entre 20 0 30 cup (1 euro). Por su parte, la fragilidad del transporte no debe engañarnos; las motos también transportan pequeñas cargas, como televisores, ventiladores y muebles. Todo está en el acuerdo al que se llegue con el chofer. Y las motos con sidecar son, por supuesto, como camionetas.

Para los visitantes es asombroso ver esta explosión ciclista, teniendo en cuenta las restricciones que existían hace apenas dos años para la compra de vehículos. La explicación es simple: se trata de motocicletas marcas Jawa, MZ y ETZ, traídas en su mayoría por cubanos que trabajaron en el antiguo campo socialista. Las mismas sufrieron traspasos ilegítimos durante 30 años, traspasos permitidos recientemente, y ahora son símbolos de estatus al siginificar el mayor negocio —ilegal— de la ciudad.

Los mototaxis son ilegales porque, en el registro de la Oficina Nacional Tributaria (ONAT) de la provincia, hasta 2013 solo existían 60 pilotos con licencia operativa, según el sitio web de la emisora local CMKW Radio Mambí, entre un estimado de más de 2.000 motos ofertando sus servicios.

La realidad es que la mayoría de los mototaxis trabajan en el mercado negro. Se sabe de ellos, pero las autoridades no tienen manera de probarlo. Es común, al rentarlos para zonas donde se encuentran cámaras instaladas, tener que pagar antes, pues la evidencia de una transacción le podría costar multas, la perdida de la licencia o hasta la motocicleta al conductor.

Los intentos por acabar con los ilegales han sido varios, pero sin éxito. Por su parte, la renuencia de los pilotos a legalizarse se debe fundamentalmente a los altos impuestos que conllevan las patentes, algo que haría subir inmediatamente sus precios. La mayoría de los propietarios rentan la moto a un costo de 100 pesos (3 euros) por 12 horas de trabajo, lo que les deja una ganancia neta mensual estimada de 6.000 pesos (190 euros). La ganancia de los choferes queda a la imaginación.

Eso sí, el negocio es tan boyante, que en la vecina ciudad de Guantánamo, aunque en menor escala, se ha adoptado. En Santiago existen prácticamente cuatro motos por cada auto regular. Y se importan de todas partes del país, donde se compran a precios menores para revenderlas a un precio promedio de 5.000 cuc (3.800 euros) cada una.

Los mototaxi también se han convertido en un atractivo turístico —si el turista es capaz de soportar la temeridad de los choferes y el casco multiusado—, ya no solo por su eficiencia y poco costo, sino también por facilitar el contacto físico con la ciudad, fuera de los ambientes acondicionados de Cubataxi.

Es obvio que la nueva medida tomada por Cubataxi le resuelve el problema al Gobierno del mantenimiento de una empresa donde los choferes trabajaban como particulares sin costo personal alguno, lo mismo que en otras muchas empresas que aún se mantienen. Pero no resuelve el transporte rentado de la ciudad, que seguirá acudiendo a las motos.

Ahora solo queda desear que la nueva medida en Cubataxi no sea la causante de la desaparición del servicio de motocicletas o, mucho peor, de la subida astronómica de sus tarifas.

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